Una carpeta del Taller de Gráfica Popular en la colección del Museo de Arte Costarricense
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El grabado mexicano. Una carpeta del Taller de Gráfica Popular en la colección del Museo de Arte Costarricense
El grabado en linóleo, para los artistas mexicanos, representa la técnica, el material, los recursos y el lenguaje idóneo para sus profundas y sentidas expresiones sobre la vida actual, y en todo ello cala un arte de carácter político el cual es áspero por naturaleza, provoca escozor en la conciencia cuando se rememoran situaciones de adversidad autorreferenciales o de los pueblos y caudillos, en luchas que han enfrentado y enfrentan aún a esa nación del continente, que son su historia, provocan un comentario visual y gráfico de aquellas vicisitudes de la vida o la muerte como uno de los grandes enigmas de actuales. Las noticias alertan a diario sobre la realidad de ese país, nos hablan de matanzas, de personas desaparecidas, de aniquilamientos colectivos entre bandas enfrentadas por el poder que ejerce mercar y trasegar estupefacientes, con la influencia o arraigo en algunos gobernantes corruptos, que siempre los hay en todo lugar. Eso cala mucho en la conciencia de la población y en particular, de los artistas que son una “antena de la cultura”, como diría el poeta Ezra Pound, una ventana por la cual filtran tales comentarios sociales de contingencias que los abruman.
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El grabado mexicano. Una carpeta del Taller de Gráfica Popular en la colección del Museo de Arte Costarricense.
Se trata de una muestra singular, la que se exhibe en el Museo de La Sabana, que impresiona por la calidad, documentada con lecturas, fotografías, libros en una vitrina con los recursos e instrumental técnico, que, por cierto, llama poderosamente la atención al incluir un grabado en madera del retrato de Rodolfo Stanley, artista nacional recién fallecido. Se exponen tantas ventanas y muchas antenas por las cuales avistar a esta manifestación, y que vuelven a un arte popular, cultural; nadie imagina a un México sin sus grabadores como tampoco sin sus muralistas padres de una escuela reconocida en todo el mundo.
En el texto del catálogo de esta muestra se acota: “El arte de la estampa, llámese litografía artística, intaglio, serigrafía, fotografía o xilografía, han experimentado un amplio desarrollo en aquel país del Norte de Mesoamérica. Esto se debe principalmente a que grandes maestros como José Guadalupe Posada y Francisco Toledo, entre muchos otros, le dieron su propio sello de identidad y un estilo personal bastante marcado, lo que influyó en las dinámicas de esta manifestación artística en toda la región latinoamericana”.
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Al intentar conciliar los criterios para escribir este comentario de la muestra en el MAC, octubre 2022, trasciende que, en 1937 se fundó en la Ciudad de México el Taller de Gráfica Popular (TGP), atendiendo a las instancias de un grupo de artistas que focalizaban los valores revolucionarios, y de alto compromiso social. Quiere decir que la historia del taller emergió con un fuerte ligamen a lo político, del grabado como denuncia y generador de conciencia. Este es un aspecto central pues esa función del arte, y sobre todo en tiempos actuales, alertan acerca de otros puntos candentes en las cartografías de la realidad, como la droga, las migraciones, la inequidad, el machismo, los feminicidios y femicidios, pero también el desempleo, la violencia social en el seno mismo de los hogares y de la nación, con sus pueblos, comunidades rurales y tramas urbanas intrínsecas. El texto del catálogo agrega el tercer artículo de la declaración de principios de su programa de establecimiento del taller:
“El Taller de Gráfica Popular considera que un arte al servicio del pueblo debe reflejar la realidad social de su tiempo y requiere la unión de contenido y formas realistas. El TGP, aplicando el principio anterior, trabajará por la constante elevación de las capacidades artísticas de sus miembros convencido de que la finalidad del arte al servicio del pueblo se alcanza solamente con la mejor calidad plástica”.
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El grabado mexicano. Una carpeta del Taller de Gráfica Popular en la colección del Museo de Arte Costarricense
El artista español identificado por una obra de flamante carga política, Rafael Canogar, en Arte Político, presentado en 2014 en un congreso sobre este tópico candente, aprecia: “El arte y la política no poseen una relación unidireccional, sino que imbrican en una relación de doble vía, a modo de vaivén, que va desde la estética a la política y desde la política a la estética”. (Canogar 2014) Y, agrega: “El arte de denuncia, o político es consecuencia de una situación social conflictiva, donde existe un cierto acuerdo de rechazo: repulsa contra la violencia que suele acompañar a estas imposiciones ideológicas. Son manifestaciones artísticas que nacen y quieren representar la parte dominada. Un arte donde el protagonista, al contrario del héroe histórico, o del líder glorificado de los regímenes totalitarios, son las víctimas anónimas que sufren la opresión”. (Canogar 2014) ( https://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/14_mar_2015/casa_del_tiempo_eV_num_14_27_31.pdf )
Respecto al taller donde producen estas carpetas, evoca una narrativa de cómo los artistas asistían a este taller donde producían ediciones numeradas, con los rigores artísticos en términos de calidad de las carpetas o tirajes, lenguaje y formalidad que contribuían desde un principio a ampliar su difusión internacional y darle ese carácter tan mexicano, de un estilo gráfico inconfundible.
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Ángel Bracho (México 1911 2005) La revolución y la seguridad social. (detalle) S/f 8c. 1950)
Después de visitar la muestra “Travesía” 2022 de Gerardo Ramírez en la nave principal del MAC, atiborrada de pinturas, bosquejos, dibujos, esculturas, collages, fortaleció mi convicción personal de que “menos es más”, criterio que me hace razonar qué quiero o intento comentar o no, razón por la cual entrar a esta sala a apreciar la colección de la carpeta del Taller de Gráfica Popular, advertí un sensible reposo, aunque los abordajes no sean nada pacíficos, pero se aprecian unos retratos muy bien grabados de caudillos como Emiliano Zapata, entre otros, que nos devuelven al arte que nos gusta, a un retrato psicológico coherente con la naturaleza de las expresiones visuales avistadas al captar una lectura que no está del todo fundada en la mirada crítica, sino en los latidos del propio corazón que es humano y no de máquina. Quiero decir que al fijar nuestra propia mirada en la del retratado, eso vector visual, como decimos acá en el argot popular, se hunde “hasta el alma”. Hay en algunas miradas de aquellos personajes “sombrerudos” y a caballo, un sentimiento de honestidad, de fortaleza de carácter, que son discursos que nos devuelven una y otra vez a observar con detalle lo mostrado y que dejan de fluir un sesgo de confianza o seguridad prometedora para el discurso que queremos afinar al comentar esta propuesta.
En otro de los grabados titulado “Tierra y libertad” de Ignacio Aguirre (México 1900-1990), linografía sin fecha ( c. 1948), colección del MAC, se aprecia como la libertad la ofrece el planeta, al ofrecernos alcanzar la soberanía alimentaria, pero que esta no se defiende solo con palabras, sino con armas. Tremenda la percepción, sin embargo, conociendo esos matices de identidad, se vuelve un discurso creíble. Esa es una pieza extraordinaria, como varias de esta exposición en la sala de temporales.
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El grabado mexicano. Una carpeta del Taller de Gráfica Popular en la colección del Museo de Arte Costarricense
Las obras de la actual carpeta del TGP fueron donadas por el artista Rolando Castellón en los años 90´s del siglo anterior y evidencian una excelente factura técnica y una variedad estética, trabajadas principalmente en linografía, técnica muy utilizada en el taller por ser un medio económico y flexible ideal para producir gran cantidad de estampas a bajo costo y que permite trabajar la superficie con gran diversidad de tonos y texturas. Este argumento rescatado del texto del catálogo, nos habla de que esta carpeta se pueden apreciar los grandes nombres del grabado mexicano, observar tendencias, experiencias creativas, pero también todos esos lenguajes de las jergas gráficas mexicanas que le dan un sello de originalidad y representan la importancia de esta manifestación tan singular en nuestro contexto cultural y artístico que lo aprecia y reconoce su gran valor.
Y concluyo con este comentario al margen, pues por años escuché el lamento del curador Castellón reclamando que él había donado la carpeta al museo, con la idea que tuviera presencia en los programas expositivos de esta institución cultural, pero que había quedado secuestrada en los acervos y acopios del museo. Es hasta que llega a la dirección el historiador y curador Esteban Calvo, que los grabados despiertan y se escapan de los curadores del acopio para mostrarnos esta poética relacional de una realidad convulsa, anónima si se quiere, que llamamos actualidad a merced de los grandes detentores de la gobernanza de nuestros pueblos de América.
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