Muestra de Dibujos en el Museo Calderón Guardia
Enero 2022
Roberto Murillo. “El Círculo”. Carboncillo sobre papel. 2020. 150 x 110 cm
El dibujo de Roberto Murillo, enciende -en este inicio del año 2022-, el deseo de apreciarlo al interior de aquella cueva existencial donde nos protegemos del desparpajo de la violencia, la corrupción y la temida pandemia. Son trazos pegados a la piel de la conciencia, la piel de la memoria e historia personal, aunque a veces esa epidermis se comporta como una concha dura e impenetrable coraza, en cuyo interior nos cuestionamos, preguntándonos a sí mismos sobre esas incidencias.
Dentro de este caparazón de la existencia interior, desdibujada, violentada, y que representa a la estructura social en la cual cabemos todos, subsisten alegrías, pero también, odios, dolor, miedo, fatalidad. Es aquello que se propone dibujar Murillo, gracias a los recursos de la técnica del dibujo negro, dibujo profundo, dialogando a veces con el sin sentido, con el reverso de las cosas porque el dorso miente, dispara fatigosas mentiras como la que tenemos entre manos: y lo vemos hoy al estar en el país en plena campaña para las elecciones presidenciales, lo que nos anuncian provoca escozor en la entraña.
“Hombre angustiado”. Carboncillo sobre papel. 2021. 120 x 110 cm
Sentimos, al filo del barranco, abismo vertiginoso en el cual no se ve claridad por ningún lugar esos gestos de los personajes de sus obras. Apreciamos una textura fuerte, áspera, rugosa, pátina nerviosa que referencia quizás la pintura atormentada de aquel Francisco de Goya de un tiempo (1746 – 1828); la poética de los miserables de Víctor Hugo (1802 – 1885) novela francesa del Siglo XIX; el (des)lenguaje de Francis Bacon (1909 - 1992) descarnando a sus figuras como también lo imprimió la grafista alemana de orígenes judíos kathe Kollwitz (1867 – 1945).
De alguna manera la creación artística de Roberto Murillo atrae a mi pensamiento el Renacimiento, el dominio del dibujo con sanguínea o con carbón sobre papel, y me recuerda una obra poco conocida de Sandro Botticelli, “El Infierno” (1480 – 1495), en el cual interpreta a Dante, dramático por los gestos de esos personajes engullidos por aquel embudo hacia el agujero negro de la duda, hacia el precipicio insondable de la incertidumbre, la muerte apagando la última luz. Recuerda a Miguel Ángel en la pared del Juicio Final en la Sixtina, pintado entre 1536 - 1541, quizás también al pintor maldito, Caravaggio (1571 – 1610), en aquella pintura barroca en la cual triunfa la fuerza del claroscuro y la dramática iluminación, pero también enlaza a mi mente a Rubén Darío en Lo Fatal: “lo que no conocemos y apenas sospechamos, / y la carne que tienta con sus frescos racimos, / y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, / ¡y no saber adónde vamos, / ni de dónde venimos!...”
Roberto Murillo. “La borradura”. Carboncillo sobre papel. 2021. 165 x 110 cm
En 2019 expuso en la muestra “FaceNObook, Identidades Invadidas” en Museo de Pobre & Trabajador”. En 2020 tuve otro acercamiento a este artista, cuando me impresionó su abordaje al ser humano, desde una perspectiva quizás -dije en ese momento-, escatológica, en la cual ahondaba lo psicológico de la espera o desesperación, pero también, el disenso social y el sentido crítico de su trabajo. En ese momento me relató: “Soy dibujante compulsivo desde que tengo uso de razón, y he elegido el dibujo, en su forma más rústica y honesta posible, como medio de explorar los tópicos que me obsesionan”.
Roberto Murillo. “El Río”. Carboncillo sobre papel. 2021. 215 x 110 cm
Escogió el dibujo a carboncillo sobre papel, para develarnos la teoría del ser u ontología que no deja de observar nuestras tribulaciones interiores, y puestas en blanco y negro que se traduce en resquemores existenciales. Sus obras son retratos de seres que hablan con la mirada, y, quizás, esta es la principal innovación en esta nueva muestra de enero 2022 en el Museo Calderón Guardia de Barrio Escalante: dibujar individuos que provienen de un mundo atribulado por las presiones sociales, sanitarias, políticas, económicas, donde nos recubrimos el rostro con una careta para que no nos hieran los males del Otro. Vivencias profundas, en tanto refieren al drama de lo novelesco o cinematográfico, que una vez más evocan el drama de “Muerte en Venecia” de Thomas Mann, llevada genialmente al cine por Lucchino Visconti, ante una fatídica catástrofe que hoy está transformando los paisajes donde solían moverse, cuando vimos por primera vez las ciudades completamente vacías, hoy son en su mayoría virtuales y/o digitales, lugares o no lugares, paisaje interior de un individuo, aislado, sometido, acechado por los grandes ojos del poder, que no cesan de vigilarnos con todos los medios electrónicos posibles.
Roberto Murillo. “La libertad”. Carboncillo sobre papel. 2021. 205 x 110 cm
Las figuras de Murillo son como esos seres “underground” que pululan bajo las sombras de las marquesinas, las estaciones de trenes o autobuses, bajo los puentes, o en los desaguaderos, en una ciudad cada vez más sombría, como dije, bajo la bota del dominador hegemónico, que intenta instaurar sus consignas con nuevas ataduras filibusteras, a contracorriente de la tradición, identidad y memoria del habitante, el cual aún siente deseo, una pulsión interior humana inextinguible.
Roberto Murillo. “La desesperanza”. Carboncillo sobre papel. 2021. 210 x 110 cm
“Males actuales tal cual, depresión, ansiedad, soledad…”, comenta Roberto Murillo. Aparecen representados en esta obra de quien medita sobre el impacto que tiene la vida y en el individuo, ante la poca capacidad que queda para hallar algún sentido consistente, constructivo, un paliativo para mantenernos a flote.
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