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Miradas Ecofeministas en el arte contemporáneo


Susana Sánchez Carballo, Costa Rica’s Million Dollar Gift of Happiness, 2020.


Sobre manera, para tener una experiencia edificante ante la lectura de esta muestra de arte contemporáneo, como la que me propongo avistar “Derecho de Vida Miradas Ecofeministas en el Arte Costarricense”, 2023, en los espacios del Centro Cultural de España en San José curada por la historiadora de arte y destacada docente universitaria Marta Rosa Cardoso, que catapulte a generar reflexión y definir espacios al bordar un marco teórico y de referencias acerca de la temática, incluso, y como a manudo repito –una ojeada autorreferencial-, que empodere el ejercicio crítico de resignificar y escribir acerca lo investigado. Y digo esto porque hablaré de muchas miradas, la primera y más cercana la aporta la Google en esta cita:

El término “ecofeminismo” se refiere a una pluralidad de posiciones que han girado en torno a los movimientos de finales de la década de 1970 hasta principios de la de 1980: el movimiento feminista occidental (radical, liberal y socialista) y el movimiento pacifista.

Es una corriente de pensamiento y de activismo que analiza críticamente las creencias que apuntalan el modelo de vida ecocida, patriarcal, capitalista y colonial, que denuncia los riesgos a los que somete a las personas y al resto del mundo vivo y propone miradas alternativas para poder revertir esta guerra contra la vida.



Elia Arce, Glass Ceiling (Techo de cristal), 2020, y Jiwasa, 2020, Videoarte.


Una referencia muy puntual, de diccionario define que:


El ecofeminismo es una acción pluralista y que se presenta con una amplia diversidad de formas ancladas en rasgos comunes.

-Someten a revisión los mitos que provocan y mantienen la falsa fractura entre las sociedades humanas y la naturaleza y los cuerpos.

-Deconstruyen y reformulan conceptos como el de economía, producción, progreso, trabajo o individuo.

-Tratan de revertir una cultura jerárquica, que considera que unas vidas valen más que otras, y que somete con violencia todo lo que pretenda poner límites a la maximización del beneficio. (https://www.ecologistasenaccion.org/153210/)


Al comentar una exposición importa reconocerse o tener algo que contar de uno mismo al enfrentarse a preguntas como ¿cuál es el origen o qué lo me recuerda un acto motivador der esa comprensión?, en mi caso fue precisamente mi transcurso en Urbino y Roma, a inicios de la década de los años ochenta, un día cuando me dirigía al estudio-taller de unas queridas colegas de estudios de repente me vi inmerso y sacudido ante un desfile de mujeres que llevaban en sus manos levantadas ramas del árbol de mimosas ( Acacia dealbata ). Ahi fue cuando me dispuse a cavar en el significado de empoderamiento feminista y surcó el concepto de liberación de la mujer en sus perspectivas liminares.


La mirada ecofeminista -argumenta Ecologistas en Acción-, contribuye a desmantelar el artificio teórico occidental que separa humanidad de naturaleza y cuerpos, se centra en la inmanencia y vulnerabilidad de la vida humana y proporciona bases sólidas para construir sociedades seguras que sitúan la vida en el centro.


Importa, como a menudo repito, la experiencia autobiográfica, al encontrar mi opinión de cuando nadaba a contracorriente en las aguas de los ríos de los discursos actuales, acto que impele a ojear un artículo que publiqué en la revista Meer Internacional en 2002 acerca de este mismo abordaje: Los impulsos de exposición, vinculación, proyección e investigación en arte contemporáneo por parte de agrupaciones o colectivas de género cercanas a este pensamiento, alcanzan zonas de amplia autonomía. Posibilitan desligarlas no solo de la oficialidad, sino que y -en tanto acción «emergente»-, miran hacia las periferias, hacia los estudios y talleres de artistas gestando estética y creatividad desde toda superficie cultural local, del país, y del istmo, que son siempre miradas ecológicas y propias de lo femenino. (Quirós, L.F. Casa MA y Arte Feminista. «Nuestros ojos no pueden parar de parpadear» Enero 2020 https://www.meer.com/es/60665-casa-ma-y-arte-feminista).





Cuando comenté esa propuesta dije que las organizadoras de Casa Ma se cuestionan cómo establecer las perspectivas feministas inspiradas en el análisis de Orientación de Sara Ahmed, que opere en la articulación entre la corporalidad en lo espacial, y puedan ser visualizados en un proyecto expositivo para incorporar nuevos debates, movimientos y “desorientaciones” que desafíen el orden geográfico aparente y las direcciones convencionalmente guiadas. Dije que importa, entonces, abrir un boquete liminar o puerta en el muro de las argumentaciones teóricas donde orbiten otras palabras e ideas con nuevas acentuaciones utilizadas en estos u otros contextos.


La huella contemporánea juega con la ironía, abre un intersticio lúdico a las armas de doble filo, y en tanto son una puerta introducen a la subjetividad y ambigüedad, por lo tanto, cargan al proyecto de la consecuente incertidumbre, instigadora a la discordia -como acotaría Mistcherlich en los setentas del siglo pasado, pero acción esperable. Tratar de definir el término de puerta de acceso al artista para un proyecto en artes visuales del género me condujo a Patricia Aschieri investigadora de la Universidad de Buenos Aires, quien aproxima al término:


Lo liminal o liminar hace referencia a una zona de pasaje, a una puerta de entrada, al origen de una zona de ambigüedad en la que algo deja de ser lo que era, para potencialmente poder transformarse en otra cosa. Convoca lo lindante, lo fronterizo, lo que pareciera continuo pero que no lo es. (http://iae.institutos.filo.uba.ar/área-de-investigaciones-en-artes-liminales)





Cuando leí el título en el banner que anunciaba este evento en el Centro Cultural de España, me vino en la memoria una novela escrita y publicada por mí mismo: Árbol de Miradas, 2006 (editorial Optyma), ilustrada por Eugenio Murillo quien trazó una imagen sumida en ese juego de artificios de la referencialidad, un árbol en cuyos haz u hojas estaban dibujados ojos de muchas miradas, a como también lo interpretó José Alberto Hernández invitando a crear la comunicación visual de la exposición y a entrar en esos boquetes de la interpretación.





Lecturas de miradas

Elia Arce, Glass Ceiling (Techo de cristal), 2020, y Jiwasa, 2020, Videoarte. Comenta Elia, que Jiwasa fue creada durante el confinamiento del primer año de la pandemia. Las aves entraban a casa en el Caribe Sur revoloteando, pero al no poder percatarse del cristal de las ventanas, a veces se golpeaban y no sobrevivían. Las fotografías para Techo de Cristal fue una continuación que dialogaba con Jiwasa. Techo de Cristal o “Glass Ceiling”, es reconocida extraoficialmente por los estudios de género como la limitación velada del ascenso profesional de las mujeres y miembros de las minorías. Son un conjunto de normas no escritas difíciles de traspasar e impiden a las mujeres avanzar, como el vuelo coartado por el impacto en el cristal.




Cinthya Soto, Estudio de Revés, 2002. (De la serie Artificio- Natura, 2002), videoinstalación. La artista comenta que sirviéndose de cierta “naturalidad” con que la mediatización tecnológica trastoca nuestra percepción de la realidad, pero lejos de cualquier acercamiento de oposiciones binarias, la serie Artificio-Natura juega con la permeabilidad entre ambas construcciones conceptuales. Apela al autorreconocimiento individual en un contexto ficticio e invita a reflexionar sobre las implicaciones de los simulacros como recurso de manipulación y expresión de violencia contra la naturaleza humana y sus entornos.




Priscilla Romero, Indicios, 2013-2019. Grabado y Latexgrafía. En esta pieza cada impresión remite a una huella latexgráfica extraída del cuerpo propio, un proceso técnico mediante el cual, agrega la artista, se registran las marcas de la piel y en el que se recomponen las formas para que estas cobren múltiples niveles de significado. Un pezón podría remitir a un cráter, una vagina a un crustáceo o una flor…


Laura Cruz/Sirena Quetzal, I am nature, 2020, Registro de ecoperformance. Exploro, dice la artista, las posibilidades de movimientos en el agua utilizando como escena los distintos espacios en los que se manifiesta de forma natural: ríos, aguas termales, cenotes, mar. Conexión humano-naturaleza, utilizando herramientas diversas provenientes de la danza contemporánea, la improvisación de contacto y la danza profunda (utilizando técnicas de buceo libre) para crear un lenguaje que denomino danza acuática.




Mimian Hsu Chen, El elusivo lugar a donde pertenezco, 2023, Ensamble de bordados. Entre varias lecturas buscadas por Mimian aflora la representación de un ecosistema pequeño de musgos, hongos y líquenes, un microcosmos que puede ser descubierto sólo por quien se interna en un bosque y se detiene a explorar un universo que pasa desapercibido: plantas microscópicas que crecen en lugares inhóspitos y que, aparentemente aisladas e invisibles, desarrollan estrategias de supervivencia. Sugiere la vista, a vuelo de pájaro, agrega, de una isla o quizás de un territorio habitado por miles de vidas que, desde la distancia, conforman un paisaje difuso, un territorio impreciso.




Roxana Brizuela, Autobiografía, 2019, Libro Arte. Comenta la artista que intenta ser un libro fusión entre el Libro de Artista con su espíritu de creación espontánea y el Libro Álbum con su explícito universo narrativo viajo a mundos inusitados y entro en un espacio de silencio, lo recorro con un soplo, me fundo con la naturaleza, me transformo en un pájaro bordado con viejas y nuevas puntadas… y vuelo. Los hilos que recorren el cuerpo del libro son cómplices de memorias, miedos, desgarramientos, violencia, invisibilización; pero también son cómplices de capacidad de resiliencia, de regeneración, de transformaciones y de nuevos caminos.




Mariela Richmond, Mojojoy Agri-Cultura, 2018 -2023 y Envenenadas ESTAMOS, 2023. Abordo, explica Mariela, un proyecto de Agricultura Orgánica a través de procesos de trabajo en y con la tierra, que nos permite reconocer que el concepto de desarrollo no se trata de monocultivos y enormes y costosas tecnologías, se trata de relaciones locales donde un pequeño sistema agroalimentario sostenido por personas es capaz de ofrecer caminos hacia una economía que se hace volviendo a tejer las relaciones vivas del ecosistema para cosechar riqueza. Envenadas ESTAMOS, muestra el otro lado de moneda, las situaciones nada favorables para las y los campesinos del país y de la región resultantes del trabajo con la tierra, como una forma de sanar, conservar, reinvindicar su condición natural y reconstruir una agricultura libre de agrotóxicos.


Lucía Madriz, Forsalismo (For Sale), 2006. El término forsalismo comenta Lucía refiere al fenómeno de la venta de terrenos en las zonas rurales de Costa Rica -costas, montañas y ríos- con rótulos. El deseo de vivir cerca de la Naturaleza incluye el de la ‟comodidad“ lo que significa la creación de calles pavimentadas, parqueos, piscinas, campos de golf, etc. En este caso la Naturaleza es vista como un artículo para ser adquirido, utilizado y explotado, en fin, para ser colonizado.




Alexa Barboza Joseph, Intimar espacios, 2021. Es un registro de performance que aborda las barreras físicas para contener y limitar la noción de territorio. Barreras sociales y mentales intentan limitar la naturaleza, la condición femenina, el cuerpo mujer. Opresiones simultáneas acontecen todo el tiempo, intentan controlar, estereotipar, condicionar, subyugar la libertad de lo orgánico y natural.


Adela Marín Villegas e Iracema de Andrade, presentan el videoarte Espectros de agua, 2021. Traslapa ámbitos disciplinares distintos, música e imagen, que conllevan procesos creativos simultáneos desde la sororidad y el diálogo. Adela comenta que urge de acercamientos conceptuales a inquietudes femeninas y humanas, que derivaron en la búsqueda de arqueologías personales, familiares y sus contextos espaciotemporales, para generar material sonoro y visual.


Daniela Martén, Diosas en Eclosión, 2020. Según afirma la autora son una interpretación pictórica del origen de la creación, de la energía primigenia, de la Naturaleza diversa que hizo y hace posible la complejidad del ecosistema planetario; invocación al respeto por la Madre Tierra que, a través de sus múltiples formas, proporciona alimento material y espiritual a la humanidad, más allá de territorialidades y diferenciaciones impuestas. Vida y muerte, encierro y libertad, contención y fuerza, vulnerabilidad y resistencia son un atavismo apara visibilizar la capacidad de resiliencia y la ineludible potencialidad regeneradora del gran útero cósmico del que dependemos para existir.





Verónica Navas, Ritual de epitelización, 2022. Las inteligencias vegetales sostienen una red de bienestar humano que ocurre paralelamente a la interacción mercado – extracción – cuerpo – territorio. Verónica plantea y test6imonia preguntas cómo: ¿Quiénes sostienen el cultivo y el saber sobre plantas medicinales? ¿Quiénes acceden a ese recurso y por qué? ¿Cómo comprendemos el sanar? ¿Cómo sano una herida colonial? Desde estas preguntas y del ejercicio consciente de la territorialidad, explica la artista, nacen estos dibujos y acción en donde cultivo una jícara, la vacío y le detallo un mapa que ayude a cicatrizar esas heridas en la piel de la cultura.


Verónica Alfaro Rodríguez. Entre A y B, 2018, Muebles de madera recuperada. Marca pautas, jerarquías e imposibles encuentros posibles Entre A y B que genera de la reutilización de piezas de madera recuperadas de un espacio habitacional en constante destrucción y de la insistencia en explorar posibilidades de ensamblarnos juntas. Alfaro investiga el diseño de estructuras, de los pequeños movimientos que enmarcan distintas dinámicas de poder, absurdas comunicaciones y funcionalidades hoy obsoletas.


María José Bejarano Salazar, Desde Adentro, 2021 y Sostenibilidad desde Adentro. El proyecto nació en una conversación entre las mujeres y la tierra, entre la regeneración del suelo y la regeneración de nuestras vidas internas en las cuales se percibe la oquedad, las grietas e interioridades de la psique humana.

Herederas, 2022, dirigida por Silenny Calderón Montero, es el documental filmado en Fray Casiano de Madrid, Puntarenas, Costa Rica. Agrega la artista que el camino hacia un mar en agonía, cada día más contaminado y con menos peces, es emprendido por una abuela pescadora a punto de retirarse, y una niña, quien aún no sabe si la pesca sea la mejor opción para su vida. Conducen a su realidad mostrando aspectos normalizados de sus vivencias dentro de una estructura explícitamente patriarcal en las que se minimiza el rol de las mujeres.




Sofía Ureña Lab, ESTO QUE CRECE Y CRECE, 2023. Con celulosa bacteriana obtiene tejidos vivos, amigables con el ambiente acompañados de objetos/materiales encontrados, prolongando su vida útil y creando una obra en constante transformación según su materialidad, el uso o desuso de la misma y su vinculación con el entorno, comentó Ureña.





Susana Sánchez Carballo, Costa Rica’s Million Dollar Gift of Happiness, 2020. A partir de los eslogans para promocionar turísticamente al país en el mercado internacional, comenta Susana, propongo una reflexión sobre las relaciones realidad-ficción desde una perspectiva crítica que alude a la imagen creada de un país que, ante los ojos del mundo, se identifica como una suerte de “paraíso tropical” pero desconoce los conflictos y las formas veladas de agresión que se manifiestan en muchos ámbitos de la vida social costarricense: la xenofobia, la transfobia, el racismo, la misoginia y una extensa lista de acciones violentas que se obvian en virtud de sostener una falsa apariencia de comodidad y bienestar.


La práctica artística contemporánea, insisto -y con esto concluyo este acercamiento-, significa dar un paso por lo (dis)continuo e incierto, pero poseedor de pulso y desafío, y hacerlo desde el territorio de los conocimientos y experticia sin dejar de lado los afectos y en lo que se cree, lo cual conlleva materializar lo que se produce, pero también moverse en el terreno de lo subjetivo, obligando a ser reingeniería con sus lenguajes o manifestación crítico-creativa, y hasta quizás, empatar con la idea de (des)orientación de Ahmed.


Llegar a un museo interesa en particular a los artistas, pero no siempre esa cultura central se interesa en sus productos. Hoy, desvinculándose de los intereses oficiales la contra-cultura o no oficialidad, posibilita ver hacia otras fuerzas fronterizas personales, privadas y/o de grupos recíprocos y autogestión de los discursos que alcanzan mayor interés en las manifestaciones actuales.


Quiero insistir que el discurso de la mirada autorreferencial, tal y como dije es en suma sustancial u orientadora en el momento de estar enredados en nuestros propios mecates, e intentar hacer una lectura fehaciente de la muestra curada por Marta Rosa Cardoso en el Centro Cultural de España, San José, la cual desafía a interpretar y distinguir cuáles de esas miradas atañen a nuestra propia territorialidad y

materialidad, que nos atraviesan desde nuestro propio boquete en la pared.







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