Gerardo Gómez. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Antes de comentar esta muestra bicentenaria titulada “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador, quiero relatar cómo perdí y recuperé el Asco (1997), extraordinaria novela corta de Horacio Castellanos Moya; me la obsequiaron a finales de los noventa del siglo anterior, y, con este gesto de amistad incentivar mi afición por la narrativa y el arte contemporáneo centroamericano. En la vida todo tiene un sentido, un ángulo por donde mirar la realidad, nada ocurre porque sí, existe un trasfondo en toda situación, que entretejer y reconocer esas tramas de influencia para culminar la acción, pienso, pues también dicen que toda acción atrae una reacción.
Cuando me conecté por FB Live para seguir el conversatorio de este proyecto y escuchar a su curador Walterio Iraheta, quien refirió al conocimiento de lo esencial del salvadoreño por su gráfica: dibujos, skechs, ilustración, caricaturas, grafitis, arte callejero, esténciles, grabados, entre otras técnicas visuales utilizadas en ese país para cuajar sus críticas sociales y políticas a dicha realidad, en principio disentí, pues me parece que no hay medio mejor para conocer su idiosincrasia como leyendo el Asco. El comentario empezó a darme vueltas en la cabeza, sin sospechar que, semanas después lo escribiría en mis pretensiones de interpretar y reflexionar en toda esta serie expositiva, incluida la versión de Madrid, Casa de América, curada por Tamara Díaz-Bringas (1973-2022) y Ricardo Ramón Jarne de la Agencia Internacional de Cooperación Española.
El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Leer sobre aquel individuo acostumbrado a vivir en Canadá, que volvió a su país de origen para acompañar a su madre a la sepultura, pero al llegar, el lugar le parecía insoportable: detestaba la gente, costumbres, formas de idiosincrasia, todo le repugnaba; la suya era una manera peculiar de crítica social, con un sentido literario y sabor centroamericano.
Al salir de casa para ir al museo, prefiero el transporte público con lo lento que es, pues puedo leer en el recorrido. Ese día lloviznaba, me dirigí al autobús, y al sentarme noté que el libro que me regalaron no estaba, lo busqué en la mochila, lo había perdido. ¡Bueno, perdí El Asco!, me dije apesadumbrado.
Recordé, que días antes, conocí a varias personalidades de la cultura, y anoté los datos de dos personas que me presentaron, en la última página del libro. Al terminar la mañana, abrí el correo electrónico y había un mensaje de una de ellas, a quien conocí en aquella reunión. Avisaba que un desconocido telefoneó, informándole que encontró un libro donde leyó sus datos, y que, aunque dañado en la cubierta dentro, el libro, estaba intacto.
¡Vaya!, ¡qué emoción! ¡Pero qué sorpresa, además!, pues quien lo recogió, era uno de mis sobrinos, y al escuchar mi voz, dijo: -¡Ah, tío, era usted, ja, ja! La cubierta estaba algo molida pues los autos le pasaron por encima. Lo bueno de todo es que finalmente El Asco volvió a mis manos, aunque hecho literalmente un asco.
Gabriel Granadino. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
La muestra y el discurso del curador
Al escuchar al curador Iraheta referirse al dibujo mural de Gerardo Gómez, para mi asombro la realidad calzaba con la narrativa de Castellanos Moya: Un bar de mala muerte, cargado de humo de cigarrillos, olor a comidas, cervezas, licor, alientos algo espiritosos, aturdidor, conmocionado por demasiadas texturas auditivas y visuales, conversaciones y ruidos que se superponían en una aglomeración, visual, olfativa, entre olores humanos nada agradables que me hicieran evocar una típica jornada en un bar citadino, en una barriada en degrado urbano antes de la pandemia.
Escribe Iraheta en el texto curatorial 2021 publicado en la web del CCEsp:
“La idea de nuestros ancestros mayas de que el pasado es fundamental, que no se olvida ni se abandona, sino que se camina con él en el presente, como si se tratara de varios presentes, porque el futuro hacia el que se camina también será presente; no solo es poética, sino que es un pensamiento que debería guiar nuestras acciones”. ( http://ccecr.org/evento/el-pasado-adelante-2/ )
Recordé, en esta introspección que provocó la lectura de este texto del curador, y que me motivó a reflexionar sobre el arte exhibido en San Salvador, el cual aprecié y como dije de manera virtual en la web del CCEsp, en ese momento recordé al teórico de la percepción Rudolf Arnheim, quien alegaba que nada es observado, como único y aislado, o sea, todo tiene su contexto, y aquel cuento introductorio de El Asco, destinado a motivar mi lectura del trasfondo de la exposición: apuntaba a la premisa de mantener un pasado, catapultado hacia adelante.
Guillermo Maldonado. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Iraheta, un artista contemporáneo ampliamente reconocido en la región, en uno de los videos presentados en la web, relató cada una de las obras expuestas, lo atendí con atención, me era útil para comprender esos contextos y trasfondos de los que hablo, en esa singular manifestación de la gráfica como práctica artística salvadoreña. Sin embargo, en general me pareció abigarrada, recargadísima, excesiva, el arte y los medios visuales que le dan presencia, como también la cantidad de expositores, y por si fuera poco, invitaba a Priscilla Monge y Ángel Poyón, quienes ya estaban en la propuesta de Madrid, pero que resulta redundante esos discursos, aunque fueran obras diferentes, sin embargo, asimilaban quizás, la manera de como fue leído El Asco, al introducir este comentario.
Inicia, el video donde aparece el curador, comentando la propuesta de Rafael Díaz, un investigador que en su praxis médica la aviva con el arte, sirviéndose de dibujos muy esquemáticos, pero sugestivamente hermosos por su síntesis, eran de una persona mayor afectada progresivamente por el Alzheimer, y en lo cual fluye la metáfora de que “el camino del olvido conduce a la muerte”, tal y como expresó el curador y que me consumió aún más en el sumidero del pensamiento. Con esto refuerza la importancia del abordaje del arte contemporáneo, explorando horizontes entre ciencia y arte.
De Guillermo Maldonado, quien usa matrices de xilografías impresas y fotocopiadas para mostrar una masa de figuras que parecen reverberar en el mural de pared, que evocan las vicisitudes del caminante, del migrante en una imagen cíclica que pareciera salirse de la sala y recubrir, como en un sueño, el edificio, el barrio, la ciudad. Esa reverberación son las quimeras vivenciales que pasan los migrantes, que llevan incluso a la terrible instancia de la muerte, como hemos sido informados por las noticias cotidianas.
Javier Ramírez, aborda lo deportivo con figuras recortadas y dibujadas que llenan el plano transparente de unas puertas de vidrio entre las salas, con cientos de figuras que evocan el arte religioso, que según describe el curador, son como el Juicio final y el techo de la capilla Sixtina de Miguel Ángel, pero son críticas al dominio y poder del dinero, que acapara la atención del imperante mercado del fútbol.
Melissa Guevara traza en la pared un mapa del istmo y rellena con tierra mezclada con sangre, para visibilizar los territorios correspondientes al “Triángulo de la violencia”: Guatemala, Honduras, El Salvador. Intenta provocar una introspección que interese a las organizaciones humanitarias por lo ocurrido con miles de migrantes que caminan estas cartografías tan tremendas, desesperantes, desesperanzadoras, que terminan re-dirigiendo el visor hacia el Norte, precisamente de donde provienen todas esas tensiones y males cuando los migrantes son rechazados y los mandan de vuelta a vivir en la pobreza de sus países.
Javier Ramírez. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Lía Vallejo crea 14 retablos dibujados con escenas que recuerdan el paso del “Via Crucis”, en las cuales sustituye aquella iconografía doliente, por imágenes locales que hablan de pedofilia y escándalos, las cuales son provocativas a la fe, y a la institución católica, con una historia también de poder y violencia, en un pasado también oscuro y hostil, tanto como el actual.
Víctor Hugo Rivas, Ficciones. Aborda el tema de las tejedoras, en una pintura monocroma que es subvertida por un cuadro de figuras femeninas indígenas, cambiadas por los militares locales, tejiendo un camuflaje de tela militar. Despojan a estos detentores, el poder que les confiere el uniforme. Fuerte reflexión que desmitifica otra institución, la castrense donde también calan historias de corrupción.
Simón Vega, expone “Holograma de la estación espacial Colonia Centroamérica 2021”. Nos coloca en la utopía de la independencia, que nos hace ver y sentirnos como ciudadanos de los países del primer mundo, pero sin los recursos económicos, ni la educación ni las tecnologías. Es mera añoranza, una visión simulada de lo que queremos ser, pero sin recursos ni fortalezas para lograrlo.
Simón Vega. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Gabriel Granadino. Liquidación, es un panorama detonador del final, un discurso escatológico con ciudades y edificios colapsados, hundidos, entre los cuales se miran las pancartas y vallas publicitarias de un pasado no tan lejano, en cuyo paso solo quedan las ruinas o signos de su lujuria.
Carmen Elena Trigueros. “Serie Bordados incómodos”. Evoca la violencia intrafamiliar y las calamidades sociales, ella recorta escenas colectadas de los diarios, que hablan de los migrantes, de el acoso y violencia urbana, y los teje con un hilo que proviene de su azarosa realidad que nos parecen espejismos, pero en los cuales nos miramos también cada uno de nosotros.
Natalia Domínguez nos refiere al daño que las sociedades actuales infringen al medio ambiente: Paisajes utópicos, son sutiles comentarios que tienen el objetivo de ponernos alerta, estado de desesperaanza, pues, a veces parece, que ante tanta calamidad y signos de degrado, no se hace nada coherente y nos vemos incluidos y sin hacer absolutamente nada.
Los “Monumentos a la guerrilla y espantapájaros” de Osvaldo Ramírez Castillo, son, como aprecia el curador Iraheta, anti-postales, conmovedoras, de símbolos nacionalistas, pero que nos sumen en una realidad deprimente, la que mira el artista en su ciudad.
Mario Santizo, por otro, dibuja objetos y personas entre los cuales existe una transición, una suma morfológica, o ejercicio de reconfiguración. Los convierte en monstruos de esta civilidad actual pero donde no nos comprendemos.
Priscilla Monge. El “Pasado Adelante”, en el Centro Cultural de España en San Salvador. Foto cortesía del centro.
Priscilla Monge expone una serie de sus dibujos de monumentos que focalizan a una sociedad machista, falocéntrica, que los convierte en caricaturas de un nacionalismo exacerbado.
Y, Ángel Poyón, con el proyecto “Área de Traslado” implica una mirada de ironía sobre la configuración de ese paisaje, con reinvenciones de objetos a partir de su dibujo, de su jerga la cual conoce muy bien, pues son su práctica cotidiana.
“Para aprender del pasado -retomo, para concluir, el texto de Walterio Iraheta, curador de El Pasado Adelante en San Salvador-, es importante tenerlo siempre presente, pero no en un sentido retórico y estático, sino dinámico y vinculante, como una guía de cambio: un elemento básico y fundamental para la construcción del presente y que debería tener una fuerte incidencia en el futuro”.
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