Por José Castillo, curador y artista visual
Registro de registros, Luis Diego Ramos. Foto cortesía del artista.
El paisaje es el resultado de las experiencias y necesidades sensoriales humanas, por lo cual muchas veces es muy difícil lograr una conceptualización aceptable para todos los espectadores. El paisaje como un recurso evaluable e invaluable para el ser humano se inserta en un medio natural, el cual es una realidad empírica y material, pero a la vez es un hecho social.
En las artes visuales, un paisaje urbano pasa muchas veces desapercibido, pero guarda en cada centímetro una historia, una memoria que, a través de la mirada del otro, se resemantiza y emerge para hacer que el espectador reviva en carne propia los sucesos y sensaciones que el espacio propiamente guarda en su recuerdo, invitando a múltiples nuevos espacios.
Registro de registros, Luis Diego Ramos. Foto cortesía del artista.
Registro de registros, Luis Diego Ramos. Foto cortesía del artista.
Luis Diego Ramos es un fotógrafo que documenta de manera analógica las cajas de registro de telecomunicación, luego, las digitaliza por medio de un código QR, volviendo esa caja geolocalizable, de manera que hace un nuevo mapa del paisaje artístico, recabando los datos a partir de una arqueología urbana posmoderna.
El registro digital que efectúa Ramos en su obra, permite visibilizar el paisaje urbano artístico desde una forma jamás vista, pues las cajas de registro de telecomunicaciones terminan siendo pizarras urbanas de telecomunicación, en las cuales las personas pegan afiches, hacen grafitis y marcan una huella en el tiempo, conforme se van llenando y se van limpiando de información, así, comienzan a ser un elemento mutable de la ciudad.
En su obra, Ramos llama la atención del espectador sobre lo que Michel de Certeau denominó como el “no lugar”, alusión relacionada a la cualidad negativa de un lugar que no posee por sí mismo nombre o utilidad específica y cuya razón social surge a partir de la función que los otros imprimen en el objeto o sitio. Al trazar un enunciado o nominativo para referirse al espacio, se imprime una nueva identidad y se da sentido al lugar que anteriormente era denotado sin particularidad. Registro de registros vuelve visible estos lugares por medio de la documentación.
Registro de registros, Luis Diego Ramos. Foto cortesía del artista.
El artista crea bitácoras en las que documenta y recolecta la información que contienen las cajas de registro, así como las intervenciones urbanas que posee la caja y los objetos que tiene a su alrededor. A través de los rastros, cuasi arqueológicos que Ramos encuentra en las cajas realiza un libro-arte de artista (libro de artista).
La obra presenta una exploración detallada, una mirada y cuestionamiento a estos espacios de significado aparentemente mecánico y sin importancia que a partir de esta visión logran obtener una nueva identidad. Desde la visión artística, la muestra insta a repasar y observar detenidamente esos mismos lugares para redescubrir lo percibido y reconstruir la memoria histórica. Muestra un mapeo de calles y avenidas del Área Metropolitana, en las cuales confluye la arqueología de objetos encontrados que forman un diálogo de laciudad por medio de una mirada del otro a estos “no lugares” que ocultan una cultura de consumismo, cargada de elementos simbólicos que confrontan al espectador, creando una sensación multisensorial abarrotada por marcas, rotulaciones e intervenciones grafiteras que se mimetizan y dejan su huella a través del tiempo y el inconsciente colectivo.
Registro de registros, Luis Diego Ramos. Foto cortesía del artista.
Registro de registros es la tercera muestra cuya arqueología urbana posmoderna reconstruye, abarca, traza y recolecta bajo un ensayo fotográfico de cajas de registro de telecomunicaciones como punto de referencia, una cartografía de la mirada y el afán por una documentación constante y mutable de la identidad. La presencia del consumo surge como una narrativa de la evolución de los significados que conceptualizan el entorno social e invitan a localizar los límites difusos a partir de un diálogo personal que el artista efectúa en su bitácora.
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