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(Paréntesis, Relatos desde la incertidumbre)


Matías Sarlo (Argentina) “Barricadas”, 8 fotografías en B/N.



Narrativas en la emergencia, algunas lecturas

Abrir paréntesis ante el no saber implica ojear las distintas realidades en la amplia diversidad de culturas que pueblan el orbe, en un tiempo como el que nos ha tocado vivir en el cual a pesar de estar conectados en red es tan cargado de vicisitudes, o azares ataviados de contingencias -“experiencias, testimonios, ficciones”-, tal y como manifiesta el texto curatorial de estas propuestas de artes visuales y fotografías contemporáneas, curadas por Suset Sánchez Sánchez, (51 propuestas de 18 países) expuestas en los Centros Culturales y otras sedes de la Cooperación Española AECID, en nuestro caso en el Farolito, San José de Costa Rica.





Se trata de una observación desafiante de analizar, por sus variadas técnicas visuales o contenidos utilizados, y en tanto que nuestra capacidad humana de retención y asimilación de lo visto a veces nos traiciona, no logrando sostener la memoria sólo de aquello que más calce con la mirada crítica y/o comprensión -nuestro propio paréntesis para avistar la realidad. Sólo reconocemos aquello experimentado, de significados recíprocos, motivándonos a especular desde nuestro lado de espectadores quizás a la deriva, buscando a través del propio visor, rastreando, jugando con las palabras o las poéticas y los signos de ese reservorio de imágenes y de acontecimientos tan de nuestros tiempos, y, en particular, de las vivencias acaecidas durante la pandemia de la cual apenas comenzamos a liberar y asimilar, pues todo ha cambiado, aunque se mantenga en foco, ya no es lo mismo. Son un paréntesis de vicisitudes, de añoranzas y deseos entretejidos con la principal idea de constituir la memoria y abrir una nueva ventana a la cultura, un boquete en los muros incluso de la tecnología ya entrados en esta tercera década del siglo y milenio. Quisiera repasar todas las piezas expuestas, pero es humanamente imposible, o por lo menos para mis limitaciones personales que son muchas.






Milko Delgado (Panamá), “I´m Still Alive” (sigo viva).


Delante de tanta carga del no saber, de tensiones en los ejes políticos y sociales del mundo, captar con la mirada furtiva en tanto y como dije son muchas propuestas, y que todas lanzan su anclaje para atrapar nuestra comprensión, pero solo admitimos la experiencia previa que tengamos con las cosas, lo que representan para nosotros algo que nos impactó, algo vivido, quizás hasta leímos en los tabloides de prensa o los canales de noticias en esta sociedad tan mediada pero a la vez desmemoriada, y por ello nos ancla, y nos dejamos sumir como en un repaso de lo que sabemos de esas narrativas de poder. Un ejemplo consistente de todo esto fue “Barricadas”, 8 fotografías en B/N del argentino Matías Sarlo, pues conmueven, en tanto en mi ventana personal tengo un vivo recuerdo a lo acaecido en 2018 a los “Auto-convocados” que intentaron desestabilizar al gobierno de Ortega y Murillo en la vecina Nicaragua. Al captar la primera imagen de esa serie de obstáculos o trincheras de muy distintas naturalezas y circunstancias, desde ahí me dejé gobernar por los recuerdos de lo que implican esos eventos que enervaban los afectos por los desaparecidos en situaciones políticas, en ese país y en todo el mundo. A la vez me dejé ir en una remembranza de los años setenta, cuando los ahora gobernantes de aquel país vecino luchaban por derrocar al general Somoza, y muchos amigos y colegas míos marcharon a la montaña a hacer la guerra, y perecieron quizás al pie de una de esos montículos, y al caer, el verdor del suelo integraba sus cuerpos a la vegetación y a una historia aún no contada del todo. Hoy, en otro parangón, la realidad de Ucrania nos deja patidifusos. También nos sortean memorias de otros conflictos o realidades donde la barricada no solo es física sino psicológica, patológica o hasta conceptual -como lo llamamos ahora en el arte, que debemos saber sortear para que nos se nos hundan bajo la piel y humanidad. Son las trincheras a las cuales nos enfrentamos a diario, que significan a veces ganarnos el sustento cotidiano o que nuestros hijos lleguen sanos y salvos de la escuela.





Aquiles Mensa de Guinea Ecuatorial nos recuerda el trabajo infantil de cargar agua en enormes y pesantes contenedores, debido a los deficientes acueductos en nuestros pueblos del Sur Global, donde el trabajo duro toca a infantes y mujeres. Esas cargas van dañando sus espaldas y espinas dorsales, erosionando la calidad de vida a que tienen derecho, donde los chiquillos no tienen un tiempo para contarse sus aventuras y fantasías, delante al reto que significa cargar el líquido vital, uno de los preciados elementos del planeta sobre todo en tiempos de calentamiento global, el agua es el más preciado tesoro. Este paréntesis a esa realidad devela grandes fracturas en la estructura social y en el ordenamiento político que requiere ajustarse, aunque para los políticos todos son indicadores positivos, en marcha, y que engrosan sus listados de logros.





Un textil de Graciela Fournier de Costa Rica, titulado “Iguales pero diferentes” hecho con módulos de tela de mezclilla, elabora una cortina donde apreciar otra manera de abertura simbólica para entrar o salir del tiempo en el cual somos destinados a ser marcados u observados en medio de tantos conflictos cotidianos que nos clasifican no solo con herramientas tecnológicas y apropiadas sino a dedo. Aprecié, en otra perspectiva abordada, un video que me detuve a seguir, en el cual un individuo se recorta su cabello a sí mismo, con una maquinita de estas de peluquero, pero sin mirarse al espejo va tocándose donde tiene cabellos para recortarlos. Verlo es desesperante, nos remite a nuestra propia experiencia cuando hacemos lo mismo, e incluso cuando nos rasuramos, y a veces el acto se vuelve un suplicio, una auto-tortura. También fue desesperante aquella pareja de hombres con sus cabezas metidas en sus sudaderas, que nos dejaban en la total incertidumbre al ignorar si se amaban o peleaban, y eso nos habla de las tantas formas relacionales en este presente tan engañoso.


Otra pieza que me impresionó sobremanera, suficiente para detenerme y empezar a tomar apuntes incluso antes de buscar su significado fue la fotografía de la frase “I´m Still Alive” (sigo viva) de Milko Delgado de Panamá, en la cual los signos de la escritura fueron compuestos con cabello humano, abordando la problemática de la violencia de género, del maltrato a la pareja ante el machismo exacerbado que no da tregua aún a estas alturas de la civilización, y cuya solución técnica sorprende por el uso de tan singular materia del cabello, que parece haber sido arrancado con toda furia. Estos abordajes son muy sensibles y acusan tantos males como paréntesis encontremos no solo en esta muestra sino en la vida cotidiana misma.





“Tres máscaras pascuales Covid 19”, de la española Mercedes Jaén Ruiz, nos recuerda la inventiva humana de resolver la necesidad de ciertos de objetos reutilizando material como cartulina para empaques y manufacturas, conforman un lenguaje conocido, el de la industria en alianza con el mercado alimentario y la artista busca la manera de reutilizar, sobre todo durante las tácticas para enfrentar el virus, cuando la inventiva popular nos sorprendió con cientos de soluciones factibles. Igual, en la entrada misma de la sala expositiva se exhibe un retrato en blanco y negro, que focaliza una de esas propuestas naturales que sirvieron a muchos para detener el virus, y que demuestran el importante nivel de confianza que todos ponemos en lo que natura da.





“El cuerpo en piezas” de Rosalía Banet de España es otra propuesta que me llamó poderosamente la atención por ver dispuestos a nivel de piso una desfragmentación simbólica con lo que en situaciones de violencia ocurre, no solo con la humanidad sino con la memoria, la cultura que al final queda desperdigada en los pavimentos y andenes de la urbe aumentando el peso del no saber.


Confluyen al repasar, y con esto cierro mi comentario, distintas paréntesis que componen la realidad y las circunstancias que median en el arte contemporáneo, con todo tipo de relatos que son un discurso fehaciente e instigación a la discordia la cual priva en muchos lugares o no lugares del mundo. Son discursos que calzan en la realidad del otro y que por lo general creemos que no nos afectan, pero quedan grabadas en la memoria y es suficiente un gesto fogoso por mínimo que sea, para desencadenar esa realidad que acrecientan las prácticas artísticas en la emergencia que las registra.

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