Una canción y muestra de arte contemporáneo en Casa del Talento Moraviano
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Bytty Tassara. Nave. Instalación S/F. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Una canción del rock clásico de los años sesenta y setenta compuesta originalmente por la banda inglesa los Beatles (escrita por el dúo Lennon-McCartney, quienes querían que la cantara Ringo, quien en principio se negó porque decía que no se veía capaz de llegar a las notas más altas, pero finalmente accedió a cantarla (Google)); pero quizás, la versión más conocida fue interpretada por Joe Cocker (también de origen inglés nacido en 1944 y quien fallece en Crawford, Colorado, en 2014). Se trata de la pieza titulada “Con una pequeña ayuda de mis amigos“ 1969, y la cual inspira esta propuesta de arte contemporáneo con que se inaugura la Casa de Desarrollo Humano de la Municipalidad de Moravia (21 de abril - 17 de junio 2023) con los artistas Yamíl De La Paz, José Pablo Solís, Bytty Tassara, Luis Monge, Jean Paul Rodríguez y curada por Rafael Ottón Solís.
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Casa de Desarrollo Humano de Moravia. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Motivar la reflexión
La propuesta estimula en mi pensamiento la siguiente y esperada reflexión, pues si no la hubiera, ni se sembrara una semilla en la conciencia de todos los lectores, visitar la muestra sería un acto inusual e inconsistente: Que una comunidad urbana como San Vicente de Moravia tenga un espacio para exhibir el arte actual, además de artistas y un curador de la sensibilidad de Rafael Ottón Solís, capaz de regenerar la vida en acción cultural, gratificante, y modelo a seguir por otros municipios, ahí donde habrá sueños también encontrará sentido la realización, y eso no se hace sin el aporte de todas y todos. Para que exista una casa para los talentos moravianos, es tarea para una Alcaldía preocupada por esa valores a desarrollar, a motivar cada día, a cada instante pero no existiría sin el apoyo de las demás autoridades de ese populoso Cantón y de la misma comunidad entera, ni de los talentos locales que necesariamente ponen en esas salas restauradas con tanto esmero algo de sí, y del grupo humano: con la ayuda de los amigos, tal y como reza el título del proyecto de la referida canción del rock.
La acción comunitaria por parte de un municipio tiene que ver más que con activismo social, tapada de huecos, manejo de acueductos y cobrar impuestos, debe sostener una actividad cultural que forme y transforme a los miembros de su comunidad, y eso tiene que ver con la sustancia benéfica del arte.
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Luis Monge. Instalación S/F. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Pensar en la muestra
Para cualquier comentario que intente escribir, en mi situación personal y lo repito una vez más, importa concientizar en lo que significa para mi una motivación de este calado y naturaleza. La componente autorreferencial es tan necesaria e indispensable, tanto como saber escribir y desarrollar el comentario, y esa memoria en la cual evoco el singular título de esta muestra, me catapultó a ubicarme en un doce de octubre, en unos carnavales en Puerto Limón, en los años setenta, creo, cuando me senté en el pavimento de unas grandes bodegas de Japdeva en los la zona de los muelles donde tocaba un grupo de rock, que aunque no recuerde el nombre del grupo, sí evoco con toda claridad la música y que en un preciso instante del concierto tocaran esta pieza que me llegó en ese momento y como lo hace ahora al corazón.
Importa citar al respecto al estudioso de la inteligencia emocional y la neurociencia, Daniel Goleman, quien nos formula en sus teorías y acercamientos a la creatividad humana, ampliando el significado de este término para los artistas:
“Quienes tienen una sintonía natural con la voz de su corazón -el lenguaje de la emoción- están seguros de ser más expertos en la articulación de sus mensajes”. “Esta sintonía interior debería hacerlos más talentosos cuando se trate de dar voz a la “sabiduría del inconsciente”, los significados sentidos de nuestros sueños y fantasías, los símbolos que personifican nuestros más profundos deseos”. (Goleman 2008.p76).
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Luis Monge. Instalación S/F. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Aquel evento en Puerto Limón lo recuerdo como si fuera ahora mismo, me llevó a mis adentros de joven como muchos en esos años, enfrentándonos a la vida, a indagar ¿qué deseaba hacer?, ¿cuál era el designio de mi vida, orientaciones y talentos?, ¿qué me proponía? En esa introspección, el arte se me presentaba como la más importante alternativa, pero también era consciente que requería sobre todo el apoyo de los demás.
Lograrlo no fue nada fácil, pero en tanto era un camino que aún a mi edad adulta lo sigo buscando y transitando, y más que nunca necesito del apoyo de las personas cercanas cuya bondad está a toda prueba. De manera qué, cuando aprecié en FB la información de esta muestra curada por Rafael Ottón, y leí el título, de inmediato advertí el fogonazo de aquella regresión a mi juventud y a revivir un desafío que se me presentaba con esta canción la cual me marcó desde siempre.
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Rafael Ottón Solís. Instalación.
Lectura e interpretación de lo expuesto
Cada pieza en la muestra conlleva esa manifestación de la crisis de identidad u autobiográfica, afina un contenido que se advierte con el primer signo a ser leído o que presenciemos en las propuestas. Rafael Ottón logra montar una de sus acostumbradas instalaciones con materias ancestrales muy genuinas y encendidas de un fuego interior: una madera añosa carga de renovadas fuerzas y significados al instalarse en ese preciso espacio de la ciudad que él habita; habitar conlleva mirar hacia sus propios desafíos, la ciudad nos da, pero también exige recibir en una inminente interacción simbólica que surte el arte cuando se instala con las fuerzas del deseo y que denominamos motivación.
Este artista y curador, con piedras de río, pero que no son cualquier piedra, pues él las buscó y halló porque tenían en mente y corazón algo que le conectaban a éstas, algo que lo sujetaba en aquella trama del pensamientos crítico-creativos y que tiene que ver con nuestros procesos de creación o metodologías. Y que logra contener en la instalación para que sea leída esa poética relacional por los visitantes a la muestra. Digamos que sí en mi caso la canción rockera me enfrentó en un diálogo interior con mi futura existencia y en cómo vivirla; en el caso de Rafael Ottón hay otros detonantes como el deseo, y lo espiritual, que por lo general él merodea esos espacios donde la materia existe y manifiesta más que un signo de fe, trastoca la esencia de la manifestación actual instalada con aquellas piedras, gruesos maderos, estructuras de hierro y un base de ladrillos o “terracotta”, además de una tela que centra la acción percibida por el espectador quien camina por la sala buscando lo que el sí mismo presiente. Para mí, y lo repito una vez más: Caminar es sinónimo de pensar, y de ese internamiento se deducen muchas cosas qué nos sirven en nuestro trabajo cotidiano que en sí es peregrinar por la vida.
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José Pablo Solís. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
El maestro José Pablo Solís, no muy lejano del arte de Rafaél Ottón, exhibe una tela de gran formato en la cual compone un campo pintado en amarillo oro, signo que evoca quizás el arte de los pueblos originarios mesoamericanos, en juego dinámico con otros campos en colores yuxtapuestos, generando vibraciones cromáticas sutiles y de una estética advertidas no sólo por la mirada acuciosa del espectador, sino por las sinestesias sentidas también en lo audible, agudeza palpable también en las glándulas gustativas de nuestro sistema perceptivo pero que afectan no solo a la mirada sino también al alma. Y es en este último sentido que la pintura de José Pablo no deja de evocar el misticismo y espiritualidad de las Madonas Paleocristianas y la luminosidad del arte Gótico. Recuérdese que, en la arquitectura gótica, los constructores remplazaron los muros por los refuerzos arbotantes que salían al exterior del muro con tal de ampliar los ventanales para el ingreso de una mayor luminosidad en el interior, y la sensación de que ésta venía de lo alto.
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Betty Tassara. Naves. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Bytty Tasara es una artista que lleva en su memoria personal alojadas las mareas oceánicas donde flotan esos trozos de madera los cuales ella reinventa para cada exposición, como si fueran naves trasatlánticas surcando en todas las direcciones cósmicas los mares del mundo. Ella comenta que su abuelo, un emigrante italiano llegó a América en barco, y que de niña ella le encantaba escuchar de sus antecesores esas vicisitudes del navegante, por lo que cuando viaja a la playa más que a exponerse al sol y disfrutar de las aguas marinas lo que le nace es recoger esos vestigios que trae o lleva el mar y que le evoca la vida de sus antepasados y de un mar que ella lleva dentro.
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Yamíl de La Paz. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Yamíl de la Paz es un artista conceptual quien focaliza la tierra usurpada o expoliada pertenecientes a nuestros ancestros originarios o a humildes campesinos por los terratenientes que, incluso, asesinan a dirigentes indígenas quienes afrontan la desventaja al reclamar los territorios para que, una vez recuperados, sean cultivados con tolerancia y respeto por la tierra evitando contaminar un planeta ante la crisis por tanto tóxico en el agro y que envenenan los ríos, los lagos, humedales, estuarios y mares. La obra de este artista representa un signo de interrogación permanente en las relaciones sociales, políticas y culturales de una comunidad que siente y advierte las presiones hegemónicas modernas.
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Jean Paul Rodríguez. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Jean Paul Rodríguez elabora una pintura de gruesa tectónica a veces renegrida u en otras terrosa, donde trata dicho signo tectónico evocativo de las grandes angustias y vicisitudes del vivir actual en urbes altamente contaminadas o afectadas por esa cultura agresiva que, a pesar de todo y de las prácticas de conservación, nos mantiene en vilo e intentando amedrentar sus contingencias.
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Luis Monge. Instalación S/F. Foto cortesía Rafael Ottón Solís.
Por su parte Luis Monge elabora sus visiones sobre la casa, ese espacio vivencial que representa la vida de una comunidad, en tanto que ahí somos procreados, nacemos, aprendemos, conformamos la familia y morimos, componente de un interaccionismo simbólico cuya fortaleza está en la unión, en la colaboración mutua ante la adversidad, en otras formas de ayuda por parte de nuestros cercanos. Monge, como arquitecto, elabora todos esos matices que, incluso, somete al fuego abrazador, como ocurre en la realidad, pero a la vez el habitante encuentra en la comunidad la fuerza para volverse a levantarse e intentarlo.
A manera de conclusión
Quizás lo más reconfortante ante tanta desesperanza actual, ante las presiones económicas, sociales que se manifiestas en la violencia sin control, está la promesa de ayuda de nuestros amigos, socios en esta lucha cotidiana para que no disminuyan nuestras energías e iniciativas sobre todo en el arte, que no se hace solo, que requiere de todo el potencial humano disponible para crear y forjar un lenguaje digno de estar en una sala o en una casa potenciadora como ésta.
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Las posibilidades que ofrece la cultura y el desarrollo humano de la ciudad de Moravia y poblaciones circunvecina o distritales, constituye ese signo esperanzador pero que debemos saber cómo sostenerlo, pues posee su propia factura e impronta, su manera de hacer y revertir la cultura de la violencia que afecta a muchas comunidades urbanas y rurales, e incluso, las costeras que parecieran estar dominadas por el narco tráfico, el alcoholismo, drogadicción, robos, acoso, violencia familiar, y en general violencia contra sí mismos pues no hallamos otra salida segura a tanta contingencia.
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