Ávila en el CEFAO: [Apropiar territorios]
- Luis Fermando Quiros
- 24 jul 2021
- 3 Min. de lectura

Conquistar espacios de visibilidad para la obra de arte contemporáneo -como en la actual experiencia del pintor de estilo naif y origen costarricense, Ricardo Ávila, ahora radicado en Oaxaca, México-, es como intentar entrar a un territorio custodiado por enormes gigantes: El gigante de la competencia, el de las galerías, el del mercado del arte, el de la prensa, del público, de la crítica, de la curaduría, de los museos y la oficialidad, siempre serán difíciles de apropiar pero necesarios para el crecimiento de todo artista. Pero cuando éste tiene su mirada y pies bien puestos sobre el suelo a poseer -y, su mirada en Dios-, su ímpetu creativo lo impulsa a producir con la esperanza y seguridad de que va a salir airoso del trance, tarde o temprano lo logrará. En el caso de esta muestra en el Centro de Educación y formación artística Oaxaca (CEFAO), en su galería dirigida por Flor Vázquez, tiene el significado de dar uno de esos grandes pasos.

Ricardo siempre ha sido migrante, buscando oportunidades y definir su lenguaje, estilo y discurso artístico. En los años noventa viajó a Europa donde asimiló el singular lenguaje con que hoy pinta las ciudades, de una arquitectura y morfología urbana genuina, que se le metió hasta la médula de sus huesos. En su propio país, Costa Rica, siempre se ha comportado como tal, buscando entrar en esos suelos de las oportunidades. Asimiló ese lenguaje de las ciudades satélites cuando expuso en Galería Alternativa, 2013, para pasar luego a crear una arquitectura que se derrite como caramelos al calor de la práctica artística, con ello fue merecedor del Premio Nacional Aquileo Echeverría de Pintura 2012, uno de los máximos galardones de la cultura en esta nación centroamericana.

Ya en 2003 participó en la Bienal Costarricense de Artes Visuales, ganando la oportunidad de exponer en la Bienal Centroamericana 2004, en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá(se recuerda que uno de los jurados de 2003 de Bienarte, fue el crítico y teórico del Arte Conceptual Luis Camnitzer).

Luego vivió la experiencia de viajar a los Estados Unidos y exhibir en “Farside Gallery” de Miami, en 2015. Ese mismo año logro exponer en el Museo de Arte Costarricense la muestra “Observador Urbano”, 2015. Dentro de otros de sus logros está exponer en “Gyna Gallery” de Arte Naif en Israel, ser además seleccionado por el Museo de Arte Naif de la ciudad de Niza, Francia, para la muestra “Las Tres Américas”, e ingresar a la colección de este museo. También su pintura logra ingresar a importantes colecciones, como el “Snite Museum”, Universidad de Notre Dame en Indianapolis, y “Denver Museum of Art”, en los Estados Unidos. El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de San José, el Museo del Jade y la Cultura Precolombina, poseen obras suyas en su colección. Son testimonios de que quien camina, conquista, y no se deja apabullar por esos custodios que amedrentan su paso, y delimitan su ascenso a las metas, que como dicen siempre están pegadas al cielo.

Lo expuesto hoy en CEFAO, Escuela de Arte de la Ciudad de Oaxaca conlleva esos desafíos, y crea una pintura en suma luminosa, con su acostumbrado lenguaje de una ciudad que él lleva dentro de sí, que está ceñida a su estructura cerebral, a su maneras de pensar y resolver los retos, y una urbe que en apariencia es jocosa y juguetona, pero que dice cosas muy fuertes, como criticar la constante contaminación, el hacinamiento, la violencia que ocurre en las vías y en el seno de muchos hogares.

Exhibe uno de sus cuadros emblemáticos y singulares de la Historia del Arte: la reinterpretación de “El Grito” de Eduard Munch, es un lienzo formidable de la tipología de contenidos que me encantan y que le ha dado grandes satisfacciones, es una arte apropiado a través de su lenguaje de esa piel de lo urbano actual. Otra de las piezas que más me gustan de esta exposición, es en la que aborda al migrante, con pies y manos levantadas como diciendo “aquí estoy, haciendo camino”, pero además el gesto de angustia rogando que no le cierren las puertas ni antepongan murallas, pues busca un paraíso, una nueva tierra que brinde un sol que caliente mejor.

En la mayoría de su obra, además de la gente del lugar, hay autos y edificios que se curvan, pues esa es la representación de la dialógica donde entran en juego la incertidumbre, las oportunidades, los pensamientos, las luchas para conquistar, y una visión intra-psíquica que premedita el desastre en que estamos metidos desde el 2020 por la pandemia y que nadie sabe cuando va a parar. Pero Ávila no está sólo, allá en Oaxaca, encontró su esposa quien lo alienta como otra verdadera guerrera, en la conquista de esos territorios a apropiar.

Ricardo Avila. El Titiritero de Oaxaca. 2021. Pintura al óleo sobre lienzo.
Luis Fernando Quirós, curador
Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Costa Rica
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