A propósito de la muestra “Obra Gráfica” de xilografías en la Galería de la Escuela de Artes Plásticas Universidad de Costa Rica, julio, 2022
Adolfo Siliézar, En el corazón de la noche, Xilografía a contra fibra, 2017m
Lo múltiple en el arte de estos tiempos de complejidad y reinicio (reset), después de que la humanidad quedara atorada por la pandemia y la crisis económica que recrudece la actual guerra en Europa, además de los sinsabores sociales que provocan las migraciones, la inseguridad que traba el cotidiano, tienen no sólo una cara letal la violenta sino también afanosa, captadas por los artistas visuales, quienes al abordar estos temas redimensionan esta faceta y lo hacen con experticia, investigación, rigor, valor y profundo sentido en sus prácticas artísticas. Estamos vivenciando un tiempo como nunca, y de todo esto va a emerger un grito no solo revelador sino renovador. Adolfo Siliézar, grabador y creador visual, nacido en 1952, (es de mi misma edad de emergencia) saltó al panorama artístico en la década de los años setenta, a quien conocí precisamente en aquellos anales y espacios de la cultura, cuando nos encontrábamos en las aperturas de exposiciones y tertuliábamos generando grupos y cohesión de pensamientos en torno al arte costarricense.
Adolfo Siliézar, Conjuro.
Respecto a aquella realidad, la impronta del arte político aventajaba a los guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y nicaraguenses, pues en el país no vivimos esas tensiones. Rememoro en este momento el singular y polifacético cartaginés Koky Valverde (fallecido en 2016), con sus críticas al recordar la Primera Bienal de Pintura Centroamericana de 1971, cuando el país no obtuvo ninguna distinción, y el jurado encabezado por la argentino-colombiana Marta Traba, el mexicano José Luis Cuevas, y el peruano Fernando de Szyszlo, entre otros, trataron al arte local de acomodadizo y complaciente, y de los premios solo fue distinguida con el Gran Premio “Guatebala” 1971 de Luis Díaz, y dieron un único premio por país, que lo obtuvo Rolando Castellón, con el dibujo “Danza Alegórica” 1971.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Obra Gráfica en la Galería de Artes Plásticas UCR
Adolfo hoy presenta lo más reciente de su labor creativa en xilografía y grabado al taco, con la muestra “Obra Gráfica”, además un video biográfico muy bien documentado, (producido por la misma escuela de la UCR para esta exposición, https://youtu.be/dVE36vTvKDE), el cual me impresionó lo suficiente, en tanto aclara cuáles eran las búsquedas e intereses personales del investigado, y que apreciarlo, al tiempo de repasar lo expuesto en el distrito universitario de San Pedro, nos catapulta a otra realidad e impele a preguntarnos sobre el significado de aquel tiempo que nos tocó vivir a nuestra camada de artistas al emprender nuestras carreras del arte.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
En el video, Adolfo, entre otras nos recuerda su primera exhibición de dibujos en el Café del Teatro Nacional, (1978) en la cual personalmente estuve presente, y más que la técnica del dibujo bastante depurada, evoco unas figuras de damas teatrales de escenas renacentistas. Comenta qué él empezó participando los fines de semana en el Parque de la Expresión, parque España, y ahí doña Graciela Moreno (directora en aquellos años del Teatro Nacional) le ofreció hacer aquella muestra liminar de sus dibujos que marcaron para siempre su carrera. Con esto delata que en el arte se sufre, pues si no hubiera tenido el éxito económico en aquella exposición, quizás no se hubiera aventurado a culminar su dedicación.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Sus inicios fueron en 1966 cuando ingresó a la Casa del Artista, luego continuó los estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR. Ahí, en particular, se interesó en el taller de grabado que impartía en aquellos años el maestro Juan Luis Rodríguez Sibaja, quien por su dote de fiera crítica y divergencia con lo establecido reunía a las figuras más propositivas del arte nacional de los ochenta y noventa, cuando las manifestaciones locales re-direccionaron sus cursores hacia un arte menos contemplativo y en el cual se ceñía la raíz rizomatosa de lo político y existencial. Se recuerda a artistas como Héctor Burke, Joaquín Rodríguez del Paso, Emilia Villegas, Rolando Garita, Hernán Arévalo, Carlos Aguilar, Klaus Steinmetz, Amán Rosales, Álvaro Duval, entre otros que fueron formándose no solo en las técnicas sino en lo conceptual.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Llegaron también en esa década a trabajar en el país algunos artistas centroamericanos como los guatemaltecos y hermanos Moisés y César Barrios, Arnoldo Ramírez Amaya, Roberto Cabrera, además de los locales los Fernandos Carballo y Castro, para conformar otros grupos y compartir saberes y posicionamientos estéticos, en algunos casos ideológicos, adversando las cúpulas militares que diezmaban la voluntad de los pueblos originarios de Mesoamérica. También nos encontramos en los talleres de artes gráficas del CREAGRAF, organizado anualmente por la OEA, el Ministerio de Cultura y la UCR desde 1976, a los cuales llegaban artistas de otras regiones del istmo y países vecinos como Venezuela, Colombia y el Caribe. Ese lugar de encuentro favoreció el reconocimiento para los artistas nacionales, que pronto se les observó superar fronteras interesándose en el arte sobre todo de México con artistas como Cuevas, Posada, y Toledo, entre otros.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Adolfo se declara interesado en el grabado de Durero, Rembrandt, y de los grabadores alemanes primitivos antes del Barroco. El arte de Siliézar ya abordaba figuras a veces ambiguas y reversibles como algunas de Picasso, que, donde termina una comienza la otra, en una (dis)continuidad que argumentaba las paradojas de esos tiempos y sus contradicciones, temas importantes del arte de aquellas décadas. Hoy en esos grabados existe una dinámica de la línea y del trazo que repasa el formato conformando grupos, dúos o pares con terceros ejerciendo movimiento y desplazamiento por las distintas fronteras y estratificaciones del formato. Sus abordajes estaban teñidos de erotismo y sensualidad, el uso de la línea curva abierta que tanto estimula la lectura de la pulsión liminal, y de esa continuidad que no daba punto de inicio ni de fin, sino que permitía fluir hacia otras formas como si fueran práctica del dibujo de contorno ciego.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
En esas obras prevalece una narrativa profusa cercana a la madre naturaleza, a la pachamama en la cosmovisión de nuestros pueblos originarios mesoamericanos, donde la mujer es central, a veces devoradora, protectora, con una fuerza unívoca que cohesiona todos los elementos terrestres: tierra, agua, fuego, aire. Ahí hay presencia de los mares y ríos, quizás refiere a la Yemayá diosa orisha de los siete mares del mundo, cosmovisión yoruba que trajeron al Caribe esclavos africanos dentro del plan colonizador, y que se extendió hasta Brasil. O la madre parturienta que se desdobla en el parto para traer al mundo a otra criatura, en la oscura cueva o útero del planeta que nos motiva a los humanos al retorno, a volver a aquellas aguas donde todo nos fue dado. Aunque en esos trabajos hay otros abordajes como el urbano, en particular el cercano a la naturaleza es el que me conmueve y convence.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Creo que bien podríamos separar a ese Silézar grafista y dibujante de musas renacentistas de los setenta y ochenta, al artista instalador y experimentador de los materiales provenientes de lugares de demolición donde él adquiría muebles, sillas, sillones, mesas, trasteros u otros objetos que pasaba por el fuego, como lo hacemos los humanos que pasamos por el crisol de la vida, para entablar un nuevo espacio de conmoción, pero también deleite de aquellas cenizas y tizones. Comparto el siguiente texto de observación de su trabajo, que incluí en mi libro “Bosque de Símbolos” Tres Década de Arte Contemporáneo en Costa Rica, el mismo que espero pronto poder repasar en una versión digital.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Pero antes de transcribir algunas partes de esas reflexiones sobre Siliézar, cito a Yula Cambronero, docente de la escuela de Artes Plásticas UCR quien presenta al artista en el catálogo PDF de Obra Gráfica 2022:
“En su trabajo, entreteje ideas en torno a Dios, la Patria, el Sexo, la carnalidad, la Muerte, el Amor, la Naturaleza, y no concibe sus imágenes sin la figura humana. El interés por el erotismo viene en respuesta a la mirada represiva y conservadora impuesta por la institución religiosa, la cual percibió en el seno familiar, así como en su entorno sociocultural. Entre sus inquietudes más latentes se recalca el vínculo con la creación (práctica artística) y el contexto en el cual se desenvuelve. Una de sus mayores angustias la provoca su sentido crítico ante la sociedad costarricense, a la que ve cómo disemina su carga emocional en el espectáculo vacío”.
Adolfo Siliézar, Obra Gráfica. Muestra 2022.
Adolfo Siliézar: Premisa de un fuego (in)visible
Decía, en ese y otros textos que todos sin excepción conocemos el fuego, como también hemos experimentado al agua, la tierra y el aire, es otro de los elementos terrestres; muy relacionados entre sí por su naturaleza ontológica. Afirmamos su conocimiento en tanto lo experimentamos a diario, en su forma habitual de llamaradas o como energía calórica, la braza o como la luz del rayo. Son caracteres que potencian y nos son útiles en la vida, pero también destruyen.
“Existen procedimientos para que rastros, restos, y objetos lleguen al fuego: uno busca aligerar las cargas que sin excepción llevamos a espaldas en la vida, para el olvido o para reinventar una memoria escindida por las complejas vicisitudes del hoy. Esta categoría es la flama que se quema clamando al cielo: la vela propiciatoria o la braza que hace arder al incienso liberando un olor agradable, espiritual, litúrgico”. Quirós 2022 S/P
Adolfo Siliézar. Reminiscencias del poder. 1995. Colección del MADC.
Y digo esto pues como ya expresé pies en la obra de Silézar está presente esa contradicción del amor y la muerte, la profusa natura y el bosque interior con las aguas en las cuales sumirnos y purificarnos, pues son un ritual de sanación donde la diosa Madre (Yemayá en la cosmovisión yoruba, o Milurtmi en la bribrí de los pobladores originarios de Baja Talamanca), son un discurso central y descolonizador.
En aquel texto dije que Adolfo Siliézar, adopta este elemento, las llamaradas del ritual; como una actitud “incendiaria” para enfrentar a la bestia (la incertidumbre) y el desenfreno contemporáneo, la cual impone cargas y normativas pre-visualizadas, como dije y repito: desde las plataformas del poder.
Adolfo Siliézar. Retrato, foto capturada del video. 2022.
También me refiero al tercer proceso que es precisamente el forcejeo creativo o lo que llamo “energía intelectual”, la del pensamiento crítico, ardor interior que no nos abandona durante la práctica artística: alumbra, anima, pero no tiene apariencia. Por ser tan de naturaleza emocional, acrecienta o decrece como la luna fría en la larga noche, del místico o del artista, pero que siempre quema.
Respecto al ese fuego que no se ve, agrego:
“Para trabajar con estos estamentos del arte de hoy, Siliézar se sirve de objetos en maderas, libros, juguetes, encontrados o buscados, calados, o tallados por él, y el uso de cuerdas. Somete estos materiales al horno -como aquellos tres jóvenes que envió Nabucodonosor al horno ardiente por no obedecer sus mandatos-, pero en el caso de este artista es para exorcizar fuerzas que anteponen mamparas ilusorias, que impiden ver la realidad. Son muros no solo para la expresividad, sino también para la existencia misma, y que están emparentadas con los malabares de la política mundial y de los Nabucodonosores modernos”. “Quirós 2022)
También está presentes las cuerdas, en función de amarrar, redireccionar, pero también fracturar, son como esas normativas sociales que nos meten dentro de un encuadre, que no es el nuestro, son impuestos por la dominación y la hegemonía. Pero también esas cuerdas entretejen tácticas, portan órdenes vigiladas por el ojo dominador del Big Brother de siempre.
El arte de Siliezar
Importa, en este acercamiento -y, como dije, extraigo de mis escritos-, dar una ojeada a la obra autoral suya, sus dibujos, grabados, y esculturas e instalaciones, él encuentra ese punto de quiebre en la segunda parte de los noventas. Antecede a artistas que se insertaron de inmediato en el conceptualismo, estimulados quizás con las muestras con que abrió el MADC en 1994. Su obra de mayor interés es de carácter Povera, en el cual se valoran los cambios a que se someten los materiales (en el horno de la vida, de la cantera o del taller), desde el momento mismo en que el artista los colecta y pasa por ese crisol que llamamos creatividad, que carboniza, vuelve ásperos y renegridos, hasta montarlos revestidos de una ignota belleza. Los abandona, porque en adelante no serán suyos, serán del museo, el cual los recibe dentro del cúmulo de tensiones interpretativas que conforman los lenguajes y discursos teóricos del arte de hoy.
Una de las piezas de mayor fortaleza dentro de estas expresiones es su pieza “Reminiscencias del Poder”, 1995, colección del MADC, se trata de un asiento acentuado por la altura para representar el trono, lo hegemónico, difícil de destruir, aunque esté convertido en tizne. Habla de la fragilidad que representan las cenizas, pero también dignidad y poética, la del objeto que un día fue por lo tanto refiere a la memoria. Quizás, en tanto ese objeto pudo estar en un altar mediando con lo sacro, incluso pudo ser puerta o ventana de un burdel, ambos son el juego, la estrategia en un fuego cruzado de miradas, las de esa sociedad y el filibusterismo moderno.
Para concluir
A Siliézar lo ubico en un grupo de contemporáneos que se relacionan por esos enfrentamientos a la sociedad, a la bestia -que no es aquel tren al que subían los migrantes centroamericanos para llegar a los bordes custodiados por el ojo del gran hermano, es la fiera que amenaza con constantes envestidas de la violencia, el hambre, el dolor, la enfermedad, la carestía, la inflación, el grito de auxilio y desesperación, el combate. El suyo, el de sus objetos quemados, el de sus xilografías, y con esto termino este acercamiento al trabajo creativo de Adolfo Siliézar, es un discurso de descolonización, que muestra las cenizas y quebrazones después de las imposiciones culturales traídas por aquellas tres carabelas a mitad del milenio pasado, pero que no enseña las llamaradas que convirtió a esos vestigios en tizones y cenizas.
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