Muestra de arte contemporáneo en Cartago
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Victoria Cabezas, de Costa Rica, expone la instalación El Jardín de las delicias de 1973.
Para la reapertura de la Casa Jiménez Sancho, sede en Cartago de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), 12 de Abril de 2023, se exhibe Territorios Habitados, propuesta del equipo de curaduría del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), encabezado por José Daniel Picado García, y compuesta por ocho piezas de arte actual qué, quiérase o no, eclipsan las diversas áreas de lo que fuera a inicios del siglo XX una casa de habitación de la comunidad cartaginesa hoy convertida en un lugar donde se reflexiona acerca del arte y su impacto en la cultura.
La visita a la muestra propone un reto a la comprensión del observador-visitante a esta singular casa: Superar la paradoja de lo construido en la propia casa a usanza de la arquitectura del siglo pasado para familias acomodadas económicamente, capaces de importar un modelo arquitectónico en metal y madera, que fue traída de Europa por barco y transportado hasta esta ciudad por tren, concebida como seno familiar y uso doméstico para una notable familia cartaginesa de principio del siglo XX.
La casa -cuya construcción se efectuó tiempo después del famoso terremoto de Santa Mónica ocurrido en 1910 que arrasó con ferocidad la cuna de la independencia centroamericana-, fue adquirida por catálogo en la última parte del siglo XX, signo del poder económico de los hacendados y cafetaleros locales para convertirse en nuestros días en un espacio simbólico del cual se apropia lo público, con su propia dote de historicidad y sentido de pertenencia, y el hecho de la memoria de dedicar esta propiedad por un importante lapso de las últimas décadas en casa de educación estatal donde se impartieron carreras de la UNED. Hoy ocurre otra transformación, tal y como se dijo, será convertida en una cede para la cultura donde la historia y la sociedad conviven con el arte en sus diversos géneros, discursos y lenguajes. Quizás la reflexión más elocuente la surte el acto de cómo los espectadores van comprender la propuesta de la curaduría, que siempre necesitan de apoyo y de fichas razonadas para asimilar lo que busca el título Territorios Habitados.
Las ocho propuestas de esta curaduría se apropian de dicha espacialidad para superar la contradicción y hablar de un No Lugar -en la teoría antropológica de francés Marc Auge de finales e inicios de este siglo-, que será visitado constantemente y cientos de personas que como lo hago yo hoy y en este momento, intento descifrar el significado y lectura de cada una de estas piezas artísticas, pinturas, instalaciones, esculturas, grabados de la colección del MADC, que tienen un rol muy singular en la interpretación del tiempo y el espacio previsto por la idea de la curaduría y lo que aporta cada artista a esta dicotomía del Territorio Habitado. Según los curadores:
… surge de un lugar determinado; un espacio más o menos definido: una casa ubicada en la ciudad de Cartago -con una historia que se remonta a finales del siglo XIX-, un interés por la memoria y su resignificación y, entre otros factores, por la ocupación de la casa con una diversa y compleja colección de arte contemporáneo -integrada por las obras de artistas tanto locales como regionales-. (Texto curatorial, MADC, 2023)
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Benvenuto Chabajay exhibe Jardín 2008-2014
Lectura de lo expuesto
Como todo arte de nuestros tiempos actuales confiere significado a un universo en el trinomio artista, obra y curaduría, que infunde nociones tanto sociológicas, antropológicas y las propias del arte con sus disyuntivas y azares e imprevistos pero que comunican y dan una aureola de expresividad al conjunto expuesto:
El artista guatemalteco Benvenuto Chabajay exhibe Jardín 2008-2014, instalación con piedras de río y cintas de chancletas marca “Suave Chapina” y que en tanto encadenamiento de forma naturales surtidas por la madre natura, anclan a la idea de materia en el binomio cultura/naturaleza tan cercano a los pueblos originarios mesoamericanos, y la industria actual en la fabricación de las cintas de hule, para marcar un territorio, una posición e identidad de lo habitado y usado por la población de un tiempo. Es una propuesta juguetona que desestabiliza el rigor y la prestancia de la misma casa finamente restaurada por la UNED, para propiciar un espacio que provoque al pensamiento crítico y a la vez lúdico.
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Guillermo Tovar, Río Tapantí, 2017
El connacional Guillermo Tovar nos presenta una pintura sobre lienzo titulada Río Tapantí, 2017, de una paleta de grises concordante con el paisaje del bosque húmedo de aquella reserva natural, de aguas cristalinas que entre piedras y remolineantes flujos emergen unas manos que sostienen los pinceles personalizando estas herramientas del pintor con poderosa emocionalidad y alguna dosis de surrealismo, y que nos sumergen en el imaginario de lo animado que es uno de los espacios de trabajo de este artista costarricense y habilidoso pintor.
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Victoria Cabezas, El Jardín de las delicias de 1973
Victoria Cabezas, de Costa Rica, expone la instalación El Jardín de las delicias de 1973, con bloques de concreto, tela y arena. Es una pieza también juguetona que aborda varios ejes de interpretación. Por un lado, juega con la percepción del país como una de las Repúblicas Bananeras de inicios del siglo anterior que atrajo tanto bonanza como precariedad social a estos países centroamericanos, con la United Fuit Company. También esos frutos son un símbolo fálico recubierto de tela de peluche, colores de fantasía y brillos de lentejuelas, que parecen encenderse u dialogar con las abundantes texturas de las paredes latón labrado, de ahí que refiera a la contradicción pero también tensión lúdica entre las remembranzas sociales y el juego del deseo en los espacios de intimidad que también el recinto los posee.
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Esteban Piedra, Estudio para una arquitectura del lote baldío, 2009.
El costarricense Esteban Piedra nos presenta una instalación donde surte la noción de la materia dura de la urbe, como es el concreto: Estudio para una arquitectura del lote baldío, 2009. Evoca aquella visión crítica de la sociología de los años setenta del siglo pasado de que somos constructores de moldes, que al ser hechos con esa materia dura tienen el poder de modelarnos a nosotros mismos, y en tanto en esa acción de hacernos y construir los paisajes urbanos todo depende de nuestra misma testarudez o al contrario fogosa creatividad. (Mistcherlich 1968 El Fetiche Urbano).
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Sila Chanto, Proyecto Urbanístico de Ingeniería Blanda, 2001.
De la artista nacional Sila Chanto se exhiben objetos modulares y penetrables impresos en xilografía sobre tela de gasa, titulado Proyecto Urbanístico de Ingeniería Blanda, 2001. Son una especie simbólica de aposentos pero que las imágenes grabadas delatan su naturaleza: En la casa fuimos procreados, nacemos y/o esperamos la muerte, pero también en sus paredes exteriores se delata el decoro o la perversidad del habitante, el que roba, viola, acosa, asesina, o simplemente orina sus paredes como lo hace el perro para marcar su territorio y pertinencia simbólica.
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Celeste Ponce, Sin título de 2006
Celeste Ponce de Honduras expone Sin título de 2006, arte objeto propio de los lenguajes conceptuales formada por un carretillo de construcción y un muñeco tirado entre las ruedas. La idea de construcción no está exenta de la percepción de esta exposición, a un lado se ubican los moldes y armazónes de concreto de Esteban Piedra, y del otro uno de los equipos más útiles en el afán por reconstruir lo urbano: La carretilla y el muñeco que fetichiza la idea de afecto-desafecto, pulsión interior y deseo coartado por las miradas de los caminantes por esas sendas de la urbe contemporánea recreadas en esta propuesta con alta tensión interpretativa.
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Patricia Belli, Oración, 2001.
Patricia Belli de Nicaragua exhibe un ensamble de 2001 titulado Oración, representado a través de unas piernas largas de un cuerpo mórbido de una escultura semi blanda cuyo tronco es una especie de mueble de madera, que asemeja una boca abierta en sensación de rezar jaculatorias que se repiten hasta el desvanecer y quedar tirados en el pavimento o superficie de la sala en señal de “La insoportable levedad del ser”, tal y como apuntara y titulara unos de sus libros el novelista checo Milán Kundera. (Kundera 1984)
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Cecilia Paredes, El arte de la Santidad. 1995.
De la peruana Cecilia Paredes se expone El arte de la Santidad. Se trata de un ensamble de una especie de gabinete donde se colecta la memoria de las cosas en lo habitado, desde recetas para sanar males con hiervas naturales hasta las evocaciones de un enamoramiento que resguarda por su significado la vivencia de entre cuatro paredes, porque ahí está la fe y la creencia en los poderes naturales o sobrenaturales de los habitantes de nuestras culturas vernáculas y de las sociedades que construyeron nuestra idiosincrasia en los anales del tiempo remoto, y que hoy inspira la creatividad de los y las artistas que elaboran estas crónicas del acontecer en lo habitado o no habitado.
A manera de conclusión
La idea de esta muestra en Casa Jiménez Sancho de Cartago es motivar la reflexión sobre el espacio, los materiales, los fetiches de la modernidad y concepciones de territorios habitados o no, anclados a la cultura y urbanidad, tal y como expresa el texto curatorial:
Con la intención de cuestionar: ¿Cuándo se crea un territorio? ¿Cómo nos relacionamos con el mismo? ¿Cómo lidiamos con la idea de habitarlo?
Se trata de cuestionamientos que nos punzan profundamente para provocar nuestra conciencia, aunque nos da terror afirmarlo, a sentir y asimilar la idea en cómo esos objetos intervienen el espacio para trastocar lo doméstico, sagrado o emocional, lo que nos reta en tanto son sujetos de los exhibido, y que se traducen en impulsos eróticos o pulsión interior en grado de intimidad, como diría el filósofo galo Georges Bataille en la primera frase de su libro El Erotismo de Tusquets Editores:
El espíritu humano está expuesto a los requerimientos más sorprendentes. Constantemente se da miedo a sí mismo. Sus movimientos eróticos lo aterrorizan. (Bataille, 2005. p.11).
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