Documentación para la muestra MESOAMERICA: Tierra Encendida, 2021
En la última parte de la década de los setenta del siglo anterior, Centro América era un crisol agitado por rebeliones y discordias civiles en contra de dictaduras y ejércitos castrenses. En Costa Rica la juventud se integró para apoyar la revolución sandinista que derrocó en 1969 a Anastasio Somoza. Recogimos víveres, medicinas u otras donaciones en las comunidades, que la Cruz Roja repartía en el vecino país.
El triunfo revolucionario impulsó el muralismo, y cuando el Municipio de Paraíso, provincia de Cartago, construyó el Mausoleo para honrar la memoria del ilustre Florencio del Castillo, repatriado en 1971, decidí presentar la propuesta de mural, pintado al óleo, para las paredes internas del recinto.
Mural en el Mausoleo del Parque de Paraíso, pintado por LFQ en 1980 y demolido en 2012.
Florencio del Castillo, nació en 1778 en Ujarrás, poblado cantonal, y falleció en 1834 en Oaxaca, México. Clérigo y político, hijo de fray Luis de San Martín, cura de la población y Cecilia del Castillo. Logró ingresar al Seminario Conciliar de León, Nicaragua, graduándose de bachiller en 1802, y ordenado cura.
Florencio del Castillo, Ujarrás 1778 - Oaxaca 1834.
La provincia de Costa Rica lo designó representante ante las Cortes Generales y Extraordinarias de la monarquía española (Cortes de Cádiz), que presidió, distinguiéndose por su defensa de los indígenas, logrando la abolición de la mita, la encomienda, el tributo indígena y el repartimiento. Murió en Oaxaca, cuando era Obispo. Trasciende ser el maestro del prócer mexicano Benito Juárez, y una avenida en esa ciudad lleva su nombre, originando el hermanazgo entre Oaxaca y Paraíso. Por acuerdo No. 1196 de 23 de marzo de 1972, fue nombrado Benemérito de la Patria, oficializado tras la publicación en el Diario Oficial La Gaceta en su número 72, el 14 de abril de 1972.
Vistas internas del mausoleo.
Sus restos descansaron en la cabecera del Cantón de Paraíso, desde 1971, pero fueron robados del mausoleo en septiembre del 2011. Un medio informativo provincial informó la noticia que recorrió el mundo: Un mausoleo fue saqueado, y los restos de aquel diputado de las Cortes de Cádiz, en la época colonial, desaparecieron en la madrugada del miércoles 28 de septiembre de 2011 ( http://www.micartago.com/index.php?news=4040 ).
En 2012, el municipio paraiseño y en particular la Alcaldía, presentó el proyecto de reconstruir el parque de la ciudad, y al no estar presente tan ilustre ciudadano, la permanencia del mausoleo no tenía sentido, además trascendió que era usado de bodega municipal.
Detalles del mural, demolido en 2012.
El alcalde me solicitó una carta dirigida al Concejo Municipal, dando mi autorización para que los murales fueran demolidos, junto con el edificio que estaba en muy malas condiciones de conservación, para construir ahí una fuente.
Placas y monumentos en el parque de Paraíso, en homenaje a Benito Juárez. Y una placa conmemorativa de 2008 en la ciudad de Cádiz y Oaxaca.
Visita al mausoleo para dictar conferencia sobre el ilustre padre Florencio del Castillo, por parte de Marina Volio Ministra de Cultura 1978 - 1982, en la cual hizo una fuerte critica al mural por posiciones políticas.
Los razonamientos
Para firmar el documento, caló que se había gestionado, en los años noventa, una declaratoria del mural de interés cultural, aspecto de peso para defender su permanencia. No llegó a tener un valor patrimonial ni cultural que lo defendiera.
La revolución nicaragüense, que tantas motivaciones influyeron a la juventud de los setentas, había sido traicionada por la cúpula sandinista, implantando otra dictadura del hermano país.
En esos años de finales de los setenta e inicios de los ochenta, en el Salvador, Monseñor Romero emprendió el amparo del pueblo en contra de los militares que martirizaban a las comunidades. Esa gesta quedó expresada en el mural, pintado a inicios de 1980. Pero Romero fue asesinado, provocando desilusión y desaliento en la región.
Entonces, como una manera de protesta personal, ante el robo de los restos del obispo, la no declaratoria de interés cultural por parte del Ministerio de Cultura, y el asesinato de Romero, fueron, entre otras razones, el motivo a declinar ante mis derechos de autor, y firmar la carta.
La demolición levantó el ánimo de los locales, hubo confrontación de carácter político, y yo quedé entre dos frentes: la Alcaldía que llevaba adelante la reconstrucción del parque, y los grupos comunales que protestaban defendiendo la memoria del ilustre
legislador nacional, figura de peso para nuestra historia desde inicios del siglo XVIII.
Demolición y tensiones
Esta propuesta de documentación artística, es vigente desde finales de la década de los setenta del siglo pasado, motivaciones que cuajaron en una pintura de grandes dimensiones en el mausoleo del parque de mi ciudad de origen, Paraíso.
La pintura abordaba varios ejes, el político, incluyendo una mujer sandinista armada y en toples, con una bandera sandinista en su rostro. La figura de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, politizada con su muerte en 1980, canonizado mártir de la Iglesia Católica en 2018.
En la parte superior izquierda está pintada la figura del Florencio, con su mano levantada y gesto enérgico de legislador y defensor de los indios y los derechos humanos, bajo su figura, una pareja de estudiantes simboliza el ejército costarricense. También hay alusión al obrero agrícola, comercial e industrial.
Al centro destacaba una figura juvenil sentada en la silla, con la piel desollada, representando el espíritu del artista, hipersensible y antena que recibe todas las presiones antagónicas de la política, luchas sociales y culturales.
Otra de las figuras, a la derecha, representa la Madre Tierra, la Pachamama, que saca de las profundidades una especie de rostros de los individuos que conforman la sociedad la cual se nutre de sus frutos.
Algunos remanentes del mural que luego fueron recogidos. 2012.
El mural fue creado durante el gobierno de Carazo, 1978 / 1982. La Ministra de Cultura de esa Administración, Marina Volio, en una visita al cantón, criticó fuertemente la obra, aduciendo que enarbolaba una bandera extranjera, refiriéndose a la joven con la bandera
sandinista. Pero en aquellos años de los setenta, previos a la revolución, el espíritu de solidaridad del pueblo costarricense se volcó a ayudar fraternalmente a los vecinos del norte.
Algunas de manifestaciones que protestaron por la demolición del inmueble, en 2012.
Llevar esta memoria a la muestra Mesoamérica: Tierra Encendida, 2021, es una repercusión a las problemáticas regionales enfrentadas en su historia de siempre, aún al inicio de la tercera década del siglo XXI, y de cara al Bicentenario de la Independencia de las repúblicas centroamericanas. La imposición hegemónica y colonial no terminan, y el arte es el instrumento propicio para la reflexión de nuestras posturas descolonizadoras y constructoras de la historia de estos territorios encendidos.
Se agradece la cortesía de compartir las fotos a Anayansi Orozco, Silvia Quirós, Ricardo Ávila, Luis Carlos Bonilla Soto. y Jorge Luis Moya Cortéz.
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