Dos textos: El Pasado Adelante en Honduras y C.A.R.Tografías de Medardo Cardona
Medardo Cardona de honduras. Foto cortesía del artista 2021.
Luego de apreciar en la web documentación de la muestra “El Pasado Adelante”, expuesta de noviembre 2021 a febrero 2022, en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa, mirar fotografías, videos, leer el texto del curador e indagar aún más acerca de los artistas representados en esta propuesta centroamericana, uno se pregunta desde cuándo y cómo estos individuos crítico-creativos eligieron abordar tan aguda visión de una realidad que resentimos todos por igual, digo, no es solo la de este hermano país tan sumido en pugnas políticas, es la de todos quienes caminamos por este istmo que las desaparecidas Virginia Pérez-Ratton y Tamara Díaz llamaran en 2006 “Estrecho Dudoso”. Y observarlo quizás como desplazados o migrantes, dejan huellas de las heridas que la realidad no sutura, más bien abren cada vez que son recordadas estas historias y narrativas que hablan de (des)arraigo, (des)amor, (des)apego al suelo, a la familia, a la sociedad y a todo aquello que representa nacionalidad con cierta dosis de nostalgia, pero también de enojo, pues el país no les ofreció lo que ellos andan buscando y que los gobernantes prometen pero sin cumplir.
Brenda Raudales presentó “Fantasy identity”, 2021. Foto cortesía del artista 2021.
El acto de escribir es un trance de la memoria, ahí encuentro voces que me orientan a continuar, en esta oportunidad puedo escuchar mi propia voz interior que me instiga a comparar la visualidad actual, con la de tres artistas hondureños participantes en “MESóTica II: Centroamérica re-generación”, 1996, referentes a focalizar: la escultora Regina Aguilar, con “Viaje al abismo”, 1986, esculturas talladas en piedra volcánica, metates de signo ancestral, pero de un lenguaje moderno. La instalación de Xenia Mejía “Memorias”, 1996, tortillas portadoras de caritas tristes y hambrientas de los niños hondureños sumidos en una atmósfera áspera y empobrecida por tanta violencia. Y, Bayardo Blandino, “Serie I: Recintos”, 1995, una pieza múltiple de evocación prehispánica de encantadora lectura. ¡Cuánto ha cambiado el arte en el último cuarto de siglo!, me dicta esa vocecilla desde lo más hondo de mi comprensión, y, sin embargo, ese arte sigue siendo el mismo, clamando por un cambio y por una luz transformadora al final del camino.
Al indagar acerca del arte hondureño de aquella última parte del siglo XX, encontré el ensayo titulado: “Una historia inagotable bajo la modernidad”, de Henry A. Mancia, publicado en el catálogo de la Mesótica II:
Como fenómenos interculturales, muestra que el intercambio de la obra artística en nuestro tiempo constituye un pilar esencial en base a ese principio geográfico. Las posibilidades comunicativas en el área han dejado de presentarse con una visión restringida, enfocadas hacia direcciones específicas dentro de ciclos culturales o momentos sociales determinados. (Mancia, H. Mesótica, MADC 1996).
César Chinchilla, con “Honduras Inc”, 2021. Foto cortesía del artista.
El discurso actual aborda, entre otros tópicos, una territorialidad fragmentada por procesos de descomposición social, geográfica, económica y política, delante de necesidades profundamente humanas, y de lo cual, emergen estos nuevos mapeos y discursos de poder: Me refiero a la ciudad, espacio de profunda intención humana, la cual es como nuestro propio cuerpo, la encontramos a la distancia de extender los brazos y manos para ceñirla, sostenerla con suma pasión o quizás sacudirla. Pero, “otra no hallarás, no la hay” – como decía el poeta alejandrino Constantino Cavafis: “La ciudad va en ti siempre”.
En estos meses posteriores a setiembre 15 de 2021, en que la Agencia de Cooperación Española propuso recordar el bicentenario de la naciones del istmo centroamericano, con exhibiciones en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, y una muestra sumaria en Casa de América, Madrid, con la curaduría general de la recién desaparecida Tamara Díaz-Bringas (La Habana 1973 – Madrid 2022) y Ricardo Ramón Jarne, curador y crítico de arte español, y un curador(a) por cada país de Centroamérica, se nos presentó el reto de avistar mirando hacia estas tierras colmadas de pensamientos y vicisitudes de violencia.
Julio Méndez Lanza, curador del proyecto en el Centro Cultural de Tegucigalpa, Honduras, en el texto incluido en la web, comenta:
“Más allá de constituir núcleos curatoriales específicos, las once piezas generadas para esta muestra coexisten interconectadas a partir de actos performativos como las iconofagias –imágenes que devoran imágenes– y la posibilidad de crear entramados alternativos de la memoria visual. Estas miradas, nos obligan a repensar las nociones de la corporeidad y lo étnico, la territorialidad y las ficciones históricas, que buscan resanar y visibilizar las memorias dolorosas que han marcado el devenir histórico de nuestro país y nuestra región”.
Melissa Pastrana y Daniel Valladares, “Patria, Pater, Patriarcado”, 2019-2021. Foto cortesía del artista.
Breves lecturas de lo expuesto
Brenda Raudales presentó “Fantasy identity”, 2021. Una estructura de madera con azulejos sublimados denotan visiones del pasado en la capital Tegucigalpa, que, aunque conocidas, en esta escultura parecieran provenir de otras latitudes históricas y geográficas poniendo un signo de interrogante en el panorama actual: ¿Qué le está sucediendo a nuestras ciudades?
César Chinchilla, con “Honduras Inc”, 2021, intervención mural en la cual aparecen símbolos nacionales como la bandera blanco azul y sus estrellas, está subyugada a la vez por la marca de una cadena alimenticia de comida chatarra, penetración que desplaza la gastronomía vernácula sana y de buena factura, interpretación por la cual fluye la transculturización en estas sociedades centroamericanas.
Melissa Pastrana y Daniel Valladares, “Patria, Pater, Patriarcado”, 2019-2021. Es un video performance e instalación muy actual acerca de la violencia que pervive en la urbe, una joven insiste en repetir la palabra “Patria”, con el fondo del himno nacional hondureño, interrumpida por el estruendoso alarde de la violencia urbana, disparos, gritos, conmoción que subvierten el acto rememorativo de ensalzar la patria en sus doscientos años de vida independiente.
Jasson Cerrato, expone Posnostalgia, 2019-2021. Se trata de un fotomontaje digital impreso sobre vinil, en el cual colaboraron Kevin Espinal y Harold Claros. Reflexiona acerca de la exclusión de personas o grupos que, debido a su preferencia sexual, son considerados al margen, a pesar que en tanto humanos, sienten, añoran, sueñan, aman, se complacen en su carnalidad y tienen derechos o deberes como todo ciudadano en esta civilidad contemporánea.
“Los despojados”, “Los desplazados”, “La calamidad amamantando”, 2019 y 2021. Instala con xilografía sobre papel, petate de fibra natural, alambre de amarre y tierra del Río Blanco, en San Pedro Sula.
La conocida artista Johanna Montero Matamoros, articula tres propuestas acerca de una realidad hondureña de punta, que en los últimos años acapara los titulares de las noticias en la región, el continente y el mundo: “Los despojados”, “Los desplazados”, y, “La calamidad amamantando”, fechadas entre 2019 y 2021. Instala con xilografía sobre papel, petate de fibra natural, alambre de amarre y tierra del Río Blanco, en San Pedro Sula, una de las cuales instala los zapatos de una madre migrante. Johanna refiere a la precariedad y calamidad de la memoria de una patria sufriente, como una madre, en tanto ve partir cada cierto tiempo miles de hijos de la patria, que dejan un vacío en la entraña de esta tierra violada, robada, ensortijada en su propia sombra de muerte porque persiste la desesperanza, la indiferencia y el espasmo.
Medardo Cardona, con “Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací…”, 2021, instalación de una especie de “altar a la patria” con diversos medios y plataformas intervenidas con sutura y cuerina roja, cáñamo, cerámica y tierra, es una pieza nostálgica acerca de una territorialidad en inminente peligro ante tantos detractores, que incluso, a veces, puede que estos que la atacan, que la corrompen, que la violan, sean los mismos detentores del poder: los gobernantes.
Finalmente Scarlett Rovelaz, “El Tributo”, 2021, ensamblaje de acrílico, madera, metal e impresión en acetato y registro fotográfico de Iveth González. Es una pieza de un lenguaje sensible, transparente, focalizadora de las problemáticas de visibilización del arte contemporáneo, el cual, a veces pasa desapercibido o ausente de los públicos, por el desaforo en los mismos espacios expositivos a los cuales acude el artista a exhibir.
Medardo Cardona. C.A.R.Tografías, instalación. Foto cortesía del artista.
Medardo Cardona: Cartografias y huellas
Es justo aprovechar este espacio de la web para comentar el trabajo de un artista que me interesa: Si antes de finalizar el siglo XX, el interés de los artistas contemporáneos por la ciudad cambió, ya no solo era vista como motivo para ser recreada y centralizada en una pintura, repasada en un dibujo, revivida en un grabado, capturada en una fotografía, sino que, a partir del inminente deseo de apropiarse de su espacio con la intervención, ésta, la urbe actual, se hizo en sí misma la obra de arte, solo tenemos que caminarla, descubrirla, inventariar su belleza.
Medardo Cardona utilizando entre otra materialidad la arcilla, recogió e imprimió sus huellas, rajaduras y grietas o paisajes mínimos encontrados en las aceras, pavimentos y muros de la ciudad. Con ello previsualizó, como buen caminante, otra cartografía quizás distinta, y aunque siendo la misma ciudad la avistada todos los días por los habitantes, sin embargo, la suya era otra, es otro punto de vista, otro sesgo de su realidad la cual se reinventa a sí misma a cada paso, con cada ojeada a su inconmensurabilidad.
En una nota de El Heraldo muy aleccionadora acerca de la obra de Medardo titulada C/A/R/Tografías Urbanas, el redactor argumenta:
Con el tiempo, los artistas empezaron a interesarse por representarla, no solo como espacio escenográfico donde convergen diversos acontecimientos, sino como objeto en sí mismo, esta es la perspectiva que nos interesa indagar en este artículo, sobre todo, porque desde los años sesenta los mapas mentales construidos sobre miradas antropológicas han ampliado el concepto de ciudad, entendiéndola como una inmensa red donde confluyen diversas y complejas relaciones socioculturales que inciden en el comportamiento de los ciudadanos y, a su vez, en la forma en que los artistas conciben su visión estética sobre la vida urbana. (Redacción de El Heraldo (14-06-2019 )
Medardo Cardona. C.A.R.Tografías, instalación. Foto cortesía del artista.
Materialidad
La ciudad, hecha de materias duras: concreto, acero, piedra, madera, vidrio, materias sintéticas, u otros productos propios que el avance tecnológico ofrece al mercado en el inventario de la construcción, tal y como afirmaba la sociología de los años setenta del siglo anterior, entre otros Alexander Mitscherlich (1908–1982)
(El Fetiche Urbano, Enaudi, 1968), tiene el efecto de las hormas, y en tanto éstas son producto de nuestra “grandilocuencia o testaduréz”, nos hacen a nosotros mismos, nos cambian a los ciudadanos que convivimos a diario en el entramado urbano que nos marca.
Y esta postura del científico social y sociólogo es reveladora quizás de lo que demuestra el origen de la violencia, y la precariedad de las violentas sociedades actuales, responde a quienes se preguntan de dónde proviene tanta calamidad, agresión, corrupción, que es un común denominador de la vida de hoy, pues sus orígenes busquémoslo entonces en el urbanismo de nuestras ciudades que mutan al habitante.
Cada una de las intervenciones de Medardo Guevara, de sus colectas de signos e indicios de lo urbano hoy, son un dibujo distinto y que, aunque avistemos y caminamos en ella, parece que no la conociéramos, pues su intervención ha pasado por alto el intelecto y creatividad del artista, del arquitecto, del diseñador. Me recuerda aquel grabado de Escher de una mano que se dibuja a sí misma.
Medardo Cardona. C.A.R.Tografías, instalación. Foto cortesía del artista.
Me motiva a evocar una de las frases del gran Kan en la extraordinaria novela del italiano, Italo Calvino, “Ciudades Invisibles”, cuando el kan increpa a Marco Polo, por no haberle descrito la ciudad suya, o, ciudad de su nacimiento: Venecia. Marco Polo responde que cada una de aquel enorme catálogo de ciudades que le ha relatado, todas eran Venecia. Todas eran una y de ahí el paradigma que hoy nos ocupa.
Trayendo a colación de nuevo el poema de Kavafis, reafirma esa intención del entramado citadino:
“Volverás a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez: en la misma casa encanecerás. Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques -no la hay.”
Los aportes de Medardo Cardona -y, con esto cierro mi comentario-, son visiones específicas de las cartografías urbanas actuales, son como mapas situacionales donde tienen un rol la emocionalidad del ciudadano, escucha, vidente, intérprete de estos secretos de las urbes, de su materialidad dura, como afirmaba Mitscherlich. Son esos No Lugares o Espacios del Anonimato en las teorías de Marc Auge de inicios de este siglo, donde todos confluimos a veces sin percatarnos de la bondad o los males del Otro, que se ciernen con duras realidades en la web, en las páginas, blogs, en la virtualidad, para acompañar nuestro propio estado de conmoción y sumidos en la burbuja existencial de cada habitante.
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