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Horizonte Espinoso: Provocación y antídoto / Retrato al arte contemporáneo costarricense


Vista de la Sala 1 del MADC con la muestra Horizonte Espinoso, 2021. Foto cortesía del MADC.


Horizonte espinoso, es el título de la muestra en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), inaugurada el 22 de enero de 2021, curada por Gabriela Sáenz Shelby y Sofía Víndas Solano, curadoras invitadas. Provoca a reflexionar ante el curso del arte costarricense y antídoto ante del desánimo ocasionado por la crisis.

A un año de la explosiva expansión de la bacteria covid19 que puso a todo el mundo de cabeza, y a doce meses de predicar el quedarnos en casa, el sistema cultural oficial se sacude del letargo ante ese monstruo apabullante, y anunció, iniciando el 2021, la apertura de esta exhibición que retrata dicha incertidumbre en el año del Bicentenario.


Cuando todo se vuelve digital, como ocurrió en esta larga cuarentena, encontramos la peligrosa “dulzura del facilismo”, razón que motiva a celebrar esta apertura de “Horizonte espinoso”, para levantar las defensas del cuerpo creativo a partir de las fortalezas de la cultura, pues si el arte está bien - como dijo Lucía Madriz aludiendo a la naturaleza-, los artistas y la comunidad también lo estarán.



Vista de la Sala 1 del MADC con la muestra Horizonte Espinoso, 2021. Foto cortesía del MADC.


Ejes de la reflexión

Uno de los abordajes de esta exposición, precisamente el que en particular me interesa, refiere a la conservación del planeta. Sáenz y Víndas, en uno de los textos de pared argumentan sobre las consecuencias de la aceleración social y material motivadas por el carácter de las actuales interacciones humanas y su manera de relacionarnos con el medio ambiente, y agregan:

El costo de este movimiento frenético, implica pérdidas humanas y naturales. El resultado es el caos y la devastación de nuestros patrimonios biológicos, la desaparición de los humedales, la explotación agrícola y la indiferencia ante el drama de la inmigración y sufrimiento del prójimo”.

Esto pone el dedo en la llaga de la perpetuidad.

La provocación

No es que desprecie los argumentos tratados en otros tópicos que conviven en los abordajes al arte actual, a la cultura de la tercera década de este siglo y el singular tratamiento de los materiales, pero pienso en la importancia de que el artista se compenetre con el suelo donde habita y camina, el que le da sustento, en tanto es el territorio para sacarle el fruto al planeta, incluso, sí se hace con las uñas.

El planeta es el eje primordial para mejorar en todos los aspectos, si antes, en el arte del pretérito los artistas se interesaron en representar el paisaje, hoy en día cala más el paisaje interior, el que se construye dentro para emerger con toda poesía, eso en que creemos e intentamos defender. Priva la no contemplación: la interacción del artista con lo natural, quizás por ello me interesa el arte del francés Pierre Huyghe (1962), quien elabora una monumentalidad a partir de la materia origen, tierra, lodo, agua, piedras, piel verde que recubre el suelo, para provocar nuestra conciencia sobre el inminente peligro: lo que hagamos al entorno, se nos puede revertir, y que se nos venga encima como terraplén.



Vista de la Sala 1 del MADC con la muestra Horizonte Espinoso, 2021. Foto cortesía del MADC.

Antídoto: La conciencia del arte

Importante, en primera instancia del presente análisis, que en el arte actual se traten estos tópicos interactuando con el entorno, sabiendo más de él y su funcionamiento para el equilibro y armonía social, cultural, y, tal y como se dijo, medioambiental.


Participé, durante todo el año 2020, en un grupo de intelectuales de diversas áreas de las ciencias sociales y arte, en discusiones por zoom, lo cual me ayudó a percatar de lo que aquellos profesionales esperan de los artistas, pues en la realidad solo piensan que nos ocupamos de pintar lindas rosas, o paisajitos dulzones y complacientes, pero que no nos metemos con problemáticas de la historia o memoria cultural costarricense, ni mucho menos acercarnos al árbol de las ciencias puras.

Eso es precisamente lo que muchos creen que es el arte, y la verdad no piden nada para aprender, pues creen saberlo todo, razón por la cual considero vital este eje del ambiente en la muestra, y la motivación de la conducta ecológica, pues si bien las rosas son tersas y simbolizan lo dedicado, en oposición el título de la muestra lo dice muy claro: son como ese horizonte que también posee espinas, refiriendo a la pieza del desaparecido Pedro Arrieta, autor de la instalación aludida.

Entrevistas a artistas como la que tuve con Diana Barquero el año pasado, me sirvió para demostrar el interés del arte contemporáneo explorando terrenos de la ingeniería y la ciencia. Abordajes como el de Stephanie William en Cuadro O, expuesta acá en el MADC, me sirvieron para demostrar el interés en la historia y la profundidad de estas investigaciones afines al científico social y a las ciencias exactas. Incluso, la pieza Devenir en azules 2019 de Williams expuesta en esta propuesta, tiene algo de esa revisión al croma del firmamento comparándolo con un test de círculos con matices de azul.


La obra de Carlos Fernández “Where Light is Needed (Donde se necesita la luz), pintura e instalación, 2019, es suficiente para la lectura hecha desde la pintura, con el manejo técnico y de contenido que requiere y es constante en él, pero y sobre todo, con importantes argumentos ambientales. Son signos contundentes que nos confrontan, a esos cúmulos de tierra disgregados sobre la superficie de la sala 1, -son esas provocaciones a las cuales me refiero-, motivan a internarse en los que sabemos y creemos respecto a la materia origen: la tierra, y la interacción con lo natural en la obra de arte actual. Ojalá si pudiéramos, para hacerlo mas vivencial, enlodar las manos y salir airosos de esta visita al museo, pues entonces el acto de visitar el museo lo recordaremos siempre.

En una posición similar está la mencionada pieza de Diana Barquero, ensaya diversos cúmulos de materiales en los cuales el agua es centro de atención, por su valor actual, cuando las grandes compañías buscan negociar con el preciado líquido. Pero ella no habla de negocios, habla de contaminación, habla de amenazas. Se dice que en el futuro los conflictos bélicos no serán solo por el petróleo, sino que serán por el agua. Por su parte Cinthya Soto toca este tema del vital elemento con su video-instalación Yo-ver I, pues al mirar hacia arriba enciende la provocación sobre otra noción del tiempo, el atmosférico y sobre la importancia del agua en nuestras vidas y para el planeta.



Diana Barquero, instalacion en Sala 1 del MADC 2021. Foto LFQ



Argumentos de rigor

La artista costarricense Diana Barquero, desde hace tiempo, aborda la tierra desde el abundante elemento natural y sus simbolismos, afectados a veces por la catástrofe, el desborde y la afectación del mismo entorno, no solo con el agua u otros agentes naturales, sino también el preciado líquido afectado por la misma tierra. Aquella monumentalidad que perfila Huyghe, que parece venirse encima, es un panorama al cual debemos consideración y respeto. Aspecto que me recuerda una lección del maestro Paco Amighetti, al referirse a la contemplación activa que los orientales demuestran por la naturaleza, lo hacen al pintar una naturaleza enorme, serpenteante, encabritada, y a una figura humana, diminuta, ante aquella inmensidad.

Diana asume pensamiento crítico respecto al espacio productivo, proponiendo estrategias artísticas posibles para mejorar nuestras interacciones con el planeta. Aquellos conglomerados dispuestos en una superficie sobre el piso de la sala 1, sugiere ser la piel del planeta, con sus marcas y cartografías, para entablar nuestro rol de artistas sujetos mediadores de la conciencia, urgente, mientras nos confinamos en nuestros nichos de seguridad o burbujas ante la pandemia, pero mucho debería estar haciéndose en esa reingeniería.


Ella comenta:

“Me interesa el agua, el sedimento y la tierra como materialidades que son una parte vital del entramado que constituye la producción del paisaje. Son elementos que constantemente están cambiando la geografía de los sitios y sus trazos marcan huellas de la historia de un lugar.


El agua, además, rompe con el imaginario existente sobre la idea de borde o límite entre zonas protegidas y zonas productivas, y, por tanto, es el medio que nos puede ayudar a re-pensar y re-jerarquizar el lugar que ocupan estas materialidades en relación con la tierra, con nuestros cuerpos y los cuerpos de otros seres”. (Barquero, D. La Finalísima, entrevista de LFQ. 2020).


Vienen al caso también las palabras de Lucía Madriz en la mesa de investigación por Costa Rica en el Continuo Latido-americano de Performance, noviembre y diciembre 2020, su discurso fue un clamor social y cultural por mantenernos alerta en un constante estado de la cuestión, de estar despiertos a pesar de tanto somnífero que el poder y lo hegemónico antepone para adiestrarnos a permanecer callados, con careta o sin ella. Dijo Lucía:

Sanos nosotros, sana la Tierra y al revés: sana la Tierra, buena la cosecha, buena el agua, buena la salud. Las luchas ecológicas no son algo separado de nuestro bienestar. Las luchas ecológicas son parte del bienestar humano porque como expliqué antes, nosotros somos parte del bioma. Así vemos que cuando contaminamos un río destruimos ecosistemas, destruimos comunidades y destruimos formas de vida. Entonces la causa ecológica es nuestra causa también, es la causa de los cuerpos juntos (comunidad), la causa del cuerpo humano como colectivo, siendo parte del bioma de la Tierra. No existe salud humana sin salud ambiental. ( https://wsimag.com/es/arte/64440-performance-con-visos-de-latido )


Horizonte Espinoso, instalación de Pedro Arrieta colección del MADC. Foto cortesía del MADC.


Las espinas de la muestra

Los demás ejes temáticos aglutinan una amplia diversidad de visiones del arte actual en la esfera doméstica, hay obras que emocionan ante mis aproximaciones de lectura e interpretación, otras menos, y alguna quizás nada. Eso ocurre en todo proyecto expositivo. Advierto esa “moda” de incluir ciertas figuras del ajedrez del arte local, pero se vuelve horma, decisión curatorial vista en muestras como El Portón Rojoen el MAC, curada por Sussy Vargas y Roberto Guerrero, o en Héroes y Monstruos en MBCCR, curada por María José Monge, como que la propuesta, para que sea taquillera, deba tener un dibujo del Álbum de Figueroa, o figuras de algunos maestros que no necesitan mayor validación, pienso en dar oportunidad a otros que urge aparecer en ese juego de ajedrez, que inicia con bombos y platillos la celebración del Bicentenario.

El proyecto que reabre la actividad cultural en particular del año del mencionado Bicentenario, a pesar de lo espinoso se aprecia con fortaleza, bien resuelto desde los focos de atención de la museografía, áreas o zonas de lo expuesto estimulan a leerla como un camino a recorrer todos los días, no solo durante este 2021, es un retrato de lo costarricense, reforzado por ambas fronteras norte y sur.



Marjorie Navarro. Instalación. Foto de LFQ.




Juan Carlos Zúñiga, Jaguar, 2019. Foto cortesía del MADC.



Hay piezas de los emergentes que claman por mayor atención, como la pieza de Marjorie Navarro, una especie de bejuco colgado de alto, con la particularidad de que es cabello, y pensarlo, provoca escozor, tener que recurrir a situaciones tan ásperas como esa para construir el concepto de lo artístico, y aunque duela, son para escapar de lo incierto de la vida. Por aquella misma zona de lo expuesto cala otra pieza de carácter Povera, Jaguar, 2019, de Juan Carlos Zúñiga, un tiesto de cerámica guanacasteca (no creo que sea original pues por lo contrario ya lo habría decomisado Patrimonio) enmarcado por un cuadrilátero de pasto seco, el ensamble refiere a esas vicisitudes de la memoria del ancestro, apenas sugerido, y que también, tanto como los elementos del planeta, requieren atención y conservación: El arte nacional no empezó con Figueroa (aunque si es parte del asunto) ni con la llegada de los maestros europeos a formar la academia en San José, a finales del siglo XIX, importa descolonizar esa percepción pues el arte de Costa Rica empezó con los pueblos originarios pre-hispánicos y deberían estar representados en este compendio.

La vitrina del Colectivo Hapa, con su “orientalidad”, es significativa en tanto refiere a una heredad como es la comunidad china la cual conforma esa diversidad cultural, y un carácter de escritura inventada por las mujeres a través de los objetos e indumentaria para comunicarse con otras mujeres, Nü Shu.




Colectivo HAPA. Nü Shu. Foto cortesía del Colectivo HAPA.




El mueble reversible Entre A y B de Verónica Alfaro, es muestra de la investigación en torno a nuevos lenguajes que sustentan un proyecto como éste, que se convierte en una piedrita metida en el zapato. Rememoro el calar de un boquete en el muro de Jaffis Quintero, Solo existimos cuando nos comunicamos, 2010, es como el segundero de una métrica del tiempo, constante, agotador, desesperanzador, o por el contrario esperanzador, tal y como puede ser ese horizonte para muchos.


Esta bien intencionada la propuesta Vigilia en pie de muerte, 1990, de Rafael Ottón Solís, ensimismado en lo catecúmeno y templo que lleva dentro de sí, pero pienso que en su imaginario simbólico está poblado de comentarios sociales vitales de externar, entre otros los abordajes a la conservación medioambiental.



Arqueología estratigráfica, 2011, de Esteban Piedra. Foto LFQ.

Pero también se repasa, disyuntivas que en su momento calaron en la conciencia como la instalación de Manuel Zumbado Espacios de meditación, 1994, o las fotografías de José Alberto Hernández de la Serie Negra, 1999. Me impresiona concienzudamente la fotografía Arqueología estratigráfica, 2011, de Esteban Piedra y su abordaje a la física mecánica, generadora de interés. El mensaje de Priscilla Monge, y con esto termino esta aproximación a Horizonte Espinoso 2021 en el MADC, de que este es un espacio espiritual, travieso, a pesar de la seriedad que conlleva, va por el rol del museo de confrontarnos con un paisaje interior, el de todos por igual y que calza con la idiosincrasia e identidad del connacional, con la experiencia personal de cada uno al confrontarnos a la vulnerabilidad, problemática social y nuestra cultura: paradojas del arte de hoy.





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