Por Luis Fernando Quirós

Marcela Araya, “Aguas Zarcas Doghouse”. Premio a Otros Medios del Salón Nacional de Artes Visuales del Museo de Arte Costarricense, 2013. Foto cortesía del MAC.
Creo que tan importante es saber llegar a ser seleccionado para exponer en el Salón Nacional de Artes Visuales, del Museo de Arte Costarricense (MAC), como permanecer o alcanzar presencia con el tiempo, además, por su puesto, obtener uno de los tres Premios o Menciones de Honor que concede la convocatoria. Con este criterio externo mi crítica a artistas quienes se comportan como florecillas del alba que son tan poéticas como evocables: brotan al clarear el sol tempranero de la mañana, pero luego desaparecen e invisibilizan su presencia en el jardín, el cual, en esta metáfora, asimila el medio cultural costarricense. Lo expuesto es magnífico, gran trabajo del jurado, pero ¿será tan difícil mantener esa calidad y persistencia? Que no sea como lanzar un buscapiés en media inauguración, cuando los invitados a la fiesta saltan y gritan con algarabía, pero por gastada la pólvora se apagan para que todo siga igual.
Estas convocatorias del MAC cumplen con su misión cultural de estimular la creación artística tal y como lo ha logrado a lo largo de la historia del arte local, una vez más provoca el germinar de un verdadero semillero de creadores quienes confrontan su quehacer a la comunidad y cultura local. Así ocurrió en la década de los años setenta del siglo pasado, cuando éstos se realizaban en el ala sur del Museo Nacional antiguo cuartel de Bellavista, para luego exhibirse en otros espacios capitalinos durante los ochenta, y los últimos cuatro salones reiniciados en esta sede del antiguo aeropuerto de La Sabana en 2017, 2019, 2021 y 2023.
Hervor, germinación luminosidad, se constata al caminar entre los espacios expositivos: la esperanza abriga como ventana abierta para mostrarnos el futuro del arte del país. A algunos seleccionados les servirá quizás de trampolín para catapultarse en su carrera, práctica artística, o metas más elevadas; para otros sería la única en tanto sus nombres serán borrados al no calar el desafío o culminar las aspiraciones de obtener un premio, entonces, como aquellas florecillas del alba al clarear la mañana, desaparecen.

Museo de Arte Costarricense, sala central. Foto cortesía del MAC.
Lenguajes y discursos, consensos y disensos
En general se maneja un lenguaje tremendo y la contradicción persiste: la conmoción que determina la fluidez de dichas miradas a la sociedad que hoy tanto compunge, no solo a artistas, a la población entera nos desestabiliza. La actualidad es tan aguerrida como una quimera, y la respuesta de los creadores en esas pinturas, esculturas, instalaciones u otras técnicas lo acusan: violenta percepción, agreden a la sensibilidad del visitante al museo, al otro lado de la retina o interioridad de cada quien, es porque el artista al idear la obra dispuso un espejo en el cual a veces al mirarlo encontramos nuestra mismidad reflejada en él, un ensimismamiento que apenas despierta de una reveladora interiorización o auto-referencialidad.
Advierto otra percepción que me cuestiona a mí mismo como lector, para comprender la propuesta y ese juego de identidades en la construcción de género, el conflicto hoy ya no es lo político como era en el siglo pasado, hoy es existencial, por saber ¿quién soy?, condición que provoca un ácido escozor en la herida pulsional, atizada por la adversidad, la desigualdad, la identidad del ser contemporáneo conflictuada por la deriva en el filo del abismo, que, tal y como lo expresa el poeta y filósofo martinico Edoard Glissant en Poética de la relación, 2017: “es un abismo que portamos todos dentro de sí”.

Mario Cárdenas, con “Tegumento Rosáceo” Mención de Honor del Salón Nacional de Artes Visuales del Museo de Arte Costarricense, 2013. Foto cortesía del MAC
Acá encuentra mejor entendimiento la propuesta de Mario Cárdenas, con “Tegumento Rosáceo”, en tanto arroja un perdigón escurridizo a quien se detiene en frente y, ahí, desde esa línea de batalla, a aquel o aquella le clava la estocada en la conciencia, pero de pronto, le hace reír al percibir cómo y en qué medida le afecta. Son esa especie de aguijón que recuerda nuestra infancia cuando se avista el origen de nuestros traumas, encantos o desencantos, y sobre todo hoy en día, cuando la figura es determinante en una escala esquiva, como es la estética o la refriega entre el ser y el medio, la sociedad que nos quiere ver como muñecas o cual marionetas con las que les es facil jugar. Conlleva una pócima venenosa, quizás por ello recibió una Mención del Salón, no porque quiera exterminar a más de uno(a) afectando el ego o estima propia al compararla con la figura del cerdo, sino porque nos devuelve a repasar una a una nuestras propias acciones de aquellas edades idílicas, o hasta la adulta cuando esas escaramuzas existenciales reencienden la batalla. Según se lee en la ficha técnica: Esta obra está inspirada en la imposición y el mandato sobre los cuerpos de las personas que han sido socializadas en sus infancias dentro de una feminidad tradicional que aplasta opresivamente la disidencia. “Es una protesta contra el control de las corporalidades y la supresión de las identidades”.

Roberto Carter, “Figura en una cama”. Premio Bidimensional del Salón Nacional de Artes Visuales del Museo de Arte Costarricense, 2013. Foto cortesía del MAC.
A Roberto Carter lo he seguido desde el Salón de 2017 con ese tan singular lenguaje en suma minimalista: “Figura en una cama” 2023, es una de esas imágenes y personajes recurrentes en su pintura, en este caso aparece solo la cabeza y lo masivo de aquellas lo ocupa la cama, con una fuerte textura y cromaticidad terrosa. “Un refugio para la introspección”, expresa con sus propias palabras, él nos refiere a esos momentos cuando metidos entre las sábanas mordemos la punta de la almohada para paliar tanto desasosiego cotidiano, el cual no da tregua. Repito mi apreciación acerca del manejo de la técnica, que es un terreno áspero a cultivar pero que se aprecia que cada artista dedicó tiempo y esmero para sacarle frutos a ese propiedad, tanto como contenido en el cual subyace abundante pensamiento, se sienten oportunas dosis de reflexión e interiorización latente desde la larga noche del místico, lidiando con la conciencia quizás perturbada o perturbadora de quienes nos sumimos en el despeñadero de esa tela colgada en la zona principal del museo, con la ficha de Gran Premio a la Obra Bidimensional.
La propuesta tridimensional ganadora, posee una frialdad glaciar, aunque la pieza es buena, pero no abriga reflexión posible excepto que es portadora de dicho acantilado que incita a pisar el filo de la (in)consciencia, como algunas otras obras expuestas en este Salón del MAC 2013, pero en este caso, de estructura de repetición modular nos centra en la conducta de lo creativo para la industria.
Marcela Araya, “Aguas Zarcas Doghouse”. El asunto tratado por esta artista ganadora del Premio Nacional de el Salón 2023 en Otros Medios, atañe a la memoria de una de esas figuras del espacio sideral, un meteorito que cayó en Aguas Zarcas de San Carlos, provincia de Alajuela, evento que no solo despierta inquietudes por las circunstancias geológicas o astronómicas que suscita una noticia como ésta, sino que activa el interés en lo económico para algunas personas que ven en ese objeto ganancias. Es ahí donde da inicio la trama: La búsqueda de la casa del perro, Roky, impactada por uno de los fragmentos celestes en su techo de hojalata, y que le dejó un considerable agujero. Marcela recrea conceptualmente esta historia dándole valor económico al objeto, y acude a la subasta “Deep Impact: Martian, Lunar and Other Rare Meteorites”, organizada por la casa de subastas Christie's, y que vendió el fragmento por $44,100. La apropiación y reproducción exacta de la casa de Roky puede convertirse en un artefacto símbolo de exclusividad tanto como mercancía de lujo o distinción que impele a tener una obra de arte de estas características en una colección. ¡Juzgue usted! Lo cierto es que obtuvo la meta: Impresionar al jurado y ¡ganar el Salón!

Andrés Arias Corrales, “S/T”. Pintura. Foto cortesía del MAC.
Andrés Arias Corrales, con “S/T” nos presenta una pintura ténebre tanto como quisquillosa acerca del aislamiento y la ira como detonantes de lo patológico, sobre todo hoy día cuando se escucha cómo los niños son atacados y hasta asesinados por perros guardianes de una propiedad, y a lo lejos del tiempo nos evoca a la figura de Natividad Canda Mairena en una oscura y fría noche en la Lima de Cartago. A su vez es un abordaje que nos recuerda a artista locales como Manuel Zumbado y al ya desaparecido Rudy Espinoza, cuando aparece la faz de la bestia que simboliza el poder, lo hegemónico de colmillos filosos y garras cortantes que nos desangran al ir de compras y entablar relaciones comerciales y con el uso del dinero que, como se dice en el argot popular está pegado al cielo pues cuesta tanto ganarlo. Rn el caso de esta pintura la soledad y la ira son consecuencias de una imagen entrañable pero tremenda, de una escena de lo terrorífico que puede suceder a algunos semejantes al bajar al fondo de su personalidad y confrontarse con los demás, a pesar que coexisten valores como lo que representan las mascotas en el trajinar cotidiano de todos en esta ilusa existencia.

Andrés Ramírez, “Se cae el cielo”. Foto cortesía del MAC.
A propósito, “Se cae el cielo” de Andrés Ramírez, surge a partir de la interiorización del artista al cavilar sobre lo insostenible, con grado de catástrofe que puede resultar el futuro del capitalismo ante esas refriegas de la economía mundial o regional y las prácticas de los agentes detentores del poder, o lo que me gusta llamar como “flibusterismo moderno”. El artista comenta: “Los individuos terminan siendo aislados y alienados, perdiendo poco a poco relevancia para la política y para el cambio”. Pero, aunque parecieran provenientes de otros discursos no tan ácidos ni desesperanzadores, expone tres telas de gruesa tectónica y calidad pictórica inigualable, para mostrar el valor de la materia y como para instruirnos qué, a pesar de todo, nos queda el arte el cual ha sobrevivido a tiempos tan remotos como el de las cuevas de Altamira, guerras u otras contingencias e incertidumbres en cada momento del devenir.

Mariana Jiménez Zúñiga, “Jaguar: guerrero del Sol Nocturno”.”. Foto cortesía del MAC.
Pero basta de esas fracturas indecibles de lo cotidiano, pongámonos un poco juguetones, apreciemos otros tratamientos abundantes en la muestra del Salón del MAC 2023. Un felino de cerámica negreada que nos evoca las técnicas autóctonas: Mariana Jiménez Zúñiga, “Jaguar: guerrero del Sol Nocturno”. La artista argumenta que pretende continuar la línea estética y conceptual de la cerámica chorotega para traer al presente obras que exalten el legado cultural de nuestros aborígenes originarios. Su título hace referencia a la asociación maya entre el jaguar y la noche: el Sol Nocturno sería la Luna” La pieza, el tratamiento y la materia: el barro, brinda una fuerte carga de presencia biocultural que históricamente ha sido defendida en esta cultura mesoamericana, que alentaron nuestros ancestros, tradiciones y cultura popular.

Basthian Magaña, “T.L.C.T.S.P.V. (Todas las cosas tienen su propio vestidito)” Foto cortesía del MAC.
Otra de las piezas que obtuvieron mención de Honor del Salón 2023, que distensa o a la vez enerva el desenfado es la de Basthian Magaña, “T.L.C.T.S.P.V. (Todas las cosas tienen su propio vestidito)” Es una propuesta muy lúdica y traviesa, con lo cual el artista se pregunta y a la vez responde: “¿Qué es una cosa? Una cosa es todo aquello que tenga su propio vestidito”. La pieza nos evoca las casas de las capas poblacionales más populares y en particular en el campo donde existe la costumbre de vestir los artefactos con “fundas” o “cobertores” en objetos y muebles para darles otro valor y connotación cultural o contracultural. Y digo juguetón en tanto la plancha, la computadora, el palo de piso, los muebles, las fotos de la pared, todo posee ese cobertor que lo vuelve antojadizo y genera el efecto boomerang, lo apropia, pero si no se sabe sujetar en el retorno, nos golpea.

Kamil Abdalla Bolaños con “Que cumplas más y más”, Foto cortesía del MAC.
Kamil Abdalla Bolaños con “Que cumplas más y más”, en un tono muy cercano a lo anterior hace referencia a distintos tipos de objetos que se conservan en las casas sin saber en principio para qué. En palabras de la artista: “la propuesta consiste en un juego de mesa imaginario que no puede ser jugado […] compuesto por partes y piezas de juguetes extraviados y otros juegos incompletos, usados y maltrechos”. Es una instalación jocosa, pero que nos afecta en tanto a veces nos identificamos y vemos nuestra imagen reflejada en ese espejo o desarmados, sin saber como emerger de tan enigmático trance.

Javier Porras. Pintura. Foto cortesía del MAC.
Los deslices de la psique en la construcción de identidad personal, los rostros se desdoblan e intimidan a cuestionar a qué ver: Javier Porras se pregunta: ¿Cómo son tus pasos? ¿Te has preguntado si todo lo que llevas es tuyo? “¿Cómo nos movemos?”. La pintura de este autor es definida como “una metáfora de esa parte del ser humano que se mueve, de la información que es parte de nuestro caracter, que nos impulsa o detiene, nos proyecta o como se dijo desdobla, sumando lo que acontece a nuestro alrededor y nos define”. Reflexiona sobre el proceso de construcción de lo que somos, de la dimensión de la transparencia que a veces deja ver las fracturas de nuestra personalidad, o, en otras las opaca.

Dennis Palacios, “Dogma”. Pintura. Foto cortesía del MAC.
Dennis Palacios, “Dogma”, autorretrato que mezcla elementos de su contexto cotidiano, pero en una tremenda visión de carácter escatológica o de predicación de los últimos tiempos. Según el posicionamiento estético e ideológico de este artista, pinta con una buena dosis de manejo técnico y deja ver lo que está detrás: la cultura de masas y el cristianismo. Cuestiona el significado de esa ¿adoración de iconos de consumo tanto como a los iconos religiosos? Y en esa ojeada al contexto, al espejo, se mira a sí mismo y nos pregunta “¿Soy lo que consumo?”
Fabio Herrera, con “El gran loco”, explica que elabora una re-intepretación de otra pintura suya titulada “El Loco” de 1980. Acota que es “un rostro que guarda los misterios de sus inquietudes internas; este se reserva los secretos de su alma durante muchos años, finalmente la complicidad, entre autor y su creación, se disponen a revelar el anhelo para explorar el desorden y trastorno de su espíritu”. Pareciera, en la mentalización de este texto suyo, que existe un discurso de intertextualidad, que a todos nos preocupa o buscamos evadir.

Emmanuel Rodríguez Chaves, “Quimera: La vida y obra de Svetoslav S”. Foto cortesía del MAC
Emmanuel Rodríguez Chaves, “Quimera: La vida y obra de Svetoslav S”. Aborda la construcción de la historia personal de un pintor ficticio, Svetoslav S., personaje que le ha permitido al artista experimentar con recursos visuales y conceptuales, como la manipulación digital o física de imágenes que nos interrogan sobre los imaginarios políticos e identidades de personalidades reconocidas en distintos ámbitos históricos, y qué, se integran a la narrativa. La ficha técnica de este artista aclara: “Vinculándose con conceptos como pintura extendida y "re-mediatización", el artista crea ambientes particulares que llama “escenarios”, en los cuales no habitan solamente obras pictóricas bidimensionales, sino también cualidades de distintos medios. Denota profundidad en la investigación y una apropiada dosis de pensamiento crítico que le permite hacer esta reconstrucción de un espacio ficticio inherente a distintas realidades actuales en las relaciones interpersonales y la memoria cultural.
Emma Segura, “Paisajes corpóreo-identitarios”. La artista piensa su instalación en función de la siguiente seguidilla de interrogantes: “¿Cómo influye el paisaje en la manera en que gestionamos la relación entre nuestro cuerpo y la construcción de la identidad? ¿De qué manera nos relacionamos con nuestro entorno? ¿Qué entendemos cómo paisaje y cómo nuestros mundos íntimos se involucran en la definición y la construcción de lo que entendemos cómo paisaje? ¿Es posible pensar en una dimensión del paisaje que involucre la territorialidad corporal? ¿Dónde se dirimen las fronteras corpóreo-identitarias y en qué medida se ve implicado el paisaje?”
Provoca una importante reflexión autorreferencial acerca del cuerpo y la identidad: su cuerpo y su ser que a veces oprime el monstruo de la sociedad, se debe estar preparados con los pies bien puestos sobre el suelo para afrontar esos desbarajustes con que intimida la estructura social y la vida, a pesar de que sean tersos, espumosos, o cálidos, como en el caso de las creaciones blandas de Ema, poseen su propio aguijón.
José Castillo Picado, “In Ictu Oculi (En un abrir y cerrar de ojos)” Impele a indagar acerca de lo efímero y el anonimato, condiciones tan presentes hoy en estos No Espacios o No Lugares de que habla Auge y que conforman las grandes acumulaciones de personas quines no se conocen ni importa conocerse, cada quien busca su designio y huella. Lo que -tal y como afirma el artista-, ocurre en “un abrir y cerrar de ojos”. José Castillo observa a los medios de comunicación que utilizan la “tachaduras” como un recurso para el anonimato, útiles en asuntos legales o judiciales para “proteger” o “ocultar” la identidad de la persona retratada u observada por la sociedad.

Sofía Ureña“Cosecha” Foto cortesía del MAC.
Sofía Ureña, expone “Cosecha”, quizás presenta una de las piezas más poéticas del salón. Nos mueve a interpretar la figura de un árbol flotante, cuyas hojas son formas biotextiles que me parecen, más que hojas, jugosos frutos pero que al flotar cuestionan o mueven a indagar el significado de lo etéreo, de una luminosidad cercana a las imágenes mentales y la psique al observar la inmanencia o sustancia que adopta la forma de conchas, sombrillas o cobertores, logradas con el biotextil e investigación material suya. El árbol de la luz, el árbol de la noche, el árbol de la urbe actual que asimila el poder que se manifiesta de muy diversas maneras pero que jamás muestra qué les sostiene, o dónde están los cimientos.

Alonso Campos Pérez, “Atesorarse”, Foto cortesía del MAC.
Alonso Campos Pérez, “Atesorarse”, reflexiona sobre el origen y naturaleza de los recuerdos que por esas contradicciones o vicisitudes de la vida están destinados a desaparecer. Comenta el artista: “La obra consiste en un esfuerzo de construir una versión de un yo infante, una suerte de autorretrato hecho de recuerdos rescatados de la neblina de las memorias”. Son figuras recortadas cuidadaosamente del papel pergamino, pues cualquier esfuerzo fuera de la práctica rasga el papel, así como también se rasgan las memorias, cuando se quieren violentar. Es un trabajo excepcional, un pensamiento persistente y un sentir interior como una pulsión del alma.

Alejandro Marín ”Ahora que vuelva nada más quiero ser”. Foto cortesía del MAC
Otra de las obras que despiertan mi interés es un movil de Alejandro Marín titulado ”Ahora que vuelva nada más quiero ser”. Autorretrato que emana de la introspección del artista cuando se cuestiona a sí mismo aspectos de la identidad de género, y que repercute en una pieza que con solo girar en sí misma focaliza otras facetas de la vida, y que atañen a su mismidad, a la respuesta que brinda la vida ante la naturaleza de sus interrogantes, como las de todo ser sensible que entraña el deseo de volver al origen, a ese útero cósmico donde se forja nuestra personalidad no solo de ser humano sino de artista.

Omar Rivillas, “Flujos etéreos, instalación. Foto cortesía del MAC.
Omar Rivillas, “Flujos etéreos, de la serie arqueología urbana”, instalación 2023. Esta pieza me remite al espacio que hoy ocupa el MAC, por la simple razón que cuelga unos peluches en forma de avión, unos fragmentos de posibles pavimentos, y una tela de fondo con grandes trazos de pintura que incrementa lo incierto o contingente del acertijo, pero lo que más me interiorizó a saber más de su pieza es la sombra que esos peluches arrojan sobre los fragmentos de pavimentos, para hablarnos de manera figurada acerca de la guerra, la destrucción o la condición de la urbe cuando se escarba como palimpsesto.
El jurado lo conformó María José Chavarría, Curadora del MAC; Rubén Jerez, académico de la Universidad de Costa Rica (UCR) y José Daniel Picado, curador jefe del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), quienes revisaron 188propuestas para seleccionar 38 piezas a exponer y a premiar. Diría que visitar el Salón 2023 del MAC es desafiante, tratar de indagar de cada obra, lectura de fichas técnicas u otra documentación, alojar esa nueva información en nuestras celdas cerebrales a veces tan congestionadas y repletas. Algunas obras nos anclan mejor que otras, y para que exista resonancia, comentario, uno como lector e interprete tiene sus limitaciones y conflictos como tener que regresar a la fuente, con la dificultad que representa, por lo menos en mi caso personal, trasladarme hasta la capital. Este es el resultado del intento, quizás incompleto, pero hay otra verdad que atañe a mi manera de trabajar, solo comento de lo que me gusta o estuvo más acorde con la estructura de mis saberes.
Comentarios