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Los valores de la máscara

  • Foto del escritor: Luis Fermando Quiros
    Luis Fermando Quiros
  • 24 nov 2020
  • 8 Min. de lectura

Una lectura de la exhibición Mascarillas x artistas


Nature is ancient But surprises us all

~Björk



Conversatorio Mascarillas x Artistas, en el Museo de Jade y la Cultura Precolombina. Gustavo Larach, crítico, curador e historiador de arte hondureño en su lectura, acompañado de Guillermina Ortega, artista visual de México, y LFQ de Costa Rica y Laura Rodríguez Directora del Museo.


Vestíbulo interior del Museo de Jade.




Vista exterior del Museo de Jade desde la Plaza de la Democracia.



En el contexto de la presente crisis sanitaria mundial, el uso de las mascarillas profilácticas se convirtió en práctica cotidiana. Esta práctica es parte de un conjunto de medidas sanitarias que, junto con el distanciamiento social, tienen el propósito de contener la propagación del virus que causa la enfermedad llamada COVID-19. Las discusiones y confrontaciones que ha creado la práctica en sí son innumerables. Para partir de un dato curioso, la Organización Mundial de la Salud no las incluyen en su conjunto de recomendaciones preventivas,[1] quizá porque ninguno de nosotros sabe bien cómo usar dispositivos médicos: no tenemos la formación. En abril de este año, el científico Nicolas Martin decía que “es absurdo imaginar que una sola medida como el uso obligatorio de una mascarilla sea suficiente para restringir totalmente la propagación de una epidemia.”[2] La campaña electoral en Estados Unidos, que convirtió las mascarillas en dispositivo de contención política, es sólo un ejemplo de cómo, en el plano imaginario de las relaciones sociales, el uso de la mascarilla excede el valor de una simple medida sanitaria. Sin perder de vista su valor profiláctico, podemos afirmar que el uso de la mascarilla propicia operaciones en el plano inter-subjetivo, pues está justo ahí, sobre mi rostro y ante el tuyo. Se desliza pues con facilidad del plano práctico objetivo hacia la esfera subjetiva de la significación, del plano de la denotación al de la connotación. La exhibición Mascarillas x artistas[3] reúne a creadores que, haciendo recurso de su sensibilidad y audacia, han sabido aprovechar este espacio intersubjetivo para hacer crecer las connotaciones y desarrollar operaciones lúdicas sobre lo que, para la mayoría de nosotros, seguiría siendo poco más que una tediosa medida de ostensible profilaxis. Su trabajo nos da aliento y nos impulsa a pensar. A continuación examino algunas de las obras con el fin de localizar los ejes conceptuales sobre los que opera el trabajo.


Sala del Umbral con la muestra física

Laura Rodríguez, Directora del Museo de Jade y LFQ en la inauguración de la muestra/


Mascarilla Tucán, creada por la artista Grace Herrera Amighetti


Ernesto Pérez se tapa la boca con un recorte de papel que, por su color y forma, recuerda los elementos que componían los enormes collages de Henri Matisse. Es de color verde, pero ya no es el verde de las mascarillas sino que de una tonalidad más afín a una composición modernista. La forma no es necesariamente descriptiva, ambigüedad que permite varias lecturas. La profilaxis queda atrás y entramos al plano del arte. La saturación cromática, la repetición rítmica de las formas, y la deformación expresiva del rostro es parte también de la respuesta lúdica de Oni Jiko. En sus imágenes, la paleta expresionista y la distorsión de formas promulgan una fusión de los aspectos de la cabeza humana con el discurso visual del COVID-19 que prolifera en tantos medios y redes sociales, y se acerca así, con su multiplicidad de bocas en grito, a una expresión de la excitación nerviosa que ha producido la pandemia.



Amit Ganjoo de India, con sus propuestas



Cristina Gutiérrez de Costa Rica.



Oni Jiko de Francia.



Ana Wien también se presenta con un tapa-bocas caracterizado por colores saturados y ritmo de formas, aspectos visuales de sus mundos místicos. En este caso la artista posa con el lenguaje visual que la identifica. Es interesante pensar en esto, pues una máscara hace eso precisamente, proyecta una identidad. Varios artistas en la exhibición trabajan sobre esa línea: usan la máscara como forma de identificarse o construir una identidad. Ricardo Ávila se identifica como artista al cubrir su imagen con su propio discurso visual. Luis Fernando Gómez se identifica con su cultura ancestral, labrado su iconografía en el jícaro con que se cubre nariz y boca. Amit Ganjoo se cubre con una prenda que pone de manifiesto aspectos de su cultura hindú. Eugenio Murillo se cubre con un libro que nos revela sus afinidades intelectuales. Grace Herrera Amighetti es la mujer-tucán: proyecta de su rostro una maravillosa visión artística del ave que está al centro de la identidad costarricense. Chao Harn Kae muestra una máscara de terracota y, mientras el artista nos mira desde el fondo de la imagen con un dejo de preocupación, la máscara, identidad fabricada, se presenta con expresión serena, afable, y reflexiva. Estos artistas transforman con sus manos lo materiales en máscaras, y las máscaras revelan o trastocan su identidad.

En contraste, Nelson Díaz nos da una máscara, quizá un pasamontañas, que lo cubre todo menos los ojos. Esta máscara esconde la identidad de quien la viste, mientras le permite observarnos. Es el signo de la anonimidad y de las intenciones sospechosas. ¿A quién representa? Las respuestas posibles son muchas e invitan así la suspicacia del público. Habría que preguntarse, ¿quién saca provecho del shock de esta pandemia? Hay un foto-performance donde también es imposible reconocer la identidad de quien habita la máscara. Luis Fernando Quirós nos muestra un grupo de tres foto-performances. Hablo de la pieza de en medio, donde los vejucos y enredaderas envuelven su cabeza tanto que alteran su apariencia y esconden su identidad. Si hemos de inferir aquí un sentido, tenemos dos elementos claves a tomar en cuenta: el ser humano, evidenciado por el cuerpo del artista, y la naturaleza, referida por los elementos vegetales. En la pieza, la naturaleza parece agobiar lo humano, deformarlo, casi desaparecerlo. No es difícil ver la conexión con la pandemia. Si lo pensamos como una estructura metonímica, que es una relación habitual en la performance, el ser humano es parte de la naturaleza, y no al revés. Quizá esta sea una lectura muy personal, pues el sentido manifiesto de la pieza es un gesto de confianza a la naturaleza, cosa bien debida, pues sí es cierto que ésta puede salvarnos, aunque también aniquilarnos. Como historiador de arte, no puedo dejar de recordar el horizonte cultural que significó el romanticismo, en el que artistas como Géricault y Turner no sólo incitaban mediante sus obras admiración y respeto al poder de la naturaleza, induciendo a sus públicos a pensar en el carácter contingente de la vida humana, sino que su trabajo señalaba áreas cruciales de la experiencia que descuidamos.[4] A este punto es importante recordar que nuestro peculiar modo de acceder a los recursos de la naturaleza es una manera de detonar procesos de zoonosis.[5]



Josué Orellana de Honduras.



Agalta Montes de Oca Dominguez de Honduras.




Mariela Richmond con su mascarilla de un manojo de zanahorias.




Carolina Valencia en su jardín.



En muchas de las obras en la exhibición, los materiales orgánicos, extraídos de la naturaleza, reemplazan los dispositivos de protección producidos industrialmente bajo estándares clínicos. Josué Orellana sostiene con sus manos un trozo grande de corteza áspera, como desprendida de un árbol, lo presiona sobre su pecho y de ahí se extiende hacia arriba, por sobre su cabeza. Hay tres pequeñas aberturas en la corteza, dos de ellas para los ojos, desde donde nos mira con un dejo de delirio, y otra para la boca, o más bien la lengua, que proyecta hacia fuera. Es como si ese árbol nos sacara la lengua, como si la naturaleza nos presentara un gesto de burla o de locura, o ¿somos acaso nosotros mismos la naturaleza que se desborda y causa la catástrofe? Al usar materiales naturales, distintos artistas aluden a diferentes trasfondos. La actitud lúdica de Josué Orellana contrasta con el silencio afable y profundo de Alexander Chaves-Gould, que nos hace pensar en los procesos lentos y reposados del mundo natural, cuya agencia trasciende la nuestra. Eduardo Gamboa cubre su boca con un ritmo de flores de tabebuia, haciendo inflexión hacia la belleza natural, y Dinorah Carballo hace una máscara de semillas, actuales o representadas, llevando nuestra atención hacia el futuro, a la importancia de proteger la simiente natural. El diálogo con la naturaleza que efectúan diversos artistas en esta exhibición enriquece el campo de sus connotaciones, e invita a una reflexión sobre nuestra dependencia del hábitat y nuestra responsabilidad con éste.



Ricardo Avila de Costa Rica.



Luis Fernando Gómez. mascarilla jícaro




Milena Rigolli de Italia con su mascarilla origami y ulay Soto de Costa Rica




Varias artistas generan operaciones conceptuales con los significados inherentes a los materiales que usan, o incorporando texto. La rebanada de jamón con que se cubre Karla Solano indica simultáneamente el consumo de los bienes naturales, y expresa ausencia de vida, ostensiblemente en referencia a los cientos de miles de muertos que reporta ya la pandemia,[6] por pensar sólo en dos posibles lecturas. La artista presiona los párpados sobre sus ojos y expresa así la intensidad de los afectos que provoca la situación. Priscilla Monje enfatiza el valor moral que hay en usar cubre-bocas, un signo de respeto para el otro y para sí, bordando las palabras ‘I love you’ en su pañoleta. Regina José Galindo se cubre boca y nariz con los dispositivos prescritos, pero los utiliza para hacer cosas con las palabras, para proclamar categóricamente su consigna contra la violencia sexual, y para afirmar y asegurar el derecho de las mujeres a expresarse. Agalta Montes de Oca Domínguez también introduce en su mascarilla los signos de la lucha feminista,[7] si bien en su caso de manera gráfica, y porta además hierbas de valor medicinal, en una fusión de preocupaciones artísticas. El trabajo de Illimani de los Andes y Alejandro de la Guerra crea sofisticadas operaciones conceptuales que bregan con la difícil situación socio-política de la nación nicaragüense. Los valores y connotaciones de las mascarillas se multiplican y suman fuerzas.


Entorno del Museo de Jade, la plaza de la Democracia y el edificio del Congreso



Video del conversatorio por YouTube, 24 noviembre 2020.


Podemos ver que hay por lo menos tres ejes concurrentes en la exhibición Mascarillas x artistas: Un impulso a construir y celebrar la identidad personal o nacional, un diálogo con nuestro hábitat que nos invita detenernos y reflexionar sobre nuestra agencia y responsabilidad dentro los procesos naturales que permiten nuestra existencia, y un espectro de operaciones conceptuales que llevan nuestra consciencia a preocupaciones tan vigentes como la defensa de los derechos de la mujer, el derecho de auto-determinación de las naciones, y la libertad en el ejercicio del arte. Queda mucho por explorar: La intertextualidad entre muchas de las obras, la comprensión detallada de sus contextos específicos, y las respuestas lúdicas del público. El hecho de ofrecer la muestra desde una plataforma digital al público es otra fortaleza de la exhibición, pues abre una ventana maravillosa a la audaz perspicacia de muchos artistas centroamericanos y del mundo. Mascarillas x artistas nos presenta un campo discursivo enriquecido. La creación de los artistas incluidos nos invita no sólo a profundizar de manera imaginativa en la situación en que nos inmerge la presente pandemia, sino a ver también más allá de ésta.


~Gustavo Larach

San Pedro Sula, noviembre 2020



[1] WHO, “Coronavirus,” accessed November 21, 2020, https://www.who.int/westernpacific/health-topics/coronavirus. [2] Nicolas Martin, “Covid-19 : demain, tous masqués ?,” France Culture, accessed November 16, 2020, https://www.franceculture.fr/emissions/radiographies-du-coronavirus-la-chronique/masques-comment-arriver-au-bon-port. [Mi traducción] [3] Es posible ver la versión virtual de la exhibición en: Museo del Jade, “Mascarillas x Artsitas,” accessed November 21, 2020, https://www.artsteps.com/view/5f7387838bc281582090da46. También: Museo del Jade y la Cultura Precolombina, “Mascarillas x artistas,” Blog, Mascarillas x artistas (blog), accessed November 24, 2020, https://mascarillasxartist.wixsite.com/misitio. Se pueden leer textos por su curador en: Luis Fernando Quirós-Valverde, “Mascarillas x Artistas,” Wall Street International, November 5, 2020, https://wsimag.com/es/arte/63678-mascarillas-x-artistas. [4] William Vaughan, Romanticism (Oxford University Press, 2003), https://doi.org/10.1093/gao/9781884446054.article.T073207. [5] Claire Gordon and et al., Coronavirus, Explained, Docu-series (Netflix, Vox), accessed November 22, 2020, https://www.netflix.com/title/81273378. [6] “WHO Coronavirus Disease (COVID-19) Dashboard,” accessed November 22, 2020, https://covid19.who.int. [7] Al comienzo de la cuarentena en Honduras, explica la artista, “se estaba dando una alta taza de violencia hacia la mujer dentro de los hogares,” quienes, sin tener dónde ir, estaban obligadas a estar encerradas durantes meses con su agresor. Agalta Montes de Oca, “Lo que me inspiró a hacer la pieza,” November 22, 2020.

 
 
 

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