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Lidilia Arias presenta su nuevo libro / Feria del Libro 2022

Foto del escritor: Luis Fermando QuirosLuis Fermando Quiros

Foto de divulgación cortesía de la autora


Esta artista fotógrafa, y diseñadora gráfica, es poseedora de un plus fundamental en el arte y el diseño, ser investigadora, trabajar por temas en los cuales busca y encuentra todo lo posible hasta sus últimas consecuencias, en nuestro caso, llevarlos a la publicación. En este caso, ella presentó al público, su nuevo libro de fotografías de árboles acompañadas por poesías, que brindan otra tonalidad del ejercicio quizás creativo, pues son entonaciones de sus adentros donde guarda lo mejor de sí misma y solo en ciertos momentos los comparte con sus lectores y seguidores de sus fotografías.

El libro está disponible en estas fechas a precio de feria en el stand A5.



Lidilia Arias y Sussy Vargas. Foto de divulgación cortesía de la autora



La conocí desde que ella cursaba el quinto año en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica, y la sigo en sus investigaciones sobre los diseños y estilos gráficos de los paneles y ruedas de las carretas pintadas, que cargaban de café y otras mercancías en los pueblos y sus mercados. En esta oportunidad la artista Sussy Vargas, hizo la lectura de algunos poemas, y concluyó con el acercamiento al trabajo fotográfico de Lidilia.


Aprovecho para compartirles algunas de mis anotaciones de lo que representa este importante aporte de Lidilia Arias a la cultura Nacional, palabras que prologan su libro, y ayudan a sopesar el enorme esfuerzo no solo de hacer las fotos, perseguir los árboles que le interesan, escribir sentimientos y describir con versos aquello que nace de su entraña, que son otra forma de amor filial o fraternal para con la naturaleza.



Lidilia Arias con su nuevo libro.


“Bosque Íntimo” de Lidilia Arias

Por Luis Fernando Quirós


Apreciar las fotografías de este libro de la artista Lidilia Arias que en su mayoría son árboles, pero también florecillas arbóreas y silvestres, estambres, corolas, pétalos, frutos, semillas, hojas, troncos, ramajes, trepaderas, epífitas, bejucos, líquenes, copas que reverdecen en distintos matices, pero además montañas, lagos, lagunas, ríos, piedras, nubes, cielos, observarlas es como recorrer el largo trecho de un camino donde a cada paso avanzado todo se transforma: Se trata del paisaje foto-capturado, el cual no es único, son muchos, cambian los colores e intensidad de esas estructuras naturales que llamamos entorno; son ensenadas donde la mirada vitaliza al alcanzar la suma consonancia y/o disonancia de la poesía visual; y, a partir de estos argumentos estéticos, es que la autora trama dicha multiplicidad de visiones del paisaje que son tantos como nuestra capacidad y talento de verlos.


¡Sí…, de poesía! Pero es una poesía no nuestra -desde la posición de espectadores-, acrecienta en nuestros insondables adentros excitados por esa percepción que marca el tiempo y el espacio de la imagen fotográfica, lo icónico. Esos versos le pertenecen solo a ella, son sus palabras y entonaciones de la sonoridad sentida al advertir el viento frotar las copas de esas robustas arboledas, o las aguas del riachuelo al fluir entre las piedras. Hablo de versos escritos por la autora ataviando a la imagen de su inquieta sensibilidad y perspicacia, pero sobre todo, de su intenso pensamiento analítico, sintetizador, reflexivo que la lleva a andar por los senderos, potreros, cerros, cuencas, instiga a no cerrar la dimensión del lente-mirada que engatilla su espíritu crítico y creativo.


Comentaba que los paisajes cambian, sí, en tanto que nuestros ánimos de espectadores al observarlos no son siempre los mismos. El complejo sistema viso-perceptivo de los humanos es influenciado por la sicología y el aparato de las emociones, por los antagónicos estados del ser ante el pathos de la existencia, y puede que aquel recodo del camino que un día nos pareció maravilloso, un día de tantos nos parezca opaco, ácido, incompleto.





Reflexión acerca del caminar-pensar

Afirmo, con frecuencia, que caminar es afín a nuestra capacidad humana de pensar, pues cuando se camina se examina a fondo el significado de lo encontrado en esos vericuetos de la naturaleza, se trata de lo anudado o capaz de pertenecer a la memoria personal, con lazos entretejidos por la noción del tiempo -del métrico o reloj, del neutro o fractal, y lo temporal o atmosférico-, donde también incide la luminosidad que activa el color, las texturas, las transparencias, y ese registro técnico-sensorial conforma lo aprendido a cada paso y en cada camino de la vida. Respecto al tiempo fractal, es el que nos sumimos al buscar y manejar argumentos creativos: es una noción del no-tiempo, sin horario ni duración, se emerge de ese lapso hasta cuando nos sintamos satisfechos con lo logrado.


Caminar, además, implica vivenciar las contingencias e incertidumbres, como también los logros o alegrías que son estados y categorías emocionales. Andar nos requiere visionar lo que vendrá, en tanto al mirar lo hecho o producido en esas búsquedas es que reconocemos la sustancia de las cosas, y ésta, en tanto es esencia, no cambiará jamás. Esta experiencia resulta un fundamento para el artista fotógrafo pues conociendo el comportamiento de la materia, los registros de la técnica y manejo del equipo -asimilados por la memoria, es que él o ella sabrá cómo resolver lo nuevo y darle el impacto de su impronta o estilo personal.


Esbozos teóricos y metodológicos

A veces ante un determinado escenario que dejamos pasar, pues en ese preciso instante lo mirado no activó del todo nuestra sensibilidad y comprensión de las posibilidades del modelo, del árbol, o del paisaje, pero en la medida de continuar no podemos quitar de la mente aquel escenario, le damos vuelta y revuelta, se acciona la capacidad analítica de establecer deducciones de lo mirado, por lo que en muchas ocasiones nos devolvemos a hacer las tomas, pues lejos del modelo, la insatisfacción nos haría perder la conexión y posibilidad de constituir una nueva metáfora. Se trata de un aspecto profundamente emocional, central al discurso sobre lo creativo. El neuro-científico norteamericano Daniel Goleman en su libro ”La Inteligencia Emocional” (Zeta 2009) acota: “Es posible que el talento para la introspección psicológica dependa de este circuito. Algunos de nosotros estamos naturalmente más en armonía con los estilos simbólicos especiales de la mente emocional: metáforas y símiles, junto con la poesía, las canciones y las fábulas, están representados en el lenguaje del corazón. Lo mismo ocurre con los sueños y los mitos, en los que las asociaciones libres determinan el flujo de la narrativa, acatando la lógica de la mente emocional”. (Goleman, 2009)


Uno de los atributos de estas imágenes captadas por esta artista es su capacidad de dialogar con sus modelos, con esas enormes arboledas y el bosque; la razón es que éstos atienden a los estímulos que los humanos depositamos en esa sinergia del sitio. Algunos biólogos y neuro-científicos dan crédito a una extrema comunicación, incluso aluden a la existencia de árboles madres que sitúan esa estimulación hipersensorial transmitiéndola a toda la comunidad del bosque. Afirmo que el acto de fotografiar un árbol conlleva decirle en ese lenguaje holístico cuán bello es, o sea entablar contemplación, de esa manera logramos excitar su constitución holística, su forma de sensorialidad arbórea, en gratitud por tantos bienes recibidos por su presencia en la vida del planeta.



Público asistente a la presentación.


“Bosque Íntimo”

Para concluir con estos rudimentos de la teoría de la percepción, afirmo que apreciar fotografías de árboles y naturaleza nos relajan; esa percepción y emocionalidad atañe a la memoria y a nuestra inteligencia evocadora de una experiencia similar cuando estuvimos en el sitio real, durante un paseo o en una caminata de exploración. El secreto de Lidilia Arias con la presente producción está en el dialogar con todos esos árboles en su doble visión del paisaje, como dije, con el ojo puesto en el exterior, lo físico, tangible, vivenciado ahora en páginas, y el otro es el interior, constituido por lo intangible, por sus versos, visiones y narrativas que emergen –como dice Goleman-, del corazón. Se excitan muchas palabras a su paso: versos, metáforas, visiones, elogios a los juegos de luz y sombra la que enciende una trama en cada sujeto, en cada árbol, bajo los haz de las hojas donde la naturaleza del árbol transforma la energía y activa el sistema biológico en el cual fluye el aire, el agua, la clorofila por el proceso fotosintético –por lo tanto la luz-, y el carbono que el árbol fija en la tierra por la acción de sus raíces, y el oxígeno renovado que sube de nuevo a las nubes para avivar la naturaleza, el firmamento, el paisaje entero.





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