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Loida Pretiz, Ventana. Ensamble con maderas reutilizadas, 2023. Foto cortesía de la artista.
La cita a un poema de Jorge Debravo como texto de pared reclama nuestra atención como agua refrescante luego le caminar exauto bajo el tórrido sol de un 25 de abril de 2023:
A pesar de la muerte
y de la guerra,
el amor bajo el hombre
está creciendo…
La Galería Nacional, San José, Costa Rica, expone la muestra Pacto Roto de Loida Pretiz, Rafael Ottón Solís y Manuel Zumbado. Proponen -con este título tan singular y retador a la comprensión de las tensiones existenciales y de nuestra conducta humana-, un punto de inflexión acerca del valor moral, social y cultural de los contratos sociales o pactos que se entablan a diario en la vida y en comunidad: con el Estado, con la familia, con los colegas de un grupo de trabajo, como en este caso, pero también consigo mismo y que son los más difíciles de cumplir en tanto solemos ser demasiado tolerantes con nuestros propios estamentos críticos.
Loida Pretiz luego de un extenso paso por la función pública retoma su investigación sobre los materiales, como en este caso, las maderas, materias primas que alguna vez sirvieron para construir una casa, y con ello recomponer la idea de una ventana, una bandera, una estructura estética o política símbolo de su creatividad, y de una jugada en el ajedrez de la práctica artística, pues emerge de lo más profundo de sus visiones y convicciones que solo ella es capaz de reconstruir, pues es un pacto suyo con su propio ensamble de la memoria.
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Loida Pretiz, Bandera. Ensamble con maderas rehusabas, 2023. Foto cortesía de la artista.
Importa comentar que, la casa, desde las primeras manifestaciones de las culturas agrarias como las de Mesopotamia que construyeron casas elevadas (palafitos) para protegerse de la intemperie de la vida, es un símbolo fehaciente de nuestra dignidad humana: en ella fuimos procreados, en una casa nacemos, crecemos, aprendemos o desaprendemos, pero también esperaremos la muerte para cerrar el ciclo de la vida. Representa un espacio de seguridad e intimidad en el cual nos disponemos a continuar hasta que ese pacto sea roto por circunstancias propias o ante las acciones tenidas a diario con los semejantes.
Hay otra figura simbólica presente en el arte de Loida respecto a la ventana y que es en suma metafórico en el arte de todos los tiempos, es una abertura para ver lo que ocurre fuera, pero también para que nos vean, una dinámica propia revelado por los matices culturales que en cada pueblo o comunidad guarda su significado intrínseco y extrínseco, y que me evoca el arte del maestro Amighetti Ruiz, una ventana para dejar escapar el alma o para sacar la mano y capturar la imaginación y creatividad tan huidiza o esquiva.
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Loida Pretiz, Ensamble con maderas rehusabas, 2023. Foto cortesía de la artista.
Loida elabora con esas maderas que también se extrajeron de la naturaleza, del cerro o de la pampa, de esa otra gran casa que es la común a todos: la naturaleza, representada por nuestros pueblos originarios como la pacha mama en la espiral de paso continuo símbolo de lo infinito, aquella madre parturienta que nos dona los bienes, la materia, pero también los talentos y motivación para trabajar con dichos materiales y sacarle provecho siempre, frutos para nuestro bienestar y el de la familia.
Los pactos también nos sirven al conmemorar un estado que incluso continuamos siendo fieles, aunque no lo hallamos firmado nosotros mismos, pues lo establecieron o entablaron nuestros padres como el de la fe y creencia religiosa, y que en cada reunión de la comunidad ante la mesa para partir el pan y beber el vino, se sella pero a la vez distiende todas esas tensiones emocionales que cada individuo se plantea y a veces le atormentan.
Con Manuel Zumbado lo ligan las maderas, se recuerdan los puentes y aquella especie de muelles que hizo en su práctica intermedia cuando nos removió la conciencia con aquellas estructuras de la actividad urbana y que tenía en la mira el ojo del poder, de ese vigía que todo lo mira y representa lo hegemónico y filibustero de todos los tiempos. Con Rafael Ottón la liga los maderos del altar, los simbolismos de una materia sacra, como es la tierra, el agua, el fuego y el aire en el cual las flamas de las velas cobran sentido de reivindicación, de promesa, o de reparo ante pacto consigo mismo o con el dador de la vida.
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Ucrania bajo la lluvia, 2023, Rafael Ottón Solís. Instalación.
Ucrania bajo la lluvia, 2023, de Rafael Ottón Solís es un pacto de luto, la memoria de un estado latente de lamento y dolor antes la crueldad que experimentan aquellas tierras europeas debido a la invasión rusa a este país de seres humanos que merecen vivir en paz, por lo que Solís, con una tela negra en símbolo de recato y dolor, un puñado de vidrios rotos y escorias de la destrucción de las ciudades, evoca esa situación perversa de los invasores y tan lamentables para los ciudadanos ucranianos. Una planta viva, entre los vidrios y cenizas de lo que fue la urbe, emerge como una esperanza, la naturaleza es capaz de restaurar y darnos fuerzas necesarias para volvernos a levantar.
En uno de los textos de pared se agrega:
“Rafael Ottón Solís nos advierte del dolor de la guerra cuando el rompimiento del pacto crece, y destruye vidas y naciones. Nos habla desde la metáfora de la materia: La tela envolvente, el vidrio roto, y la planta que renace ante la muerte”.
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Manuel Zumbado Trazos para meditar, video instalación, 2023,
La pieza de Manuel Zumbado Trazos para meditar, video instalación, 2023, consiste en dos telas verticales extendidas y colgados de lo alto de la galería, una con un trazo espontáneo y que evoca el arte zen oriental o a artistas como Franz Kline, importante referente de esta tendencia de mitad de siglo pasado conocida como signica gestual, y la otra, con una proyección sobre la tela de otro gesto de luz, elaboran la fuerza de ese contrato firmado con lo que los artistas tenemos a mano, pintura, y fogosidad de la vida que requiere de esos acicates para sellar la impronta.
Volviendo al texto de pared, se acota:
“Manuel Zumbado lo dice con fuertes trazos, con gestualidad sobre un pergamino de papel, como acta que registra nuestras carencias y vacíos, pero también nuestra creatividad para reconstruir la vida en sociedad”.
A propósito, y con esto termino mi reflexión acerca de una mirada puesta en la sala de exposiciones, diría coexisten en esta exhibición en la Galería Nacional dos nociones contrarias: romper un pacto y reconstruir. Esta última es la tarea práctica e inmediata del artista quien investiga para tener siempre una manifestación a flor de piel de lo que él o ella creé. Romper y reconstruir se vuelven desafío, ambición, ilusión, pero también misión, una manera de resolver el día a día más cuando todo se nos pone tan cuesta arriba como ahora y vemos como todo se transforma, todo cambia, y sin dejar de evocar la idea heraclitiana del eterno retorno: Todo permanece.
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