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Juan Luis Rodríguez Sibaja. Premio de Cultura Magón 2020

  • Foto del escritor: Luis Fermando Quiros
    Luis Fermando Quiros
  • 28 ene 2021
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2021



Juan Luis Rodríguez. Uno de los motivos recurrentes en su obra. foto cortesía del artista.



Semblanza de un maestro


El Ministerio de Cultura de Costa Rica, en acato a la Ley No. 9211 de Premios Nacionales, distingue cada año con el Premio Magón a un intelectual, científico o artista por el trabajo de toda una vida. Las postulaciones las presentan cualquier ciudadano, institución o colectivo, e incluso la auto-postulación, de acuerdo a los rigores considerados por la ley y reglamentos.


La jerarca del ministerio Sylvie Durán, este jueves 28 de enero de 2021, en transmisión por redes sociales originadas en el foyer del Teatro Nacional, anunció las respectivas declaratorias en las diversas ramas, otorgando el Premio Magón de Cultura 2020, al artista y educador universitario Juan Luis Rodríguez Sibaja.


Juan Luis es pintor, grabador, escultor, poeta, editor, instalador, muralista, docente universitario de larga trayectoria iniciada al regreso de su formación en Francia en la década de los setenta. Es un intelectual e importante teórico y crítico, uno de los rasgos que infundieron valor y orientación a artistas locales que emprendieron el lenguaje de lo contemporáneo en el arte costarricense.



Juan Luis Rodríguez. Ganador del Premio Magón de Cultura 2020


Memoria de infancia y adolescencia

Declara que sus primeros pasos en la vida le sirvieron al cultivar, innovar y escalar en el escabroso terreno del arte-, siendo adolescente ayudaba al hogar, en un entorno pobre de aquellos tiempos como el de Cinco Esquinas de Tibás. La memoria escurridiza, fija esos recuerdos en un ocre amarillento de la luz que iluminaba las calles y arrojaba sombras sobre las maderas de las casas, terrenos y pavimentos, croma apreciado en los materiales utilizados en sus obras y en los tientes de los grabados.


Aprendió -recalca el artista y educador-, cavando con barra y macana, al sacar tierra con pala y hacer huecos para futuros retretes. Descubrió el tesoro de los materiales colectando maderas a orillas del río Torres, para arder en el fogón de leña de aquella cocina renegrida por el humo y las contingencias de la vida, donde cocinaba su madre. Evoca además la experiencia de observar al fuego transformar la materia en cenizas. Le encantaba sentarse frente al fogón a ver la transformación de la sustancia provocada por el fuego.


Vender granizados los fines de semana por las calles de San José, y asistir al boxeo, en cuyas jornadas enfrentó a sus contrincantes fue una constante que se objetivo tiempo después en su obra.


Juan Luis Rodríguez. Una de las esculturas del maestro, expuesta en la UCR, foto cortesía del artista.


Repasar su obra, significa avistar hacia esa práctica de subsistencia, ring del cotidiano y desafíos que se proyectan en el escenario de lo creativo y cargan de efectividad y visión a su pensamiento crítico, tesoro propio que proyectó con elocuencia al arte de nuestros días.


Trabajar para la compañía bananera en las oficinas capitalinas, y acercarse al paisaje de las barriadas del Torres, fueron motivos trascendentes para elaborar dibujos de trabajadores, obreros, cargadores de mercancías agrícolas en el mercado, y un paisaje nunca estático, siempre creciente que se transformaba ante horizontes cada vez mas amplios, diversos y desafiantes. Ese lenguaje lo distinguió toda la vida y aun lo podemos apreciar en acuarelas y otros registros de su intensa creatividad. Uno de los caracteres de su personalidad es no quedarse quieto, siempre planean, dibuja, componiendo piedras o buscando figuras en los troncos que colecta al lugar donde llegue.


Como colega suyo en Artes Plásticas de la UCR, aprecie escuchar sus agudas pláticas y análisis teóricos de enorme profundidad, tomar café, comentar sus criterios oportunos de un arte tan cambiante, y a lo cual el respondía con dominio de experiencias vividas, eran rasgos que apreciaban sus estudiantes u otros de otros cursos o carreras que llegaban al taller a aprender, y a quienes llamaba los “Perros flacos”, pues según comentaba, eran pobres como él.



Juan Luis Rodríguez. Esculturas efímeras en la isla francesa de Córsega, foto cortesía del artista.


Experiencia europea

Entre 1960 a 1972 logró palpar las corrientes de la vanguardia artística europea, en especial el Arte Matérico, Arte Povera, Minimalismo e Informalismo, fueron complemento de aquel simbolismo y bagaje y conceptualidad que ejercían los materiales para su pintura: Piedras, mosaicos, mármoles, ladrillos molidos, argamasas u otros residuos colectados en demoliciones, al ser triturados y mezclados con resinas o fórmulas muy suyas, comenzaron a generar una pintura, escultura e instalaciones de carácter constructivo, tectónica esencialmente material, investigación que lo llevó a una búsqueda incesante por captar el existencialismo, de estar y vivir en el lugar, ante un entorno donde aún se advertían los estertores de la guerra como era la París de entonces, y las voces disidentes de los estudiantes universitarios del Mayo 68, tema próximo a su creatividad, talento y experticia.

La Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de la capital francesa lo situó en las técnicas del grabado, en las cuales el reinventaba herramientas, era una manifestación caracterizada por la incisión del trazo dando un sentido telúrico, que recuerdan otras anécdotas de su formación cuando en edad escolar dibujaba sobre el tablero del pupitre. En un video que captura sus vivencias publicado por Adrián Arguedas, comenta que dibujar era una constante, y cuando se le acababa el papel, el trazo continuaba en la madera, trazado con fuerza para sacar lo que emanaba de su materialidad, y de aquel paisaje interior que el llevaba dentro, y el cual buscaba un intersticio por donde emerger y manifestarse ante una sociedad que lo observaba pero que a veces hasta lo apabulló.



Juan Luis Rodríguez. Esculturas efímeras en la isla francesa de Córsega, foto cortesía del artista.



Logros de alto calibre: Ganador de la Bienal de París, 1969

Su estadía en la capital francesa lo instigó a buscar un lenguaje, primero por la abstracción y en paralelo lo figurativo: elaboraba recordados retratos de vecinos de infancia a quienes llamaba los “costarrisibles”, criticando las inconsistencias de nuestra idiosincracia. También pintó murales de carácter público, en gimnasios y centros educativos parisinos.


En 1969, Juan Luis, fue invitado a la Bienal de París, con la obra El Combate, instalación adelantada a su tiempo, la cual incluía una escultura tallada en hielo, teñido de rojo y negro, colores de lo revolucionario y de la espiritualidad mesoamericana maya; usó tablones y alambres de púa, para instalar el ring de boxeo, arena que representó las contingencias e incertidumbre de afrontar lo que no sabe ni se conoce de dónde vendrá la estocada del adversario. Además, la pieza contaba con una cinta sonora, rememorando una contienda boxística, y con el tamborileo y golpe de tacón en la marcha de los soldados entrando a la capital francesa en la postguerra, cantando airosos tonadas, propias de esa cultura. Además, de un charco de sangre en el centro de la sala, al derretirse el hielo, tal y como informó Le Figaro en titulares al día siguiente de la apertura de la bienal, anunciando al ganador de aquella contienda del arte.



Juan Luis Rodríguez. Esculturas efímeras en la zona costera de Cocles, Caribe Sur, foto cortesía del artista.



Su obra nacional

Importa mencionar que, aunque el artista vivió doce años consecutivos en Europa, en su obra siempre hubo referencias al país en sus recuerdos de infancia y juventud. Uno de sus trabajos emblemáticos, parte de la colección del Museo de Arte Costarricense “La Familia Cosquillitas”, la cual se mencionó, refería a los pobres del barrio donde creció vivenciando las travesuras de un chiquillo creativo y fogoso, como lo fue él mismo. La Biblioteca Nacional exhibe un frontón sobre las puertas de acceso, mural hecho en mármoles y mosaicos, o pastas utilizadas en su pintura matérica. Fue autor, además, de los murales en maderas del vestíbulo y mezzanine del INS en la sede central de San José.


Al regresar a en 1972 inició la actividad docente para abrir los talleres de grabado, en tanto obtuvo en calidad de donación por parte de Unesco, equipo completo para grabado en metal: prensa, tintas, papeles y otros materiales necesarios para la práctica e investigación del arte gráfico que se impartía por primera vez en las aulas de la Universidad y que luego sirvieron para establecer a mediados de los ochenta el Centro Regional de Artes Gráficas (CREAFRAF), en un programa tripartito OEA, Ministerio de Cultura y Universidad de Costa Rica.


Referente artístico y educativo

El taller de grabado de Juan Luis, en la Escuela de Artes Plásticas, Facultad de Bellas Artes, fue un punto de reclutamiento de artistas estudiantes, como se dijo, quienes buscaban el carácter crítico y analítico que él infundía en aquellos conversatorios y dialógica tan propia de la acción universitaria. Cuestionaba todo, no solo el arte, sino el comercio del arte, la política, la sociedad y sobre todo las actuaciones livianas del tico. Ahí se reunieron artistas de la talla de Joaquín Rodríguez del Paso, Emilia Villegas, Héctor Burke, Klaus Steinmetz, Carlos Aguilar, Hernán Arévalo, Amán Rosales, educandos quienes dieron un especial énfasis al grabado en metal, pero sobre todo, el fundamental cultivo del pensamiento critico, ante las problemáticas contemporáneas y que, en los años ochenta y noventa del siglo anterior, cimentaron el carácter de un arte en constante transformación, el cual se aprecia en salones, bienales y exposiciones en los museos.


Juan Luis Rodríguez. La ventana, una de sus obras, foto cortesía del artista.


En 1993, el Museo de Arte Moderno de San Francisco, California (SFMOMA), expuso una singular muestra de grabados de dos artistas latinoamericanos de alto perfil: el mexicano Rufino Tamayo, y el costarricense Juan Luis Rodríguez, ampliamente difundido por la critica especializada y la prensa californiana. Este hito de su carrera es casi desconocido, pero importante reconocimiento a su carrera. En 1997, fue seleccionado por el MADC para otro compromiso de la estatura que representa exhibir en la Bienal de Sao Paolo, Brasil, donde propuso nuevamente el uso de hielo y el simbolismo del ring: Combate 2.


Su rol de innovador y educador, pedagogía que fluye no solo al asimilar los procedimientos en el taller, sino en la teoría del arte, y al confrontar al estudiante a las vicisitudes de la práctica artística en la complejidad de estos tiempos actuales, acrecienta, al escucharlo disertar, empodera y demuestra que, en arte, no todo se pinta color rosa, que hay espinas y el artista aprende lidiando con esas armas de doble filo, como son el sujeto u objeto del arte de este nuevo siglo y milenio.


Sibaja, como lo llamaban sus colegas en Francia, perfila al investigador e innovador constante, su arte efímero, como las esculturas realizadas en la isla de Córsica, durante la primera década de este siglo, colectando rocas entre las escolleras costeras, que documentó, demuestra el valor actual del archivo del artista, donde se lega al país un acervo documental e imaginario para el aprendizaje de las futuras generaciones de artistas. Se recuerdan experiencias similares en Cócles, Caribe Sur costarricense, usando materiales traídos por el mar: palos, cortezas, troncos, pipas, cocos, textiles desgarrados, cuerdas, mecates, materia pura necesaria para satisfacer el ímpetu creativo creando obras excepcionales, y que luego de documentarlas, el mar desperdigaba entre las arenas costeras sin quedar huellas de su acción creativa..


Tres importantes videos documentan su trabajo: el crítico de arte Juan Carlos Flores, Círculo de Críticos de Arte de Costa Rica, publicó un importante documento donde se le reconocen todos estos legados al arte y a la educación costarricense. (https://vimeo.com/301410972 )


Entre otras revistas especializadas de arte contemporáneo, La Fatal, primer número, publica una entrevista a Juan Luis sobre el quehacer de este maestro del arte local, último bastión de los grandes de una generación que gestó el arte costarricense y sobre manera, la contemporaneidad, teorizando el conceptualismo en el arte.


Adrián Arguedas, educador, pintor y grabador, como se adelantó, produjo para su editora “La Precaria”, un video donde se le escucha discernir y aportar aquel carisma suyo de teórico y regenerador del arte. ( https://www.facebook.com/adrian.arguedas.73/videos/10159546545235649 )


El departamento de Audiovisuales de la UNED, lega otro documento audiovisual de enorme valor para recordar a este creador costarricense, y sus éxitos en los corredores donde se valida el arte en el mundo de hoy. ( https://audiovisuales.uned.ac.cr/play/player/10820 ).


Por todos esos logros, muestras en los mas importantes espacios de la cultura nacional: Museo de Arte Costarricense, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, Museos del Banco Central de Costa Rica, también se le reconoció su indiscutible trabajo e investigación con el Premio Aquileo Echeverría, u otros reconocimientos a su labor educativa en la Universidad de Costa Rica, Universidad Nacional, Escuela de Arte y Comunicación Visual, como estudioso lector de los acontecimientos que transforman esta sociedad.



Revista on line L' Fatal, No. 1, 2015, dedicada a importantes precursores del arte de los setenta en Costa Rica.


Para el blog Fatalisima, de la revista L’ Fatal on line, en cuyo primer numero, 2015 ( https://issuu.com/lfatal/docs/l__fatal_no.1 ) publicamos una extensa entrevista con Juan Luis, es de gran satisfacción que el reciba el premio de Cultura Magón que hoy fue oficializado, y, sobre manera que se reconocieran sus atributos, los cuales sostienen la labor de un verdadero maestro, y fundamentan la distinción y pago a una deuda que la cultura costarricense tenía con este inquieto creador, cuyo carácter creativo cuestiona todo, y quizás, a estas alturas de su vida, estará cuestionando el dignificado de recibir un premio otorgado tan al final de su impresionante trayectoria.




Comentarios de los lectores y seguidores:

Comentario del poeta Fabio Robles acerca del articulo y Premio recibido por Juan Luis:


Juan Luis Rodríguez Sibaja

Confieso que conocía poco de la obra de este artista Premio de Cultura Magón, 2020 pero conforme me adentro en la lectura del excelente artículo del maestro Luis Fernando Quirós Valverde, empieza a emerger la figura de un hombre forjado en el yunque del trabajo y moldeado con el fuego de la pasión por la vida, lo que sin duda posteriormente influyeron en su excelsa obra. Múltiples manifestaciones artísticas nos pone ante un hombre sensible, vanguardista que utilizó y utiliza cualquier material o técnica para expresar ese dinamismo mental que conlleva una gran fuerza expresiva que queda plasmada en cada una de sus piezas ya sean esculturas, grabados, pinturas, murales o sobre una piedra, como se documenta en su obra en la isla francesa de Córcega. El maestro Quirós Valverde, hace énfasis sobre el logro del artista cuando gana en 1969, la Bienal de París, con su propuesta que fue espectacular por lo creativa como muy bien lo reconoció el famoso periódico francés Le Figaro, en su momento. A nivel nacional su huella queda en diferentes recintos pero también en el corazón de diferentes artistas que se han forjado a la sombra de su sapiencia. A pesar de que en múltiples ocasiones se le han dedicado homenajes por sus logros, considero deberían los textos de educación formal de educación primaria y secundaria contener el análisis de la obra de este gran artista que es un digno ganador del máximo premio de la cultura costarricense. Rindo pleitesía al maestro Juan Luis Rodríguez Sibaja.









 
 
 

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