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Desobediencia y Resistencia Video performances en Sala 4 del MADC


Itziar Ocariz, “Gestos y contextos. Mear en espacios públicos y privados”. Foto cortesía de Macro Contemporáneo.



La actual muestra en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo en colaboración con MACRO-Contemporáneo, despliega el visor por una arista que puede que nos hiera y abra a la subversión, a desobedecer y resistir en una determinada situación, a una posición ya ganada que puede ser sellada por la convicción. Creo que lo más importante que aporta lo exhibido en Sala 4 del MADC desde el 17 de marzo 2022, es provocar la más profunda reflexión en el visitante al museo, en tanto emerge del espacio expositivo a oscuras, sin saber qué nos espera o deparará el destino, pero lo que sí sabemos es que no se puede salir igual, ileso; el observador es (des)afectado en su misma conducta, con aquello que él sabe o cree.


Al subir la escalinata de acceso a la sala, fue un tiempo en que me cuestiono a mí mismo algo que me venía pellizcando la conciencia: con cuanta desidia se mira lo dejado atrás y que queda en pie, producto y fruto de nuestras acciones individuales o colectivas, conscientes o inconscientes. Hablo de la violencia, el odio, la revancha, los desafectos, son categorías de ultraje no permitido, pero (des)obedecido, porque en la destrucción avisada con una sirena que, con su ronco aullido de alerta de lo inminente, que aniquila, pero también que resiste con fuerzas de flaqueza, y trance al que nos exponemos a diario.


Todo esto es posible porque en arte, cada vez es más mediático, metafórico, como lo es el performance y el video performance, en el cual se resiste, a pesar del fuego, lo hiriente, lo aguerrido, que se pasa por alto, aunque detrás suceda el mayor desenlace que conduce a la muerte.


Marina Abramovic: “El último espejo”. Foto cortesía de Macro Contemporáneo.


La muestra en el MADC curada por el español Adonay Bermúdez con artistas integrantes de gran visibilidad internacional, la ilusioné más amplia, pero me (des)ilusionó. Quizás encontrar la gran sala 1 cerrada, desfavoreció la percepción general de lo esperado en la visita al museo. Es como no poder entrar por la puerta grande sino por la lateral o posterior. Sin embargo, ya montado en el “toro” de la interpretación, no me quedó más que meterme de lleno en esas paradojas de las desobediencias a las cuales poder resistir y salir airoso.


Esa es la grafía, las texturas, los pliegues de lo cotidiano, cuyos signos permanecen marcados en las paredes de concreto, las aceras, puentes, muros de la ciudad de hoy bajo esa capa de humo benzínico que ennegrece el paisaje y el asedio de bombas caídas en el campo de batalla. En el arte de hoy hay violencia, crueldad, asfixia, angustia, tortura y en vez de pigmentos corre sangre que pringa los muros, los vestuarios, los papeles, los libros. Existe otra pócima que comprueba el acicate: el eros y el tánatos, el coito con lo prohibido que seduce a la vez que trasgrede y se desodebece porque aún así se disfruta lo pulsional. Estas son conductas de las vivencias en el día a día.


Adonay Bermúdez en su texto del catálogo cita a Arendt 2016 en “Sobre la violencia”, quien afirma:

“Donde las órdenes no son ya obedecidas, los medios de violencia no tienen ya ninguna utilidad; y la cuestión de esta desobediencia no es decidida por la relación mando-obediencia sino por la opinión y, desde luego, por el número de quienes lo comparten”. (Bermúdez, texto curatorial del catálogo, 2020).


Encrudece la percepción aquel video de Marina Abramovic: “El último espejo”, abrazada a una calavera, que, paradójica, aunque despojo del ser se vuelve objeto del deseo. Georges Bataille escribió al respecto de este carácter de contradicción en la relación humana con la muerte:

y es que la prohibición de que son objeto los muertos no les responde un deseo que se oponga el horror. A primera vista los objetos sexuales son ocasión para una continua alternancia entre repulsión y atracción; y en consecuencia entre la prohibición y el levantamiento”. (Bataille, 2008. P75)


Eugenio Trías lo define de esta otra manera:

“Ese impulso es propiamente Deseo: impulso hacia un objeto que en última instancia está tachado y que solo a través del único señor, la muerte, alcanza su satisfacción. (Trías 1997. P51).


En cercana relación está el video de Teresa Correa: “La (so)pesadora de historias”. Donde la personaje no termina de meter monedas en la calavera y aumentar el poder o enigma del fetiche.



Shirín Neshat: “Tomar las armas. Foto cortesía de Macro Contemporáneo.



Contundente, es el video de Shirín Neshat: “Tomar las armas”, se vuelve acción a no desobedecer cuando es necesario hacerlo para la defensa, o la reivindicación, y retornarán aquellos destructores o agresores a valorar el logro, a apoderarse del trofeo ganado con lo inmisericorde. Se tomarán una “selfie” para celebrar el dolor del otro.


Itziar Ocariz, uno de los mas evidentes videos de la desobediencia: “Gestos y contextos. Mear en espacios público y privados”. Acá la acción de orinar es apropiarse y marcar el espacio, del lugar y territorialidad, como lo hace el vigía o el perro guardián al llegar a su destino. Pero también orinar para conocer, para encenderse apropiándose con la luz del lugar.


Regina José Galindo: “El cuerpo como espacio de los otros”. Al verla intentando continuar a subir una y otra vez al toro mecánico que la golpea, la tira y deja moretes, me recuerda otro performance suyo en sus inicios en un supermercado de ciudad de Guatemala, donde ella se consumía en una bañera llena de agua, hasta que pudiera resistir y salir morada por falta de oxígeno; llenaba los pulmones y se volvía a meter. Cuánta exigencia, o cuánta resistencia en favor del arte. ¡Cuánta violencia contra sí misma como artista del performace!


Sigalit Landau: “Ninfa entre púas”. Esta es otra pieza que descarna, hiere, se siente como en carne propia. Aquella mujer en la playa juega con el hula-hula, pero de alambre de púas. Y entre mas gira más descarna su cuerpo. Como muchas cosas de la vida, las vicisitudes en las relaciones humanas o de poder.



Video de la Sala 4 del MADC, cortesía de Macro Contemporáneo.


Las lecturas de esta muestra pueden ser muchas y variadas, interpretadas según la naturaleza y psicología de cada uno de nosotros y la comprensión que se tenga del dilema humano, cada una de estas lecturas es arma de doble filo, pero nos desafía a salir ilesos, a adelantar el golpe o la jugada y tener fuerzas de flaqueza para continuar, para contraatacar, quizás. A salir de la sala aún en la oscuridad que no permite leer las fichas técnicas de cada pieza, y hacerse un “selfie” para apoderarnos de las vicisitudes o contradicciones de las desobediencias y las reacciones para resistir.




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