Museo de Arte Costarricense

Harold Fonseca. Abstracción. Óleo sobre tela. 1963. Colección Museo de Arte Costarricense.
En la primera parte del siglo XX en el país, se dieron movimientos que definieron el desarrollo de la cultura costarricense y en particular las artes visuales. De la bonanza de los precios del café a inicios del siglo XX, incidió en el avance no solo de la construcción edilicia al edificar, entre otros, el Teatro Nacional, 1897; la escuela Buenaventura Corrales conocido como edificio Metálico, 1896; el Colegio de Señoritas, 1888; la iluminación del alumbrado público de la capital, e impulsó a los hacendados cafetaleros a enviar a sus hijos a estudiar a Europa y Estados Unidos; al regresar éstos fomentaron una cultura de de sensible influencia europeizante. Artistas de la talla de Enrique Echandi, Teodorico Quirós, Max Jiménez Huete, Luisa González Feo de Sáenz, Margarita Betheau, jugaron un papel preponderante al elaborar discursos que buscaban rehacer lo local, pero observando los lenguajes de punta vigentes en las principales capitales del arte y aquella referencia eurocentrista. Esto potenció la ida y venida a realizar estudios en el viejo continente por parte de Felo García, Lola Fernández, César Valverde, y Manuel de la Cruz González quien se estableció en Venezuela captando la tendencia del geometrismo abstracto y el constructivismo, y quienes a su regreso conformaron en 1961 el Grupo 8, cuya primera exposición fue en Las Arcadas en 1963 frente al Teatro Naciona, en pleno corazón de San José.

Harold Fonseca. Génesis I. Óleo sobre tela. 1963. Colección Museo de Arte Costarricense.
La curadora de esta exposición María José Chavarría comenta en el brochure de la exposición acerca de dicha dinámica cultural de esos años:
Harold Fonseca participó junto con los artistas Luis Daell, Rafael (Felo) García, Hernán González, Manuel de la Cruz González, Guillermo Jiménez, César Valverde y Néstor Zeledón G. en 1961 en la creación del “Grupo Ocho”, un colectivo artístico que nació con el interés de promover y discutir sobre el arte moderno y las tendencias no figurativas.
(Chavarría MJ, 2022, cita a Zavaleta E, 1994).



Harold Fonseca. Cala (1960), Motul, (1959) Elocatan. Óleo sobre tela. 1963. Colección Museo de Arte Costarricense.

Estudios para el mural de Plaza González Víquez por parte del Grupo 8. 1963. Colección Museo de Arte Costarricense.

Esa marea de referencialidad al pujante arte internacional tuvo sus aciertos pero también contradicciones. El Grupo 8 que potenciaba la abstracción pronto se diluyó y los artistas abrazaron la figuración, pero dejaron pasar desapercibido un arte como el originario de este continente que demostraba enorme valor y genuinidad. Trasciende que, en el Cono Sur, el uruguayo Joaquín Torres García, estudiando el arte precolombino llegó al constructivismo y geometría abstracta, la cual fue sensible e importante en el arte de Manuel de la Cruz González, y en Mesoamérica el guatemalteco-mexicano Carlos Mérida, partiendo de los textiles mayas también elaboró una singular manifestación de lo geométrico abstracto. En Nicaragua se cultivó un arte muy cercano a lo originario en la pintura de Orlando Sobalbarro, Rolando Castellón, y Armando Morales, entre otros.
En el artículo Memoria y abstracción en el arte centroamericano. Reflexiones compartidas por el pintor, José Pablo Solís Barquero en la revista Meer Internacioonal señala:
A partir de este límite expresado en la abstracción, participo del segundo postulado indicado al principio el contexto de cómo se genera una práctica de la práctica de la abstracción, muchos de los maestros de la época viajan a Sur América a formarse como jóvenes inquietos en la relación con la pintura, Alfredo Sinclair en Panamá, Armando Morales en Nicaragua, Carlos Cañas en el Salvador, Ricardo Aguilar en Honduras, Harold Fonseca y Manuel de la Cruz González, que generan una nueva sensibilidad a partir de principios de la abstracción universal, en conceptos como ausencia de representación de la realidad, la comprensión que la abstracción era una tendencia de las artes decorativas de todas las épocas, que inician una reflexión de la pintura occidental moderna. ( https://www.meer.com/es/64886-memoria-y-abstraccion-en-el-arte-centroamericano )

Harold FonsecaImágenes ancestrales, 1992. Lápices de color sobre papel. Colección Museo de Arte Costarricense.
En el país Harold Fonseca asimila esta raíz desde su médula e intelecto, y a pesar de viajar a estudiar a Chicago y trabajar en otras ciudades norteamericanas, el arranque de su actividad creativa fue marcado por la abstracción con una raíz en lo originario, y aunque también se dejó influenciar por la Figuración, existe un cultivo muy poroso, que emerge de los componentes del arte precolombino.
Los historiadores de arte Ileana Alvarado y Efraín Hernández en el libro-catálogo Arte Costarricense en la colección del MAC: Diversidad e hibridación, 2013, comienzan su ensayo curatorial abordando esta problemática:
El arte producido en el área geográfica que hoy conocemos como Costa Rica, fue muy rico en la época antigua, antes de la llegada de los europeos. El patrimonio heredado por los grandes artistas indígenas legó, no solo centros urbanos complejos como Guayabo de Turrialba sino, también, una escultura excepcional en talla directa en piedra, una cerámica variada y de gran riqueza formal y pictórica, y un trabajo en orfebrería de gran refinamiento. (Alvarado y Hernández 2013. P.11).
En el país la trascendencia dada a la influencia europea en la educación artística ha opacado el vigor y genuinidad del arte originario ancestral, e incluso al de las etnias actuales que trabajan principalmente las artesanías, los textiles y el grabado, y en las estructuras de validación de la obra; pero dan poco interés al conocimiento y regeneración del legado originario precolombino. Por ello es que, a veces este arte es apreciado como no nuestro, como sí fuera sólo de los otros. A menudo repito que el arte costarricense se inició no con la llegada de pintores europeos o los que se formaron en ese continente; se inició cuando los habitantes originarios empezaron a interpretar lo que la diversidad presente en la naturaleza les hablaba: las aguas de los ríos, los árboles, la flora y fauna, las nubes, el tremor volcánico, el rayo, el fuego y la tormenta, o sea, cuando empezaron a interpretar el lenguaje del entorno y trascendencia de una cultura de enorme valor y originalidad.
Esa pudo ser la mejor escuela para nuestros arquitectos, diseñadores y artistas visuales actuales, un arte visto en la piedra esculpida, en la cerámica, la orfebrería, los textiles. Por fortuna algunos artistas como lo fue Harold Fonseca, en esta parte de la historia nacional, descubrieron el potencial de esta forma de bio/cultura, que deviene de lo tratado por los artistas originarios pre-hispánicos, y se esperaba que los 8 dieran una mayor brillantez y calado a su huella regenerando estos legados.

Harold Fonseca. Cariátidez del café. Óleo sobre tela. 1988. Colección Museo de Arte Costarricense.

Harold Fonseca. Rapto de Europa. Óleo sobre tela. 1998. Colección Museo de Arte Costarricense.
La curadora María José Chavarría expresa:
Fonseca estuvo involucrado con los intereses de dicha agrupación, trabajando sus propuestas de la no figuración, especialmente en este periodo. Se podría decir que su producción se caracteriza por una fuerte tendencia abstracta en la década de los años setentas, para luego incluir la figuración de manera estilizada junto con temáticas que interpretan referencias de la tradición greco-latina, y a la vez, una presencia importante de imaginarios de la cultura local, de la herencia afroamericana, así como de los pueblos originarios. (Chavarría, 2022).



Harold Fonseca. Lo que siempre fue, Nostalgia y Raíces. 1996. Colección Museo de Arte Costarricense.
Harold Fonseca (1920-2000), y con esto concluyo mi comentario de esta muestra que me parece reveladora dentro del arte costarricense de la segunda parte del siglo XX, luego de estudiar en el Instituto de Arte de Chicago y regresar al país en la década de los noventa concientiza o potencia esa raíz en su pintura abstracta, muestra reminiscencias de aquellas expresiones originarias: “Abstracción” óleo sobre tela 1963, “Génesis” óleo sobre tela también de 1963, “Motul” 1959, “Calac” 1960, que luego, aunque se diluye esa fuerza del referente originario, aparece en algunas pinturas de años posteriores como “Raíces”, 1996, “Lo que siempre fue” 1997, son tres piezas donde ser advierte una figuración muy estilizada que en parte me recuerda a la pintura de Fernand Léger y en parte a Picasso.
Ese lenguaje abstracto se aprecia en el mural de Plaza González Víquez, un proyecto del Grupo 8 oara rememorar su legado. También afloran temas de cierto goce mitológico y de un lenguaje muy estilizado en la pintura “Cariátides del Café” 1998, y “Rapto de Europa” también de 1998. Pero lo más destacable, y que trasciende en lo expuesto al recorrer la sala, y por lo que recomiendo la visita a esta muestra es que en su mayoría lo expuesto son obras de la colección del MAC, elaboradas en un lapso al final de su vida, cuando regresó al país y pintó todo ese conjunto que hoy apreciamos en el MAC, que nos permite mirar en retrospectiva el arte nacional, sus preocupaciones estéticas, ideológicas, sociales y culturales en un arte vivo, que debemos observar como propio.
Comments