45 Aniversario del Museo de Arte Costarricense (MAC) (tercera parte)
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Francisco Amighetti, La gran ventana, cromolitografía 1í981. Colección del MAC.
Al visitar una muestra como ésta en particular -de la colección del MAC, 2023, cocurada por Ericka Solano y Byron González-, por fortuna no quedamos excentos del poder de la memoria, fascinación que infunden los recuerdos, las narrativas y pensamientos personales, del otrp u otra y que, nos ponen a sondear en el océano del ayer, vivencias tenidas con los maestros seleccionados para conformar el cuerpo de esta exhibición. En este tracto intentaré reflexionar sobre el arte de Francisco Amighetti, Luis Paulino Delgado, Carlos Barboza, Adrián Arguedas, entre otrxs exponentes.
Titulé esta tercera entrada a la muestra Trayectorias como Ventana a la creatividad, por lo significativo que fueron las ventanas para este maestro. Eran una abertura bidimensional que comunicaba dos espacios: el exterior y el interior, del cual Amighetti asimilaba sus anécdotas para hacerlas acuarela, óleo o cromoxilografía. Pero también estaba la ventana de los adentros de sus espacios de intimidad, que él no ocultaba y en algunas de sus obras emergía a la luz y color representacional con nítida fortaleza. Pero también tenía sus ventanas interiores, las de su poética relacional -como diría el poeta martinico Edoard Glissant-, las de sus relaciones con la memoria e historia y de esos abismo que entraña el ser humano, y que son filtrados por el alma, una alma enamorada de la vida que le catapulta a crear, abertura dimensional intermedia entre el cerebro y el corazón, entre racionalidad e irracionalidad, y que son las que más nos marcan de su obra, porque el maestro primero que todo fue un poeta, sensible y de multiplicidad de talentos.
A este punto me motiva citar al estudioso de la inteligencia emocional y la neurociencia, Daniel Goleman, quien nos formula en sus teorías y acercamiento a la creatividad, el significado de este término para los artistas:
“Quienes tienen una sintonía natural con la voz de su corazón -el lenguaje de la emoción- están seguros de ser más expertos en la articulación de sus mensajes” (Goleman 2008.p76).
Y esto lo dice el doctor Goleman de individuos creativos, como los pintores, escultores, músicos, científiccos, escritores, actores, individuos que a diario se sientan en su estudio a reflexionar y a construir sus hipótesis acerca de la creatiuvidad y su impacto en las manifestaciones visuales. Continúa Golema:
De manera que al apreciar esa cromoxilografía de don Paco expuesta en Trayectorias 2023, titulada La gran ventana 1981, no que quedó más que entresacar esos aires que se colaban aquellas tardes frente al parquesito de don Paco, ahí en Sabanilla de Montes de Oca donde vivía el maestro, pues mucho de lo conversado ahí, lo vería en sus obras.
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Carlos Barboza, dibujo 1971. Foto cortesía del MAC.
Carlos Barboza
Otra de las piezas expuestas en Trayectorias es un dibujo de Barboza, otra ventana para ver a sus personajes que están dispuestos a emerger de las interioridad y ensoñación de donde los saca otro gran poeta de la gráfica contemporánea, y aunque Barboza es un depurado grafista y pintor, lo podemos apreciar en sus archivos de retratos y escenas cotidianas, paisajes y estudios de la naturaleza no solo externa sino interior, es en los grabado en que este artista -nacido costarricense pero que emergió al viejo mundo, a Zaragoza España donde radica-, ejerce su inquebrantable misión de la creatividad: innovar los lenguajes y ofrecer a sus seguidores lecturas de toda esa gramática y verbalidad simbólica que cuircula en su sangre y atravieza la enorme pantalla de la imaginación.
Este maestro traza un trayecto que en este caso llamamos puente entre Zaragoza y San José, describe la ciudad, sus parques y ríos, las estaciones del año, las barriadas y joyas arquitectónicas pues a menudo nos recuerda por redes sociales el barrio donde nació en 1943 y en el cual creció dando origen a su familia y apellidos, u otras familas josefinas que él conoció, pero sobre ese puente también discurren anécdotas vivenciadas de su hogar español, de su relación matrimonial con otra artista, Teresa Grassa, con quien conformó el Archivo Barboza-Grassa. Y nos recuerda sus experiencia junto a ella en la restauración de un Goya que es de suma importancia para el arte universal u la historia.
De manera que apreciar esa pieza en el MAC fue un acicate para mi memoria personal, y aunque no tengo datos de la ficha técnica de esta pieza en particular, si me motiva evocar su talento para manejar los espacios compositivos y albergar esos grupos de figuras atisbando al infinito, en tanto se trata de un espacio representacional ataviado de las energías que trazan la trayectoria de la memoria.
Luis Paulino Delgado
expone una lithografía titulada A Mary de 1980. Este maestro grabador y acuarelista es un enamorado de los espacios interiores y del paisaje conformado por los objetos: muebles, ventanas, cuadros, libros, recipientes, telas, almohadas, sillas, además de los espíritus del lugar que como geniecillos dialogan y relatan la escencia del sitio. Posee una afinidad y sensibilidad muy singular con astistas como Margarita Bertheau, Margharita Quesada, Grace Herrera, entre otras creadorxs nacionales que evocan esta memoria a traves del significado y lenguaje de los objetos, sobremanera, cuando infunden sentido al lugar o espacio interior y lectura del lugar donde son representados, además de las características técnicas y formales de la materia. Él es un documentador, un observador, y estudioso de las relaciones que son ceranas a la percepción de una poesía de caracter muy suyo, esa, que, como dije, emerge del alma más que del razonamiento y raciocinio.
Luis Paulino indaga, através de los objetos, la cultura, erl sentido humano de la vida, y como dice Bednarik citado por Rodrigo Montani en Arte y cultura hacia una teoría arqueológica del artefacto, revista Antropológica de Museo Entre Ríos, 2016: “del origen de la organización social del lenguaje y de los artefactos”. O sea de su afinado trazo que le concede su trayectoria creativa de años dedicados a cultiuvar el arte, y sobre todo en el territorio de la educación artística, es que apreciamos esta pieza suya en la muestra de los 45 Años del MAC.
En el arte costarricenses se recuerda a importantes grabadores como Rudy Espinoza, Adrián Arguedas, Sila Chanto, Carolina Córdoba y el grupo Grana, Hernán Arévalo, sin olvidar a Ana Gricelda Hine de aguasfuertes pero nada tranquilas en cuanto a contenido y drama.
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Foto cortesía del MAC.
Adrián Arguedas
Es otro documentador de la vida cultural, social, de las tradiciones populares y de aquello que refiere el antropólogo Montani, que se enmarcan en las tradiciones, gastronomía, festividades populares y en especial la máscarada, entendiendolos como artefactos de nuestra cultura. Pero documenta también los rituales, donde los personajes asumen gestos de desasociego, el mismo que nos infunde a todos la existencia, sumidos en esta tremenda crisis de valores y extrema violencia. Es un testigo de esta realidad y sobre mandera evoca al filibustero moderno que con prácticas de transculturiuzanciñon infundidas por el mercado, están bombardeándonos constantemente para ganar adeptos y territorios y que aveces debemos volver la mirada en retrospectiva e intentar caminar por esa cuerda floja (la incertidumbre) para sanar, descolonizar o despatriarcalizar esta memoria tan huidiza de estos tiempos de actualidad.
La muestra está llena de conectores con otras tendencias y manifestaciones, intertextualidad o sincronías que me relacionan a Emilia Prieto y Juan Luis Rodríguez, ya comentados, y da para mucho más reflexión, pero siempre son necesarios más insumos, como tener a mano las fotografías, y las fichas técnicas de todo lo que se expone.Ahí esta el museo, la cas del lenguaje visual, la casa de nesutra cultura pero a la distancia de muchos buses y complejidades que a veces se hace imposible de alcanzar.
Para cerrar esta tercera parte de mi comentario diría que nunca recibí lecciones con Amighetti pero lo tengo siempre muy presente, en evocaciones formales e informales como la entrevista que le cursé a finales de los años ochenta, para la revista Módulo de la Escuela de Diseño Industrial del TEC, que versó sobre la creatividad, además de amenas conversaciones cuando lo visitamos junto con el colega pintor Carlos Moya en su casa en Sabanilla, sintiendo el fuego de un trago de whisky y soltando la lengua para verbalizar poesía, una poética que él contenía en sí, en los más profundo de su humanidad.
Recuerdo muy especialmente cuando tratado de indagar cuál era su sentido y comprensión del vocablo CREATIVIDAD, el viejo zorro de las artes visuales costarricenses me miró a los ojos mirando sobre el arco de sus anteojos, frunció el entrecejo y me contó un cuento chino, de esos que él tenía a flor de piel y de sus sabios labios:
“Había una vez un sapo que mirada a un cienpiés caminar en el acantilado de la pared, y el sapo intrigado de cómo lo hacía preguntó: -Señor cienpiés cómo hace usted para moverse en la pared sin caer. El bicho se detuvo a pensar cómo lo hacía y cayó al suelo”.
Se deduce que en arte y la creación hay cosas que no se preginmtan y que son del diario vivir, como respirar y recordar, hacer y sentir, y que ante esas narrativas es mejor quedarse callado y continuar el camino.
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