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“Donde el fuego arde”. Arte + pensamiento del istmo en Teorética


"Solamente yo puedo confeccionar mi mañana: Hilvanando memorias de Honduras"

Arte Contemporáneo de Xenia Mejía, Regina Aguilar y Celsa Flores



Regina Aguilar. La Poderosa. 2000. Instalación. Foto cortesía de la curadora.



Teorética expone la muestra curada por Susana Sánchez Carballo y Leonardo González, con las artistas hondureñas Xenia Mejía (1958), Regina Aguilar (1954) y Celsa Flores (1952); hilvanan entre sí un gesto muy singular de sus prácticas artísticas y memorias en los espacios expositivos de Barrio Amón, San José. Además de hilos, bordes geográficos, vías, puentes, mares, ríos, volcanes y habitantes que se mueven como homiguitas por todo el territorio, hay una tierra -física e interiorizada en cada una de ellas y en nosotros sus espectadores. Se trata del mismo “Estrecho Dudoso”, como lo llamó Virginia Pérez-Ratton y Tamara Díaz-Bringas en 2006, un istmo extendido a Mesoamérica, tierra encendida que además de unirnos regenera poéticas relacionales de suma actualidad, las cuales emergen de ese abismo interior del cual habla el filósofo y poeta de Martinica Eduard Glissant, 2018.



Xenia Mejía. Perfil de Ciudad, 2006. Tinta, grafito, acrílico, collage. Foto cortesía de la curadora.


Refiero, en esta introducción, a Xenia y Regina, artistas que estuvieron presentes en Mesótica II Centroamérica: regeneración, curada por la misma Virginia y Rolando Castellón para el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) en 1996, y, porque me tocó montar sus obras en la galería del Instituto Ítalo Latinoamericano (IILA), en Piazza Cairoli de Roma, y en Docks Dora de la ciudad de Turín, región Piamonte, Italia, también en 1997. Guardo estos recuerdos y vicisitudes en tanto son otra memoria en la producción de un proyecto como fue Mesótica, que circuló por varias ciudades europeas, para visualizar un tejido memorable, y, porque para comentar el arte son bienvenidas esas experiencias autorreferenciales.



Celsa Flores. Enjambre. Instalación. Foto cortesía de la Curadora.


Celsa Flores. Tú peinas y despeinas mi cabello. 2012-2013. Mixta,, acrílico, foto transparencia y follaje. Foto cortesía de la curadora.


Si me sentara a conversar con estas artistas hondureñas, tendríamos muchos hilos que entretejer y relatarnos sus resonancias entre sí, detallar las experiencias del montaje de Mesótica en Roma y Turín, que agregan diversos matices y nuevos significantes a las obras en el momento de exponerse en aquellos espacios, como lo que logramos palpar de la opinión de la prensa italiana, y algunos razonamientos de personas que visitaron aquellas salas. De manera que, escribir una reseña de lo que hoy presenta Teorética, genera otra distancia, otra percepción, hilvana aspectos centrales por donde fluyen las palabras que necesitamos entrelazar para explicitar mejor, como justamente lo logra el identificador gráfico del título, diseñado por la artista Tatiana Vargas.



Identificador gráfico de la muestra diseñado por Tatiana Vargas. 2022.


La Casa de Teorética en Barrio Amón, San José. Foto cortesía de la curadora.


Pero hay otro detonante más que intrinca en ese tejido de hilos del pensamiento y las obras de estas tres mujeres hondureñas, y es la idea de un textil que implica con otras tres muestras que se inauguraron en este mismo mes de octubre: la Mayinca Textil en la Galería de la Escuela Casa del Artista, curada por Rolando Castellón, instancia del Museo de Arte Costarricense; La Bienal de Textil Contemporáneo en Galería Nacional, y Textiles Pequeño formato en Fundación Omar Dengo, ambas curadas por Paulina Ortiz; definitivamente suman a este “tejido mesoamericano” que hila, como dije, en la urdimbre del trabajo, vidas y memorias de estas mujeres del arte regional. Es esta la razón de entretejer un párrafo del texto esclarecedor de la curaduría:


“Con el deseo de investigar y entramar importantes experiencias feministas en Centroamérica y con el objetivo de poder recuperarlas, en el año 2020 las artistas, curadoras e investigadoras, Gala Berger (Argentina), quien vive y trabaja entre Lima y Buenos Aires, y Susana Sánchez Carballo (Costa Rica) ambas codirectoras de Casa Ma (colectiva de Costa Rica de mujeres artistas), comenzaron a desarrollar un programa de pódcasts llamados “Relatos Extemporáneos”, con el apoyo de LL Proyectos de Honduras (Plataforma de arte contemporáneo), cofundado por el artista, curador e investigador Leonardo González y la curadora Karon Corrales”. (Sánchez y González. Texto curatorial, 2022)


Comenta Susana que proyecto comenzó a dar pasos de manera autogestionada, con recursos económicos propios, y en medio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19. Se sumó a esto el impacto negativo que tuvo para la comunidad artística dicho receso obligado por las pérdidas de fuentes de trabajos e ingresos. Y, con enorme empoderamiento, la curadora agrega: “Sin embargo, el miedo no logró paralizar el propósito de construir una colectividad que trascendiera fronteras; más bien, sirvió como detonante para recuperar y destacar las historias recientes de prácticas artísticas hechas por mujeres en la región centroamericana, que quedaron plasmadas y registradas en testimonios orales, grabaciones de audio e imágenes de archivos locales. De esta manera se comenzó a realizar un trabajo de pesquisa que busca desarrollar un archivo vivo, rastrear comunidades afectivas y entablar una línea de diálogo con el arte contemporáneo centroamericano de los últimos 30 años.” (Sámchez y González, 2022).



Regina Aguilar. La Poderosa. Foto cortesía de la curadora.



Lo expuesto en Teorética

Al ingresar a las salas impacta la instalación de Regina Aguilar con una mujer joven que asume la pose de guerrera, empoderada por las circunstancias, y delante de ella, fueron instalados varios objetos que parecieran rotar en torno a la belleza de ese cuerpo femenino denudo: “La Poderosa”. Además, sus brazos, como en aquella danza oriental con varias féminas enfiladas creando el efecto de una cadencia que sugiere la inmanencia y sensualidad de una diosa, dueña de aquellos objetos provenientes del entono habitual y sensibilidad de una memoria cultural originaria en cuanto a los ritos funerarios. Esa capacidad motora y el simbolismo de los seis brazos es signo de enorme valor y motivación, capacidad de hacer real lo que distingue a las mujeres centroamericanas, muchas de las cuales levantan la acción cotidiana para sacar a flote a toda la familia, y son verdaderas columnas, atlantes que sostienen la sociedad actual.



Xenia Mejía. El Manglar. Foto cortesía de la curadora.


Pasando luego a la sala central, exhibe una instalación muy singular de Xenia Mejía. Me recuerda otras instancias de su obra como la expuesta en Mesótica II Centroamérica regeneración: un cuartito donde se expuso un puñado de caras de niños centroamericanos representado en impresos sobre tortillas y a su vez sobre comales, y en la pared, una repisa con biberones eran remarcados por la fotografía proyectada de los barrotes de una cárcel; eran una visión de este istmo y realidades que impelen a los habitantes a migrar, a desplazarse buscando mejores oportunidades pero que no aparecen por ningún lado pues fueron secuestradas por los poderosos y los neo-filibusteros que nos manejan como a marionetas. Para la Décima Bienal Centroamericana 2016, en el MADC, Xenia ya tocaba el abordaje de los manglares, humedales y raíces que se hunden en esa diversidad de terreno pantanoso, lo cual representa la complejidad de la vida tan amarrada a la vorágine del día a día, tremendal a atravesar, como el Tapón del Darién, para la sobrevivencia de toda la familia a pesar de circunstancias tan críticas y las incertidumbres que desdibujan el devenir.



Celsa Flores. Retratos. Foto cortesía de la curadora.


En otra pieza un conjunto de múltiples con una técnica similar a monotipias, Xenia evoca la destrucción que provocó a su país y a la región el fogoso paso del huracán Mitch en 1998, con una gráfica de trazos y recursos tectónicos de sensible impacto, que vuelve a hablarnos de esa trabazón social que arremete, donde no parece haber un norte ni coherencia alguna que saque a flote las necesidades y solvente las contingencias de la mayoría poblacional. Pero al llegar a la sala central, recrudece aún más la percepción de violencia, al mirar unos cuerpos en cuyas articulaciones fueron sustituidos por carnes rojas, que violentan también las nociones centroamericanas: “Perfil de ciudad”. De inmediato pensé en los lenguajes execrables del accionista vienés Hermann Nitsch, pero además Xenia agrega otras sustancias gelatinosas que incrementan la tensión y desasociego, al percibir esas superficies pintadas, desdibujadas, intervenidas con un lenguaje entre la pintura, la gráfica y el collage. Lo que pienso es que estos hilos nos refieren a toda esa violencia existente en la realidad hondureña y países vecinos, de mujeres asesinadas por motivos que no coinciden con la razón, como ocurrió con la poeta Berta Cáceres, y, sobre todo, aparece el germen del sufrimiento para pueblos dejados al garete por la política, los gobernantes, la carencia de empleo, el trasiego y comercio de la droga que se infiltran en los estratos de poder locales, y que vuelven a la población minusválida, indefensa, sin poder cambiar la misma canción de siempre.



Regina Aguilar. Metate en granito volcánico. 1996.


En el lado V de Teorética, en la primera sala, se exhibe una de aquellas esculturas de Regina, talladas en granito volcánico que estuvieran expuestas en tan recordada Mesótica II, la cual se convirtió en uno de los puntos de inflexión para un antes y un después del arte regional contemporáneo; el minimalismo y lenguaje de esa pieza evoca el potente arte originario maya, tan ligado a la tolerancia entre naturaleza y cultura. A partir de aquel proceso, muchos beneficios ocurrieron en Centroamérica respecto a su arte, circulación y visibilización, destaque de la prensa internacional, de un arte beligerante y resonancias del cañón y la metralla, que fustigaban la anterior percepción de cuadros con flores multicoloras y paisajes de ensoñación, que eran llevados a exponer a Venecia por los familiares y amigotes de los gobiernos de turno; eran representaciones alejadas de la realidad del arte centroamericano, y que, de alguna manera, la renovación puso las miradas en artistas que antes de 1997 nadie se fijaba. Ese fue el gran legado de Virginia (creadora de Teorética en los albores de este siglo), como gestora cultural centroamericana, y hasta su deceso en 2010, que nos dejó visibilizadas a artistas como Isabel Ruiz y Regina Galindo de Guatemala, la Patricia Belli y Claudia Gordillo de Nicaragua, Priscilla Monge de Costa Rica, Marta Eugenia Valle de El Salvador, Regina y Xenia de Honduras, entre muchas otras. Sin embargo, igual dejó una enorme oqiedad que debe ser llenada, desafío, de volver a reorganizar las fuerzas a partir de estas hiladuras para fortalecerlas, hacer visible a esta Patria Mesoamérica, que hoy se proyecta incluso hacia sus extremos de México y Panamá.



Regina Aguilar. La Red. Foto cortesía de la Curadora.


La Casa de Teorética en la barriada capitalina de Amón, luce renovada en su fachada principal, encendida, transformada como un nuevo soporte para las letras centroamericanas, y en particular, de la poeta hondureña de quien proviene el título de esta muestra: “Solamente yo puedo confeccionar mi mañana”, tomado de un fragmento del poema de Clementina Suárez [1902-1991].


Un par de piezas más anclan en este comentario, y son “Enjambre” de enorme sensibilidad e intimidad femenina, y “Tú peinas y despeinas mi cabello”, ambas de Celsa Flores, además de algunos retratos de trazo gestual y potente plasticidad que se montaron en la sala de acceso, al lado de “La Poderosa”, de Regina.



Regina Aguilar. Documentación y videos. Foto cortesía de la curadora.


Otra de las piezas que destaco por su naturaleza crítica, es “La Red”, de Regina Aguilar, la cual estuvo en una de las fachadas donde se expuso la Séptima Bienal de la Habana: una serie de cuerpos en blanco que flotan en un limbo que a su vez intrinca con la percepción de red humana, la cual se extiende hasta donde la imaginación de nosotros como espectadores pongamos límite, y que visiona esa realidad del istmo de personas que buscan oportunidades hasta donde nadie cree que existan.


De esta misma artista se tiene muy presente el proyecto que en 1992 creó la Fundación San Juancito, en un lugar donde ayer funcionaba una minería. Ahí Regina construyó su taller e integró a la comunidad de exmineros y jóvenes desempleados, para capacitarlos en técnicas artesanales y artísticas, ofreciéndoles trabajar junto a ellos. Comenta la curadora: “Los estudiantes de la Escuela Taller San Juancito practican los oficios complementando su formación con un programa de educación artística y un programa de microempresariado para que, al egresar del centro, estén capacitados para diseñar sus propios objetos y manejar sus propios talleres”. Este aspecto agrega una percepción más que observa la obra de arte actual en estos tiempos tan singulares, que no son sólo esculturas, instalaciones, fotografóas, grabados, sino un proyecto del orden comunal y social, el cual marca a toda la comuniudad, y se vuelve, como se dijo, en una obra de arte más, oportuna para representar a la región en los escenarios de alta visibilidad del arte contemporáneo internacional.


Dije que tenía aspectos que relatar de las experiencias de montaje de Mesótica II y en particular de la pieza de Xenia en Roma y Turín, y con este argumento referencual concluyo esta reseña. La pieza de esas memorias necesitaba de un entorno quizás ensombresido o empobresido que afectaran los materiales y objetos muy de carácter Povera, los comales, las tortillas y los biberones, pues Virginia y quien relata, nos fuimos a revolcar cartones y maderas de desecho en la construcción de una parte del Metro de Roma, que llega hasta el Largo Argentina cercano a Piazza Cairoli y al Campo de fiori, precisamente donde se erigió el monumento a un personaje sombrío y enigmático, Giordano Bruno, y agrega una frase lapidaria pero de enorme carga de significado actual precisamente donde cunde la violencia y la desesperanza: …“ahí, donde el fuego arde”.



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