top of page

Un Goddard para la historia: Arquitectura en Costa Rica, algunas memorias

  • Foto del escritor: Luis Fermando Quiros
    Luis Fermando Quiros
  • 7 feb 2021
  • 4 Min. de lectura

Por Luis Fernando Quirós, febrero 2021

Fallece el arquitecto Raúl Goddard, Fotografía cortesía de Luis Monge.



Repasando las publicaciones de amigos y colegas en FB, me detuve a apreciar la fotografía del edificio de la Contraloría y un par de imágenes más, subidas por el artista fotógrafo y arquitecto Luis Monge, entonces, fue cuando leí el mensaje: “Descanse en Paz, maestro Goddard”.


Realmente me conmovió esta noticia, yo creía que Raúl era una de esas personas eternas, que viviría para siempre. Era un hombre ingenioso, crítico, de un pensamiento contemplativo de su heredad: la arquitectura mesoamericana y en particular la del México originario, país de nacimiento.

En mis años de estudiante, allá por 1972-73, trabajé con él como dibujante en DYPSA, donde desarrolló un importante lenguaje y carácter en la práctica de la arquitectura contemporánea, y en particular se le distingue como un “brutalista”, que designa una estructura de potentes masas de concreto contrastantes con el vidrio, ventanería, mampostería y acabados, entre otros como el edificio de la Contraloría en Sabana Sur de la capital, y el predominio de trazos inclinados o escalonados.











Arquitecto Raúl Goddard, Fotografía cortesía de Luis Monge.



Nos unió una gran amistad, él me llamaba “Paraíso”, de donde soy oriundo, yo le contestaba "mande, mi cuate". Cuando la vida da esos giros por muchos años me alejé de él, y lo encontré un par de veces en eventos de arte, diseño y arquitectura. Siempre estaba al día con mis travesuras en arte, cosa que me sorprendió, dado sus comentarios. Raúl era un profesional respetado por su amplia carrera, además de docente, cuando se le conoció su juicio crítico pulido y profundo, que llegaba al meollo del asunto, como decir: poner los puntos sobre las íes.

Lo recuerdo en grandes proyectos trabajando con colegas arquitectos como Edgar Vargas, Carlos Escalante, Adrián Guzmán y una camada de profesionales que dieron un importante sustento y lenguaje a esa práctica creativa.

Recuerdo con cariño una anécdota, el día que me invitó a almorzar a su casa en Curridabat, por el cruce hacia Concepción: Cuando llegamos había olvidado las llaves, y en esos años no se usaban celulares u otros componentes que introdujeron la mensajería electrónica, solo tenía el teléfono de su casa, y él llamaba a su señora, pero ella no contestaba. Como siempre tenía una solución, fue a la vecindad y regresó con una escalera, al observar abierta la ventana de la habitación en la planta alta, era de esas que se deslizaban y en esa época aún no se ponían rejas en las fachadas. Pues subí par a abrir la puerta, resultando que la esposa estaba en el patio de tendido en la parte trasera, se le había cerrado la puerta, por eso no contestaba el teléfono. Lo divertido del asunto es que cuando se percató que un intruso estaba dentro de su hogar, pegó gritos sin atender a mis explicaciones. Bajé, abrí la puerta a Raúl, y cuento acabado.












Arquitecto Raúl Goddard, Fotografía cortesía de Luis Monge.



Cuando leí la nota de don Luis Monge me conmovió, realmente, mi memoria se fue hacia atrás a aquellos tiempos de juventud cuando dibujé planos y bosquejos de presentación, hasta cuando entré al Tecnológico a trabajar en 1974. Duele evocar, ahora, hoy, aquellas pláticas con Goddard, a la hora del almuerzo en durante los cafés, catar su ideal estético que acrecentó las masas y cantos inclinados como las de las pirámides mexicas o mayas, el uso singular de los materiales decantados por su sensibilidad, y el manejo del espacio siempre dinámico, nada convencional, aunque tampoco complicado. Pienso que decantaba el aspecto puro, minimalista, y fuerte de aquellas masas llenas, con vanos de puertas y ventanas en una planta o distribución armónica con los usuarios y sus necesidades de funcionalidad en el día a día.


Al esculcar otras publicaciones en FB de esta tarde del 6 de febrero 2021, me encontré un mensaje en este caso del joven arquitecto César Andrés Espinoza Díaz, oriundo de Nandayure, provincia de Guanacaste, a quien conocí de estudiante en la Universidad VERITAS en la anterior década, cuya lectura motivó a recordar al “cuate”, por lo que decidí citarlo:

“Raúl Goddard dejó México para afincarse en Costa Rica. Estando acá, fue uno de los pocos arquitectos que más le aportó al paisaje urbano costarricense que por desgracia, tiene como característica principal, en la mayoría de los casos, ir en detrimento del pensamiento y la reflexión, instrumentos tan necesarios, para hacer una arquitectura como la que hizo Goddard”.











Arquitecto Raúl Goddard, Fotografía cortesía de Luis Monge.




En mis propios caminos por la vida, ganándome honradamente el sustento, fui dibujante de muchos arquitectos, los conocí en esos espacios que nos forman de manera informal, fuera de las aulas, pero es una suculenta dote o heredad, que me ha ayudado en mi forma de arte o pensamiento al escribir sobre estas profesiones creativas donde la crítica es fundamental. Todos ellos eran personas que aplicaron este dominio de la criticidad, de no dejar pasar moneda con hueco, que repasaban sus acciones y aportes a la cultura, una y otra vez, para que de esas revisiones emergiera un talento que les fue importante para llegar a ser quienes son. Conocí a Bertheau, a Felo de quien soy pariente, a Franz Beer, y otros arquitectos que precisamente hace 50 años se reunieron a presentar un proyecto de diseño urbano para mejorar San José, que pedía a gritos esas intervenciones pero que fueron únicamente sueños, pero que sirvió de cohesión para la Asociación de Arquitectos posteriormente al Colegio.


Esa década fue muy importante, los sesentas y setentas, pues vivíamos en una país y ciudad capital en construcción, se construyeron el edificio de la Corte, el Banco Central, Banco Anglo hoy Hacienda, el ICE en la Sabana, la Caja y el edificio de concreto expuesto, se construía la carretera a Limón, las represas del ICE y en particular por su adelantado diseño la de Cachi, y pienso que de alguna manera el paisaje fue cambiante, pero siempre preocupación y desafío de constructores de aquella cultura, que abrió las puertas y ventanas al arte actual y contemporaneidad. A pesar de la crisis, a pesar de los nubarrones que se extienden en el firmamento no solo en el país, sino en el mundo, ahí están mentes creativas y críticas ideando, no dándose por vencidos. Goddard comentaba que llegó al país en unas vacaciones por dos semanas, y se quedó para siempre. ¡Hasta la vista mi cuate!

 
 
 

Comentários


Drop Me a Line, Let Me Know What You Think

Thanks for submitting!

© 2023 by Train of Thoughts. Proudly created with Wix.com

bottom of page