XXIV Bienal de Escultura Marco Aurelio Aguilar del Museo Municipal de Cartago. Noviembre 2022
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José Montero “Un personaje sin historia” 2022. Gran Premio de la Bienal de Escultura del Museo Municipal de Cartago.
Primero, y ante todo, quiero afirmar el valor actual y significado de que un museo como el de Cartago mantenga vigente esta competencia que llamamos bienal, que turna año tras año al premiar las manifestaciones tridimensionales actuales de la escultura, con las de la pintura y expresiones bidimensionales; posibilidad de estimular el quehacer e investigación de los/las artistas del país, acrecentar sus horizontes culturales, y competir por un premio nada despreciable. Tal y como diría el historiador brasileño Frederico de Morais en la frase de una entrevista que le publiqué en la revista La Fanal del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo a finales de la década de los noventa: “el arte es oro para las naciones”.
Sin embargo y para que parezca creíble esta reseña crítica, importa deliberar y apuntalar las cargas de lo manifestado, por ello acudo al análisis de “pros” y “contras” de lo afirmado. En el arte actual, y en el que en particular me interesa y motiva a analizar aspectos de la teoría y la crítica del arte en tiempos tan contradictorios como los actuales, se enfrentan dos fuerzas que puyan entre sí para salir airosas unas de otras de tal confrontación: Los eternos “disconformes” o los que se “conforman” con cualquier cosa. Yo prefiero y doy crédito a los primeros.
Cuestionamientos de esta cala me robaron la paz mientras caminaba entre las salas, y apreciaba las piezas seleccionadas por el jurado de la bienal de arte tridimensional, conformado por Li Briceño, Rolando Faba y Luis Diego Roldán. Este es un certamen de escultura, pero esculturas y buenas apenas se contaban con los dedos de la mano, y aunque algunas cumplían con los rigores de competitividad, no me interesaron en absoluto, tampoco detuvieron mi observación esclarecedora.
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Juan Carlos Zúñiga. “Sacerdote” 2022. Mención de la Bienal de Escultura del Museo Municipal de Cartago.
La (dis)conformidad
Importa afirmar la existencia de la eterna discordia, esta es una actitud en la cual influye la ciudad misma, como lo dijo Alexander Mitscherlich (1908 – 1982) en el Fetice Urbano en los setenta del siglo pasado, y estas valoraciones tan de carácter estéticas, nos sumen en la espiral de la duda al tratar de externar algún criterio creíble de lo anclado, visto, analizado, o insumo para escribir un comentario como este que publico hoy. Por lo general acudo a discursos que ayudan a sazonar los criterios para comprender mejor el fenómeno creativo. Algunos de estos activadores a los cuales acudo son los “cuentos chinos” que engatillan un aprendizaje a derivar, uno de éstos refiere a un padre e hijo que salen de paseo al bosque, y, de repente, escuchan los cimbronazos de un carruaje que a toda velocidad se enrumba por el camino. El chico pregunta al padre que quién cree él que venga en el carruaje, y el padre responde que nadie pues viene vació. Intrigado por la respuesta lo increpa cuestionando cómo hace para saber que aquel carruaje viene vacío. El viejo responde que, porque suena demasiado ruidoso, pues si viniera lleno no haría tanta bulla.
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Sebastián Mello. Mención de la Bienal de Escultura del Museo Municipal de Cartago.
Menos es más: y la esencialidad
Estas narrativas alcanzan un significado muy cercano a la realidad en el arte, y en una bienal como ésta se logra comprender también la complejidad y sentido anecdótico de lo exhibido. Hay obras demasiado bulliciosas, recargadas con tanta estridencia que, no nos dejan espacio para abrir la reflexión, impiden siquiera un internamiento hacia aquellos abismos que a veces, para indagar su significado, nos toca transitar por su más álgida arista, y puede que hasta nos desboquen y caer al vacío, pero nos tocará levantamos y continuar el camino.
Acudo, por lo general, al paradigma del minimalismo, que nos refiere a un arte más concreto, más esencial, sin decoraciones superfluas ni desviaciones de estilo y lenguaje, un arte quizás más puro, donde importa crear con lo que se pueda, pero con muy poco, lograr mucho.
“Un personaje sin historia”
El artista José Montero en su práctica creativa tiene motivaciones en el arte popular, como las máscaras y los procesos artesanales del ceramista, pero también del imaginario precolombino. Respecto a lo que exhibe hoy en esta bienal, José argumenta que el título lo dedujo hasta después de terminar la pieza, alimentado conceptualmente con la lectura de un ensayo del historiador Luis Ferrero Acosta (1930 - 2005), titulado “¿Porque prehistoria si hay historia precolombina?” Hace mención a lo originario, al referirse de cierta manera a los habitantes vernáculos de América, después de la llegada de los colonos europeos, en el afán de que los locales adoptarían las prácticas cristianas, coincidiendo también con la destrucción de su imaginario ancestral, intentando que, ese "Personaje sin historia" quedará borrado de nuestra memoria cultural.
Montero aduce que esta pieza de cerámica tiene una posición de contemplación y oración, y agrega: “No quería que hubiera tensión, solo en el hilo que efectivamente ata la figura al bloque como una suerte de historia compartida pero distante y necesaria. La crítica va en esa vía de la necesaria revisión de nuestro pasado desde la empatía y reconocernos en el pasado más allá de lo académico o histórico”. (Montero, J. Comunicación personal por Whastapp, 13 Novoembre 2022)
Lo que quiero explicar o motivar con este ejercicio e intertextualidad es que necesitamos despojarnos de poses y anclajes de ese “sin sentido”, que la obra de arte logre identificar y sugerir dónde está su significado más esencial y profundo, por lo tanto, su belleza. Y quisiera llamar la atención en este aspecto, la obra ganadora de Montero posee una base arcillosa, que pareciera un bloque de adobe, en el cual hunden aquellos amarres de pies y manos del personaje quien está ahí retenido, prisionero en sí mismo. La base es significativa como material de la escultura contemporánea y los abordajes actuales, yo diría incluso si me lo permiten afirmarlo, que me gusta más que la misma figura del sujeto orante.
“Sacerdote”
Y ya que estamos en un espacio de lo sagrado o espiritual -en las cuales nuestras manifestaciones vernáculas originarias se asentaban-, diría que ubico también en este contexto a la pieza de Juan Carlos Zúñiga. Se trata de una cerámica tratada con la técnica de negreo, y un círculo de alambre de púas que le sirve de apoyo a la base, con un esgrafiado que nos evoca el arte originario mesoamericano, y las contingencias que pasaron estos pueblos durante el proceso de colonización -representado en el ruedo de púas-, y sobre manera, al hablar de las culturas que se asentaron en la gran Nicoya, frontera sur de Mesoamérica. La pieza de Zúñiga posee una grieta en el centro que para él representa la apertura al conocimiento, y una pose con su caparazón o concha abierta en señal de defensa. Esta manifestación crítica-creativa de Juan Carlos Zúñiga nos devela el interés de los artistas actuales por descolonizar los lenguajes, los materiales, las técnicas y las narrativas oficiales.
En la documentación presentada al museo, Zúñiga comenta: “la cotidianidad y el paisaje, la figura zoomorfa de un cusuco con su concha que personifica a un hombre ataviado de sacerdote, este lleva en su espalda un diseño esgrafiado de “choreja”, fruto del árbol que escucha según el significado de voz indígena, el mismo árbol que da el nombre de la provincia y metáfora de la narrativa histórica guanacasteca”. Se refiere al árbol de Guanacaste (Enterolobium ciclocarpum).
Por su parte, la pieza de Sebastián Mello titulada “Los ahogados, 2020, calado en cobre y resina, son un conjunto de siluetas enfiladas sobre paralelipípedos chorreados en resina, que sugieren monumentos a la vez que yerguen en esas bases cúbicas y se consumen en las mismas dimensiones de ese espacio ilusorio y acuoso. Ésta es otra de las piezas que obtuvieron Mención y poseen otro carácter más afín con los lenguajes del arte internacional.
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Alexander Chaves Villalobos “Aguas turbias en tiempos claros para una muerte lenta”, 2022. Mención de la Bienal de Escultura del Museo Municipal de Cartago.
La obra de Alexander Chaves Villalobos “Aguas turbias en tiempos claros para una muerte lenta”, 2020, también con Mención de la bienal, es otra magnifica idea por sus contenidos, técnica y concepto; sin embargo, importa remarcar la crítica al calentamiento global que está secando estuarios, humedales, lagunas y lagos, simbolizados por el paraguas enlodado y vuelto al revés, signo de que no llueve o ausencia del vital líquido que lo reafirma con su suelo áspero como las contingencias de la vida actual, y por ello mueren los peces en un gesto descorazonador de ahogo. Chaves Villalobos como viejo zorro de la práctica escultórica logra cosas proverbiales con los distintos o heteróclitos materiales usados, representando con gres un paraguas, unas zapatillas, p una llanta de auto, entre otros inimaginables sujetos con que nos sorprende.
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Pradyumna Ramírez “Shalom” 2022, Cuarta Mención de la Bienal.
La Pieza de Pradyumna Ramírez titulada “Shalom” 2022, Cuarta Mención de la Bienal, es simple y efectiva, una silla en la cual está sentada una pala que personifica a quien la adopta como herramienta de trabajo. Es un discurso juguetón y travieso: Tú me haces, yo te hago, que parece decirnos mucho acerca de lo que nosotros los espectadores queremos ver en una obra de arte actual, ese ludismo mínimalista.
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Rocío Aún 2022, participante de la Bienal.
Rocío Ajún presenta, por su parte, una pieza textil, y comenta que está formado por varias partes que pertenecieron a personas que ya no están con nosotros, por tanto, ella lo ve como un rostro que lanza un grito para anunciar los desdenes de los abismos interiores, pero que están presentes en toda relación, en toda poética y que enhebra un hilo para reunir las partes guardadas por ella y por años, pues son sus memorias. Pienso que a veces la gente textilera adolece de demasiados brillos y luces que provocan disonancias que, aunque hagan falta para dar fuerza a la armonía, pienso que abusan.
Conclusión
El presente comentario busca reflexionar, concientizar acerca de lo que las obras significan y nos hablan por medio de signos, que leemos con certeza pues en una época que llamamos contemporánea, el arte es manifestado por lo conceptual, por la esencialidad, y quizás hasta simpleza. Al analizar los premios adjudicados y algunas piezas más que concurrieron a la convocatoria de esta bienal, saltan estas contradicciones. Aprecio obras tan ruidosas como aquel carretón cuya excesiva vibración escucharon aquellos visitantes del bosque, y que me extrañó ver en un artista que por lo general es más bien excesivamente pulcro y especulo a afirmar que quizás quiso sumergirse en los enigmas del Caos o de la estética de lo inacabado. Pero, además, las jergas populares deducen otros decires muy juguetones y hasta azarosos, que nos sitúan en los ámbitos de la crítica: “El que no tiene dinga tiene mandinga”, y con ello existen muchos ejemplos, y en certámenes como dije no es la excepción. Esto se debe al carácter de (dis)conformidad tan propia del arte y el artista, que con cuya experiencia cotidiana afina los criterios, y toca a nosotros los espectadores saberlos escuchar y discernir e incluso hasta disentir.
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